Capítulo 44

830 45 3
                                    

Llevo dos semanas sin parar de estudiar para los exámenes del primer cuatrimestre. Incluso he dejado de ir al bar a trabajar por quedarme en casa estudiando. Si así no apruebo, me voy a volver loca. Cómo Flavio, Sam y Hugo me han estado insistiendo para que me tome un descanso, hoy que es sábado, saldré un rato con ellos a tomar algo. Creo que en el fondo me vendrá bien despejarme.

— ¡Fla! Necesito que me ayudes, no sé qué ponerme — me encuentra sentada en el suelo de mi habitación entre un montón de ropa.

— Madre mía cómo tienes esto Eva — me río.

— Es que cómo hace ya casi dos semanas que no salgo de casa, pues ya ni me acordaba de qué ropa tenía guardada en el armario — niega riendo.

— A ver tonta, pues ponte lo primero que pilles, si total vas a estar guapa con cualquier cosa que te pongas — y me levanto para darle un abrazo.

— Ay Fla, qué mono eres. Así normal que mi mejor amiga esté enamorada de ti — se ríe sonrojándose.

— Venga, que van a llegar nuestros rubios favoritos y tú todavía estás así — me río.

— Voyy — me sonríe y sale de mi habitación.

Al final decido ponerme un jersey morado y una falda y medias negras con mis botas de siempre. Me recojo el pelo en un moño y me hago un maquillaje sencillo. Justo cuando termino de prepararme, oigo que entran los dos rubios en casa. Antes de que pueda salir de mi habitación a saludarles, Hugo entra corriendo a abrazarme y darme besos casi tirándome al suelo y nos reímos.

— Hugo, tranquilízate por favor — se ríe.

— Es que no te he visto en cuatro días Eva — me río. Le pedí que no viniera a verme porque sino me iba a distraer y ya no me concentraría estudiando.

— Yo también te he echado mucho de menos bebé — nos sonreímos y nos besamos con ganas.

— Estás preciosa madre mía — dice separándose de mis labios un momento para darme un buen repaso con la mirada — te como toda la boca — me río.

Nos seguimos besando intensamente hasta que Sam y Flavio nos llaman para que salgamos ya. Y vamos dando un paseo hasta el bar. Hugo pasa su brazo por mis hombros y yo entrelazo mi mano con la suya que cuelga de mi hombro. Ya han colocado las luces de Navidad por la ciudad aunque aún queden cómo dos semanas, y está todo precioso.

Noto que se me ha quedado mirando embobado.

— No me mires así Hugo — se ríe.

— Es que me he quedado pensando en la suerte que tengo de estar con una chica tan increíble cómo tú — dios mío, ¿pero cómo puede ser tan adorable? Nos sonreímos cómo unos tontos enamorados.

— Te quiero amor

— Y yo a ti cariño — nos besamos.

— Chicos, os vais a chocar con alguien si seguís así de empalagosos — dice Sam riéndose con Flavio.

— ¡Pero si vosotros estáis igual! — les reprocha Hugo ya que ellos van dados de la mano besándose de vez en cuando también, y nos reímos.

Al llegar, saludamos a los padres de Flavio que se encargan esta noche de llevar el bar, y nos sentamos en una mesa los cuatro. Estamos tomando algo hablando sobre tonterías cuando siento la mano de Hugo colarse por debajo de mi falda acercándose peligrosamente a esa zona...

— Hugo — susurro regañándole.

— ¿Qué? — se hace el inocente y ruedo los ojos.

— ¿Estás seguro de que quieres jugar a esto? Porque yo también puedo jugar eh — susurro sonriendo en su oído mientras bajo mi mano lentamente hasta su entrepierna y se le eriza la piel.

— La madre que te parió Evita — maldice y me río — en cuanto terminemos esto te vienes a mi casa

— ¿Ah sí? ¿Y qué plan tienes para esta noche? — me sonríe pícaramente acercándose a mi oído.

— Follarte en cada rincón de mi casa — me sonrojo.

— Huguito, no hagas promesas que luego no puedas cumplir — le advierto sonriendo y se ríe.

— Ya verás cómo sí — me guiña y niego riendo.

— Bueno, ¿vamos? — nos pregunta Flavio cuando terminamos de tomar lo que habíamos pedido.

— Sí, que estos dos están más salidos que el pico de una plancha — dice Sam y nos ponemos rojísimos.

Nos despedimos de ellos y vamos con nuestras manos entrelazadas hacía la casa de Hugo.

— Teníais razón, me ha sentado bien tomarme un descanso después de pasar casi dos semanas metida en casa estudiando — me sonríe.

— Te admiro mucho, porque yo no podría pasar ni una hora entera estudiando — bromea y me río.

— Bueno, lo tuyo es la música Hu — asiente riendo.

— Hablando de música, tengo algo que contarte... — me dice nervioso y le miro confusa.

— ¿Qué?

— Quiero hablar de esto contigo antes de decidir nada porque creo que es una decisión bastante importante y me gustaría saber tu opinión...

— ¿Sobre qué? Venga dimee — le pido impaciente.

— El otro día que tú no estabas en el bar, después de terminar mi actuación, se me acercó un productor musical. Ni idea de qué hacía allí la verdad, pero me quedé flipando muchísimo. Me dijo que había estado viéndome actuar un par de veces y que le encantaba mi voz y mi actitud sobre el escenario. Bueno, y que si querría, le gustaría trabajar conmigo. Me ayudaría a producir mis propias canciones también y así... — no me salen las palabras, a si que me lanzo cómo una loca a sus brazos.

— ¡¡¡Ahhhh!!! — digo súper ilusionada y se ríe.

— ¿Crees que debería aceptarlo?

— Pues claro que sí tonto, no puedes desaprovechar una oportunidad cómo esta que te puede ayudar a cumplir tu sueño de vivir de la música — me sonríe.

— Pero tendría que dejar de trabajar en el bar y no quiero tampoco dejaros plantados — niego riendo.

— Hugo, no te preocupes por eso de verdad, ya lo solucionaremos. Lo que tienes que hacer ya mismo es decirle a ese productor que sí aceptas — se ríe.

— Vale, mañana lo haré — le sonrío abrazándole.

— Jo estoy tan orgullosa de ti amor — nos besamos.

— Venga, vamos. Que tengo que cumplir mi promesa, ¿recuerdas? — sonreímos los dos pícaramente y vamos corriendo para su casa.

Tú lo haces fácil Donde viven las historias. Descúbrelo ahora