Capítulo 42

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— Estuvimos saliendo cómo unos dos años, fue la primera chica de la que me enamoré. Al de un año más o menos juntos, se quedo embarazada. Éramos muy jóvenes para tener una hija, pero aún así, no podía estar más ilusionado por ello. Claro que si ella no habría querido tenerla, la hubiera apoyado, pero decidió seguir adelante con el embarazo. Nuestra relación no estaba en sus mejores momentos, pero no iba a dejarla sola con el bebé, a si que estuve con ella durante todo el embarazo. La pequeña nació y yo no podía estar más feliz de tenerla. Hasta que un día, la pillé engañándome con otro. De ahí me surgieron un montón de dudas sobre si el bebé podría ser mío o no porque cómo has podido ver, la niña no se parece nada a mí. Entonces, me hice la prueba de paternidad y salió lo que pensaba, que yo no era su padre. No sabes lo duro que fue para mí afrontar todo eso, me había estado engañando durante todo ese tiempo haciéndome creer que había sido padre. Estaba destrozado, no me podía creer que hubiese sido capaz de hacerme algo así. De la rabia que sentía, decidí que lo mejor iba a ser mudarme aquí para empezar una nueva vida. Me costó muchísimo alejarme de la pequeña que había visto nacer, pero no podía seguir viviendo en esa mentira más. Necesitaba dejar todo eso atrás, aunque no haya sido nada fácil — me cuenta con los ojos vidriosos.

Me quedo sin palabras y solo me sale abrazarle.

— No me imagino cómo tuvo que ser enterarte de todas esas mentiras... — me abraza más fuerte.

— Por eso tenía tanto miedo a ir enserio contigo, no quería que me volviese a pasar lo mismo. Pero tengo clarísimo que tú nunca serías capaz de hacerme algo así Eva, porque eres preciosa, por dentro y por fuera — le sonrío sonrojada.

— Tú también Hu — me sonríe y nos besamos.

Me siento encima de sus piernas mientras nos seguimos besando lentamente hasta que oímos la puerta del bar abrirse y nos separamos del beso.

— ¿Qué? ¿Todo solucionado? — pregunta Flavio.

— Sí, gracias a los dos por cuidar de la pequeña — les dice Hugo a Sam y Flavio y ellos le sonríen.

— Entonces, ¿no es tu hija? — le pregunta Sam.

— No, no lo es, aunque la quiera cómo si lo fuera... — entrelazo mi mano con la suya y me sonríe triste.

— Venga, iros para casa, que estaréis agotados después de lo que ha pasado. Ya nos quedamos Samantha y yo recogiendo esto — nos dice Flavio.

Nos levantamos de la mesa y vamos a abrazarles.

— Os quiero mucho — les digo emocionada.

— Awww — dicen los tres abrazándome más fuerte.

Nos quedamos abrazados los cuatro hasta que Hugo y yo nos despedimos de ellos para ir a su casa. Cuando llegamos, vamos directos para la cama a dormir porque los dos estamos agotados.

— Buenas noches Hu — susurro abrazada a él.

— Buenas noches cariño, te quiero

— Y yo a ti bebé — nos besamos.

Y así acurrucados, nos quedamos dormidos.

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