Después de hablar con mis padres por teléfono, vuelvo para el sofá donde Hugo está tumbado.
— Déjame sitio anda — digo apartando sus piernas.
Y se sienta mejor para dejarme sitio a su lado.
— Ey enana, ¿qué te pasa? — me pregunta preocupado pasando su brazo alrededor de mi cintura para acercarme a él.
— Nada — me mira fijamente por unos segundos.
— A mí no me engañas Eva, te pasa algo — suspiro.
— Pues que les echo de menos Hugo
— ¿A tus padres? — asiento triste.
— Llevo desde el verano sin verles, casi tres meses ya. Nunca he estado tanto tiempo lejos de ellos — acaricia mi espalda y me da un beso en la mejilla.
— ¿Y si vas algún finde a verles?
— No puedo, el próximo mes me vienen todos los exámenes y tengo que ponerme a estudiar ya si no quiero suspender todas — digo enfurruñada mientras empieza a acariciar mi pelo.
— ¿Y ellos tampoco pueden venir aquí?
— No, no pueden dejar solo a mi abuelo — suspira.
— Pues vaya mierda — asiento — bueno, no te preocupes. Cada vez queda menos para las vacaciones de navidad, ¿no? — dice sonriendo intentando animarme y niego riendo.
— Eres un idiota — se ríe.
— Ojalá pudiera hacer algo para que les podrías ver cariño — le sonrío y le doy un abrazo súper fuerte.
— ¿Te he dicho ya que te quiero mucho? — se ríe.
— Sí, pero no me importa si me lo vuelves a decir eh — me dice sonriendo y me río.
— Te quiero mucho bebé — me sonríe.
— Y yo a ti preciosa — le sonrío y nos besamos.
— ¿Tú no echas de menos a tu madre?
— Pff un montón, pero cómo ya he estado alejado de ella por más tiempo otras veces, pues estoy más acostumbrado a ello — asiento acariciando su cara.
— ¿Me llevarás algún día allí a conocerla?
— Pues claro que sí mi niña, te llevaré a conocerla a ella y cada rincón de Córdoba — me dice con una sonrisa llena de ilusión y sonrío abrazándole.
— Jo, tengo tantas ganas de hacer todos esos planes contigo... — tira suave de mí haciendo que acabe sentándome a horcajadas suya.
— Y yo contigo — nos sonreímos y nos besamos lentamente. Mis manos se detienen en su cuello acariciando esos tatuajes que me vuelven loca mientras las suyas se cuelan por debajo de mi sudadera. Me separo por un momento de su boca para quitármela y se queda embelesado mirando mis pechos — madre mía... — niego riendo volviendo a atacar sus labios con más fuerza.
De repente suena mi teléfono, pero dejo que siga sonando porque ahora mismo solo puedo pensar en comerme a Hugo entero.
— Eva, cógelo, igual es importante — dice con la respiración agitada separándose de mis labios.
Después de darle unos cuantos besos más, me levanto de encima suyo para coger mi móvil.
— ¿Sí?
— Eva, necesito contarte algo, es urgente — me dice Sam súper emocionada y empiezo a preocuparme.
— ¿Pero qué ha pasado? ¿Estás bien?
— Sí sí, estoy bien tranquila. No ha pasado nada malo, más bien todo lo contrario... — me río.
— Vale vale, pues ahora voy para tu casa
— Bien, date prisa porfa. Te quiero Evii — cuelga rápidamente sin darme tiempo a decirle nada más.
— ¿Qué pasa? — me pregunta Hugo confuso.
— No lo sé, era Sam toda loca — se ríe.
— ¿Te tienes que ir?
— Sí — y me vuelvo a poner rápido la ropa.
— Joo — dice haciendo pucheros y me río.
— Mañana nos vemos Huguii — nos abrazamos.
— Te voy a echar mucho de menos esta noche
— Y yo a ti — nos besamos.
— Dile a Sam que la odio por cortarnos el rollo siempre — me río y nos besamos unas cuantas veces más antes de despedirnos — ¡te quiero!
— ¡Y yo! — salgo de su casa y voy para la de Sam.
Cuando me abre la puerta, me abraza súper fuerte.
— Ay Eva, estoy tan feliz... — me río.
— ¿Qué ha pasado? — me lleva de la mano hasta su salón para que nos sentemos en el sofá.
— Flavio, ¡¡que me ha dicho que me quiere!!
— ¿Enserio? Awww — y nos abrazamos.
— Jo es que es tan monoo — me río.
— Y pensar que antes os odiabais... — se ríe.
— Bueno, en realidad siempre hemos estado enamorados del otro, pero después de que le rompiera el corazón... — le miro confundida.
— Espera un momento, ¿tú fuiste la que le rompiste el corazón? — asiente con culpabilidad.
— El verano en el que te fuiste de Erasmus a Estados Unidos, tuvimos un rollo y acabamos enamorándonos los dos. Pero cómo él era más pequeño que yo, no quería complicarle la vida con una relación seria, a si que le deje y pues eso...
— Alaa qué fuerte...¡y yo sin saber nada de esto!
— Lo siento por no habértelo contado antes Evi — niego sonriendo volviendo a darle un abrazo.
— No pasa nada, tranquila. Estoy súper feliz por vosotros — me sonríe y nos pasamos el resto de la tarde hablando sobre nuestras cosas entre risas.