— ¿Qué haces aquí? — pero antes de que la chica pueda contestar, la niña se lanza a sus brazos.
— ¡Papii! — Hugo cambia su cara de enfado por una de tristeza mientras abraza a la niña.
— Hola pequeña — dice con ternura.
Me quedo de piedra, sin dar crédito. ¿Tiene una hija y me lo ha estado ocultando todo este tiempo?
La chica morena que supongo que será la madre de la niña, se acerca hasta ellos y le mira sonriendo.
— Hola cariño — y besa a mi novio en los labios.
Ahora sí que ya no sé ni cómo sentirme...
Él la aparta rápido enfurecido.
— ¡¿Cómo te atreves a venir aquí y hacerme esto eh?! Y lo peor de todo Clara, ¡mentirle a tu hija de esta manera! No entiendo cómo alguien puede ser tan mala persona de verdad — le grita con rabia a la chica que se queda sorprendida ante su reacción. La niña empieza a llorar y Hugo se agacha para intentar consolarla — ey pequeña, no llores que sino te hago cosquillitas eh — le dice sonriendo haciéndole cosquillas y la niña se empieza a reír. Después de darle un abrazo de despedida, se separa de ella — Sam, Flavio, ¿os podéis encargar de la peque porfa? — asienten y se llevan a la niña fuera del bar. Hugo se acerca rápidamente a mí cogiendo mi cara entre sus manos — Eva, te lo puedo explicar. Nada de esto es lo que parece, ¿vale? Confía en mí por favor — me ruega. Sus ojos solo me transmiten sinceridad, a si que estoy totalmente perdida, no sé qué creerme ni pensar...
— ¿A si que ahora estás con esa? — le pregunta la tal Clara enfadada señalándome con desprecio.
Hugo bufa y se gira hacía ella.
— Sí. Y no es "esa", se llama Eva. No vuelvas a dirigirte a mi novia de esa forma — la amenaza.
Y ella rueda sus ojos.
— Tenemos que hablar
— ¿De qué? No tengo nada que hablar contigo
— Sí, de Lucía — supongo que se referirá a la niña.
— No, no me hagas esto, ni a ella tampoco por favor. ¿Es que no te da vergüenza seguir con esta mentira? — le dice Hugo con los ojos vidriosos.
— Solo he venido a pedirte un favor, nada más
— ¿Qué quieres?
— Dinero, lo necesito para pagar sus clases
— ¿Y por qué me lo pides a mí y no a su padre, eh? — dice enfadado y me quedo aún más confundida.
— Porque no tengo ni idea de dónde está Hugo, y tú eres el único que puede ayudarme — suspira.
— Te pasaré el dinero que necesites, pero por favor, no sigas haciéndole creer a esa pobre niña que yo soy su padre. Me parte el corazón verla tan ilusionada cuando todo es una de tus mentiras
— No lo sería si habríamos seguido juntos
— ¿Pero cómo iba a seguir contigo cuando me engañaste con otro y luego me hiciste creer que esa niña era mía? ¡Es que no lo entiendo de verdad!
— Eso no importa Hugo, podríamos haberla criado juntos — niega riendo con sarcasmo.
— No podría vivir tranquilo sabiendo que la estaría engañando, no cómo tú. Bastante me costó ya alejarme de ella después de tenerla cómo si fuera mi propia hija durante sus primeros meses de vida
— Bueno, da igual, no quiero seguir discutiendo contigo. Solo he venido hasta aquí a pedirte eso ya que me tienes bloqueada en todas partes...
— Es que no quiero saber nada más de ti Clara, déjame vivir tranquilo de una puta vez — suspira.
— Está bien, te dejaré tranquilo con tu noviecita. Que ya podrías haberte buscado algo mejor porque vamos... — se refiere a mí despectivamente.
Y no puedo retener más las lágrimas en mis ojos. Hugo me abraza fuerte dejando pequeños besos sobre mi cabeza para intentar tranquilizarme.
— Ni caso a nada de lo que dice amor, solo te tiene envidia porque ella nunca podrá ser lo buena e increíble persona que eres tú — dice acariciando mi espalda. Cuando consigo calmarme un poco, quita con delicadeza las lágrimas de mis ojos y me da un dulce beso en los labios — te quiero mucho
— ¡Puaj! ¿Podéis parar ya? Qué asco...
— Si tanto asco te da, ¿por qué no te vas de aquí de una puta vez eh? Creo que ha quedado bastante claro que no quiero saber nada más de ti — bufa.
— Pues vale, me voy — y sale enfadada del bar.
Hugo suspira tranquilo y vuelve a mirarme a mí.
— Perdón por todo esto, no creía que sería capaz de venir aquí a intentar joderme la vida otra vez, pero me equivocaba... — dice triste y acaricio su cara.
— ¿Fue por ella que te viniste a vivir aquí?
— Sí, tendría que habértelo contado antes, lo sé, pero no sabía cómo — le llevo de la mano a una de las mesas para que nos sentemos y me lo explique...