Capítulo 16

803 30 1
                                    

— ¡Eva! ¿Te has perdido o algo así por ahí? ¡Que Flavio va a abrir el bar ya! — grita el rubio.

— ¡No idiota, estoy aquí! He tenido un problemilla — oigo sus pasos acercarse y cuando ve un montón de vidrios por el suelo, se acerca a mí corriendo.

— ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño? — me pregunta preocupado mirando mis manos y brazos por si me he cortado o algo.

— Estoy bien, tranquilo. Solo se me ha caído una de las botellas al suelo mientras intentaba cogerla

— Habernos avisado, que tú eres mu chica y no llegas hasta ahí arriba — le miro enfadada.

— Sí que llegaba — y alza una de sus cejas.

— ¿Enserio Eva? — ruedo los ojos.

— Dile a Flavio que ahora voy, que tengo que terminar de recoger todo este desastre — y me quita la escoba de las manos.

— Vete anda, ya lo recojo yo — le miro sorprendida.

— ¿De verdad?

— Hasta dentro de una hora no tengo nada qué hacer, a si que... — dice encogiéndose de hombros.

— Vale, gracias Hugo — me sonríe.

— De nada — le sonrío y salgo corriendo de allí.

Al de unos cinco minutos, cómo veo que de momento no viene demasiada gente y Flavio se las apaña bien solo, vuelvo para el almacén a ayudarle y a por las cervezas que se me habían olvidado. Cuando entro, veo que ya está todo recogido.

— ¿Ya está? — asiente.

— Sí, ahora estaba mirando qué tipo de bebidas teníais por aquí — dice observando las baldas.

— No sé, pero yo llevo tres años trabajando aquí y aún me cuesta saber dónde está colocada cada cosa — se ríe. Vuelvo a intentar coger las cervezas poniéndome de puntillas y se acerca a mí.

— ¿Tú lo de pedir ayuda, cómo que no, eh? — me río y me ayuda a coger las cervezas — toma

— Gracias — nos sonreímos.

Y nos quedamos mirándonos por unos segundos. Se acerca aún más a mí para coger las cervezas de mis manos y dejarlas sobre un lugar seguro antes de agarrar mi cara con sus dos manos y besarme. Por instinto, le correspondo al beso con la misma agresividad que él choca sus labios contra los míos. Sus manos bajan de mi cara a recorrer todo mi cuerpo mientras las mías se enredan en su pelo.

— No sabes lo loco que me estás volviendo con este vestido — susurra en mi oído erizándome la piel.

Le vuelvo a besar con fuerza tirando de él hasta quedarme atrapada entre su cuerpo y la pared. Sus labios bajan hasta mi cuello dejando besos húmedos mientras una de sus manos se cuela por debajo del vestido acercándose peligrosamente hacía mi zona íntima. Ahí es cuando soy consciente de dónde estamos e intento apartarme de él por mucho que me cueste.

— Hugo, no creo que sea un buen momento para — y se me cortan las palabras cuando sus dedos se adentran en mi interior. Llevo una de mis manos a mi boca para ahogar mis gemidos mientras él sigue jugueteando con mi clítoris. Con la otra mano desabrocho torpemente el botón de sus pantalones para masajear su miembro haciéndole gemir.

— Joder... — susurra contra mis labios — quiero hacértelo aquí mismo

— ¿Tienes condones esta vez? — le pregunto con una sonrisa burlona y se ríe.

— Sí, después de esa noche — dice refiriéndose a la noche en la que tuvimos que ir hasta su casa para hacerlo — siempre llevo uno en el bolsillo por si acaso, no quiero volver a esperar tanto — me río.

Saca un condón de uno de los bolsillos de su pantalón colocándoselo rápidamente para después deslizar mi tanga por mis piernas hasta que cae al suelo. Agarra con fuerza mi culo impulsándome hacía arriba haciendo que enrosque mis piernas en su cintura, y me mira a los ojos con una sonrisa pícara antes de introducirse dentro de mí. Me aferro a su espalda clavando mis uñas en su piel mientras sus embestidas aumentan al igual que lo hacen nuestros jadeos, los cuales intentamos ahogar para crear el menor ruido posible.

Llegamos al clímax los dos a la misma vez exhaustos. Sigo con mis piernas alrededor de su cintura aferrada a él y deja pequeños besos sobre mis hombros mientras recuperamos la respiración.

Unos golpes en la puerta hacen que salgamos de esa burbuja en la que los dos estábamos metidos.

— ¡Cómo no salgáis ahora mismo de ahí dentro, os despido a los dos! — nos grita Flavio enfadado.

Cruzamos nuestras miradas y nos reímos. Me deja en el suelo para colocarnos bien la ropa y demás...

— ¿Volveremos a repetirlo, no?

— Ya veremos... — le digo sonriendo y se ríe.

— Vale — salimos de allí y nos encontramos con Flavio cruzado de brazos mirándonos cabreado.

— Te lo podemos explicar — se ríe con sarcasmo.

— ¿El qué? ¿Cómo follabais ahí dentro? — Hugo y yo nos miramos sonrojados porque nos ha pillado.

— Lo siento — le digo sintiéndome culpable por haberle dejado solo atendiendo el bar y suspira.

— Si queréis follar, me parece genial, pero no aquí, ¿vale? — asentimos — venga, poneos a trabajar ya

Y nos vamos cada uno a ocupar nuestro puesto.

Tú lo haces fácil Donde viven las historias. Descúbrelo ahora