Capítulo 8

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Hugo intenta abrir con prisas la puerta de su casa solo con una de sus manos ya que con la otra me está agarrando el culo mientras me besa.

— ¡Joder! ¡Ábrete ya! — y no puedo evitar reírme.

Nada más abrir la puerta, me está aprisionando contra ella besando mi boca de manera urgente.

El camino hasta su casa se nos ha hecho eterno.

Nos dirigimos a su habitación con torpeza quitándonos la ropa que nos sobra por el camino hasta que llegamos a su cama. Me tumba sobre ella colocándose encima mío y sus labios vuelven a hacer el recorrido de besos hasta mis pechos.

Sus manos continuan su camino hacía abajo tirando de mi tanga dejándome completamente desnuda. Me mira a los ojos con una sonrisa pícara antes de zambullirse entre mis piernas. Dios mío. Me aferro a su espalda mientras su lengua sigue explorándome. No tardaré mucho en correrme si sigue haciéndome 'sufrir' de esta manera...

— Hugo, fóllame — le pido entre gemidos.

No tarda en obedecerme deshaciéndose rápido de sus calzoncillos para colocarse un condón y al fin adentrarse en mi interior. Nuestros gemidos, jadeos y respiraciones agitadas aumentan al igual que lo hacen las embestidas, llegando los dos a la vez al éxtasis total.

Cambio nuestras posiciones una vez recuperamos la respiración subiéndome a horcajadas suya. Ahora me toca a mí tomar las riendas del juego...

Después de tres maravillosos polvos, llegando al punto más alto, caemos rendidos sobre la cama.

Nos mantenemos en silencio escuchando solo cómo nuestras respiraciones se van ralentizando.

— Aún sigo sin saber tu nombre — susurra.

— Y va a seguir siendo así — se ríe.

— Entonces te quedas con lo de morena — me río.

— Si no nos vamos a volver a ver más — noto sus ojos observándome a pesar de la oscuridad.

— Pues es una pena que no quieras volver a probar esto — me dice señalando su cuerpo y me río.

— Tampoco ha sido para tanto... — miento.

— No decían lo mismo tus gemidos — me contraataca sonriendo. Mierda, me ha pillado.

— Buenas noches Hugo — doy por finalizada la conversación girándome hacía el otro lado.

— Buenas noches morena — y se me escapa una sonrisa antes de quedarme dormida por completo.

Los mejores polvos de mi vida sí han sido.

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