Abro los ojos lentamente encontrándome con su cara solo a unos milímetros de la mía y sus brazos rodeando mi cintura. Acaricio con delicadeza su cara mientras me quedo mirándole embobada. Me encanta su piel, siempre le digo que no se la merece. Su sonrisa me delata que ya está despierto.
— Buenos días mi amor, feliz cumple — susurro dejando besos por su cara y abre sus ojos verdes.
— Buenos días preciosa — me dice con la voz ronca mandando un escalofrío por todo mi cuerpo.
— ¿Qué planes tienes para hoy? — le pregunto mientras sigo el recorrido de besos hasta su cuello.
— Pues cómo sigas haciendo eso, no salir de la cama en todo el día — me sonríe pícaro y me río.
— ¿No dijiste que me ibas a enseñar Córdoba?
— Y lo voy a hacer, pero primero... — se coloca encima mío besándome apasionadamente.
— Espera, tu madre nos puede escuchar — le aparto antes de que las cosas se calienten aún más.
— No te preocupes, suele salir pronto a hacer la compra — deja besos húmedos por mi cuello.
— ¿Seguro?
— Si quieres la llamo para que te quedes más tranquila eh — me dice sonriendo y niego riendo.
— Eres un idiota — se ríe.
— Pero soy tu idiota, ¿a que sí? — me dice con voz de bebé rozando su nariz con la mía haciéndome sonreír. Cojo su cara entre mis manos y le beso con fuerza colocándome a horcajadas suya. Le sonrío pícaramente antes de bajar con mi boca hasta su miembro — dios Eva — explota en gemidos.
Su primer regalo de cumpleaños.
Después de llegar los dos al éxtasis por varias veces, nos damos una ducha caliente y salimos de su casa. Me lleva a recorrer las calles de Córdoba y es todo precioso. No puedo estar pasándolo mejor.
A la hora de comer, volvemos para su casa y preparamos la comida junto a su madre.
— Gracias Eva — me dice Ana con una sonrisa mientras Hugo prepara la mesa en el comedor.
— ¿Por qué? — le pregunto algo confundida.
— Por hacer tan feliz a mi hijo, hace años que no le veía así, bueno, desde que mi marido murió... — me empiezo a emocionar al igual que ella.
— Me alegro de que yo pueda hacerle sentir así, él también me hace muy feliz a mí Ana — me sonríe.
— Eva cariño, anda ven a darle un abrazo a tu suegra — nos reímos y nos damos un abrazo.
— Eh, ¿por qué estáis llorando las dos? — nos pregunta Hugo preocupado al volver del comedor.
— Nada hijo, que tienes mucha suerte de tener a esta muchacha tan maravillosa a tu lado — le dice su madre y él asiente mirándome con una sonrisa.
— Muchísima, no me la merezco — le sonrío.
— No seas tonto eh — nos reímos y nos abrazamos.
Nos sentamos a comer entre risas, y cuando llega el momento del postre, su madre saca una tarta de Batman. Y le hace una ilusión...vamos, parece un niño pequeño. Sopla las velas mientras le cantamos Feliz Cumpleaños y después, toca darle los regalos. Ana le regala un pijama de Spiderman, se lo prueba y no puede estar más mono.
— Yo...te he escrito una canción — le digo nerviosa.
— ¿Una canción? — me pregunta sorprendido.
— Sí, es una caca, pero bueno, espero que te guste — niega sonriendo y coge mi libreta con la canción.
Espero a que la lea nerviosa. Me da muchísima vergüenza, nunca he escrito ninguna canción ni nada así antes, a si que seguramente estará fatal.
— Cántamela porfa — me pide al terminar de leerla.
— No no, yo no canto — niego rápidamente.
— Porfa Eva, que es mi cumplee — me sigue insistiendo haciendo pucheros y al final me rindo.
— Está bien — me sonríe. Intento cantarla lo mejor que puedo y cuando termino, me aplauden.
— Eres increíble cariño — deja un dulce beso en mis labios — mamá, ¿a que canta genial? — asiente.
— Sí, eres toda una artista Eva — me pongo roja.
— Pues muchas gracias — nos reímos.
— I love you too Dumb — me dice sonriendo dejando un beso en mi mejilla y le sonrío.
— Todavía me falta otro regalo...
— ¿Otro? — me pregunta sorprendido.
— Sí, toma
— No hacía falta Eva, que estés aquí conmigo ya es el mejor regalo para mí — sonrío y le doy un beso.
— Ábrelo venga – se ríe.
Lo abre y se queda flipando.
— No te creooo — me río.
— ¿Qué es hijo? — le pregunta su madre.
— ¡¡Entradas para el concierto de The Weeknd!! ¡¡Ahhh!! — y se lanza a abrazarme súper fuerte — es que te como la cara niña, madre mía lo que te quiero — me llena la cara de besos y me río.
Coge mi cara entre sus manos besándome apasionadamente e intento apartarle un poco por respeto a su madre que está en frente de nosotros.
— Por mí no os cortéis eh — nos dice Ana sonriendo y nos reímos sonrojándonos.