Capítulo 6

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— Déjame adivinar...te han dejado sola — me dice sonriendo el niñato rubio de la barra apoyándose en la pared de en frente mientras fuma un cigarro.

— ¿No tienes otra cosa mejor qué hacer que molestarme a mí? — se encoge de hombros.

— Puede, pero ahora mismo estoy demasiado borracho cómo para ponerme a pensar en eso

— Ni siquiera sé cómo te han dejado entrar ahí dentro siendo un crío de mierda...

— Perdona, pero este crío, tiene ya 21 años — me dice enfadado y le miro sorprendida.

— ¿Enserio? ¿21? Quién lo diría... - rueda sus ojos.

— ¿Y tú lista, cuántos tienes pues?

— Pues acabo de cumplir los 20, justo lo celebraba esta noche con mis amigas — se ríe.

— ¿Esas que te han dejado sola? Menudas amigas...

— Son muy buenas amigas, ¿vale? Solo que se han liado por ahí con unos chicos y bueno — me corta.

— Que se han olvidado de ti vamos — dice riéndose.

— ¡Vete a la mierda gilipollas! — digo sacándole el dedo y se vuelve a reír.

— Felicidades por cierto, aunque sea un poco tarde ya para decírtelo — finjo una sonrisa.

— Gracias — rueda sus ojos antes de tirar la colilla al suelo y se acerca colocándose a mi lado.

— Hugo — y saca una de sus manos del bolsillo de su chaqueta para que le dé un apretón con la mía.

— Lo siento, pero no pienso decirte mi nombre. No te conozco de nada y lo único que has hecho en toda la noche es molestarme. A si que cómo verás, no tengo ninguna razón por la que confiar en ti

— Pues vale illa — me responde un poco borde.

Nos quedamos en silencio durante unos segundos viendo cómo la gente entra y sale de la discoteca.

— ¿Eres cordobés? — me mira confundido.

— ¿Cómo lo has sabido?

— Conozco a un chico que es de allí y tiene un acento muy parecido al tuyo

— Ah...pues sí, soy cordobés — asiento — Y tú, ¿tienes algo de gallega, no? ¿O me lo parece a mí? — me pregunta sonriendo otra vez y me río.

— Sí, soy gallega, pero llevo viviendo en Madrid casi toda mi vida, a si que ya ni se me nota — se ríe.

— Bueno, yo lo he notado — y me guiña antes de apartar su mirada de la mía para sacar otro cigarro.

Me detengo a mirarle por un momento mientras fuma. No me cae especialmente bien el chaval, ¿pero para qué mentir? Está muy bueno.

Creo que nota que le estaba mirando porque se gira hacía mí con esa estúpida sonrisa de niño chulo.

— ¿Quieres? — dice ofreciéndome el cigarro.

— No, gracias. No fumo — asiente y me sonríe después de darme un buen repaso con la mirada.

— Te queda de puta madre el amarillo — dice haciendo que me sonroje un poco.

— Gracias — me vuelve a sonreír.

No tarda mucho en tirar la colilla al suelo.

— Bueno, pues yo me vuelvo para la disco. Encantado de haberte conocido morena — me guiña de nuevo y se aleja de mí para ir hacía allí.

— ¡Espera! — digo sin saber muy bien porqué.

Se gira para mirarme y alza una de sus cejas.

— ¿Sí?

— Voy contigo — y me vuelve a mirar sonriendo.

Le alcanzo y vamos hacía la entrada de la discoteca.

Probablemente me arrepienta mañana de esta decisión, pero he venido aquí a pasármelo bien ¿no? Pues eso es lo que voy a hacer esta noche.

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