Llego a casa después de una mañana súper aburrida en clase y me encuentro con Sam y Flavio riéndose en la cocina preparando algo de comida.
— ¿Hola? — se dan la vuelta rápido al escucharme.
— ¡Hola Eva! — se acerca Sam a darme un abrazo — ¿qué tal la clase?
— Aburrida — nos reímos — ¿qué haces aquí?
— Bueno, he pensado que podría comer con vosotros y así ya vamos los tres juntos para el bar
— Ah vale — la sonrío — pues claro, puedes venir aquí siempre que quieras Sam — me sonríe.
— Oye, ¿sabías que Flavio es todo un manitas en la cocina? Me he quedado flipando — nos reímos.
— Ella ya lo sabe Samantha, le cocino todos los días — dice Flavio mirándome con una sonrisa.
— Pues sí, me hace unos platos increíbles — se ríen.
— Jo pues qué suerte chica, ojalá yo pudiera tener algo así — me dice Sam suspirando y me río.
— Lo podrías haber tenido... — escuchamos decir a Flavio en un tono bajo y le miramos confundidas.
— ¿Qué? — le pregunta Sam y él suspira.
— Nada — y ella rueda sus ojos.
— Este chico cada día es más raro... — me río.
— Bueno, por lo menos, os lleváis mejor — se ríen.
— Solo por ti Eva — me dicen los dos a la misma vez y se miran por unos segundos enfadados.
— ¡No hables a la misma vez que yo Flavio!
— ¡No lo hagas tú! — le contesta él y me río.
— Me encantáis enserio — y se sonrojan los dos.
Después de comer lo que nos ha preparado Flavio, vamos los tres juntos para el bar dando un paseo. Llegamos allí y vamos poniéndolo todo en orden.
— ¡Hermanito! — dice Sam al ver que Hugo entra por la puerta y va a darle un abrazo súper fuerte. Se conocen de poco más de una semana, pero se han hecho muy buenos amigos. Hasta dicen que son los hermanos Malfoy por tener los dos el pelo rubio.
— Aii si es que no puedo tener una hermana más guapa — dice Hugo llenándole la cara de besos.
— Se olvidan de nosotros Fla — nos reímos.
— ¡Que no hombre! ¡Venid aquí! — nos dice Hugo para que nos unamos a su abrazo de hermanos. Flavio y yo nos reímos y nos unimos a ellos. La verdad es que hacemos un buen equipo los cuatro.
— Bueno, basta ya de tonterías, ahora a trabajar — nos dice Flavio poniéndose serio y nos reímos.
— Qué soso eres, deja de pensar tanto en el trabajo y pásatelo bien anda — le dice Sam pegándole suave en el brazo y él rueda sus ojos sonriendo.
— Es el negocio de mis padres Samantha y cómo comprenderás, no quiero que se vaya a la mierda
— Vale, lo entiendo. Pero no puedes pasarte todo el día encerrado en este bar o en tu casa, a si que este sábado te vienes de fiesta conmigo — niega riendo.
— Ni loco — nos reímos.
— Fla, seguro que a tus padres no les importa quedarse en el bar mientras tú te lo pasas bien — digo para convencerle de que vaya con ella.
— Eso es tío, te mereces un día libre — dice Hugo.
— Vengaa porfa — le insiste Sam haciendo pucheros y él suspira dándose por vencido.
— Está bien, pero cómo me metas en algún lío... — nos reímos y Sam le abraza dejándole sorprendido.
Hugo y yo nos miramos cómplices.