Abro los ojos lentamente al ver la luz que entra por la ventana...espera, esta no es mi habitación. Un brazo alrededor de mi cintura me hace recordar todo lo que pasó anoche. Miro detrás de mí para encontrarme a Hugo durmiendo tranquilamente. Pobrecillo, estará agotado después de lo de ayer. Porque vaya trote, cuatro polvos en una sola noche.
Oigo sonar mi móvil a lo lejos indicando que tengo algún mensaje. Aparto con cuidado su brazo de alrededor mío intentando no despertarle para coger mi tanga del suelo y salir de su habitación.
Por el pasillo voy encontrando el resto de mi ropa. Me visto rápido mientras intento buscar mi móvil. Lo encuentro por allí tirado y al ver todas las llamada perdidas y mensajes que tengo de Flavio, me entra el pánico. Mierda, me olvidé por completo de llamarle o avisarle de que volvería tarde a casa. Ahora estará súper cabreado conmigo y no puedo culparle de ello porque me lo merezco. Soy tonta.
De repente oigo un maullido detrás mío pegándome un susto enorme. Al girarme, me encuentro con un gatito chiquitín negro. Me agacho para acariciarle y ronronea, aww que cuquii.
— Veo que ya has conocido a Sullivan — me dice su dueño sonriendo apareciendo solo en calzoncillos.
— ¡Joder qué susto! — se ríe.
— Perdón, no quería asustarte — después de acariciar al gatito por una vez más, me incorporo.
— Tengo que irme ya si no quiero que me maten, a si que adiós — le digo dirigiéndome hacía la puerta.
— ¡Ey, espera! — y me giro para mirarle.
— ¿Qué? — se acerca hasta mí.
— Te olvidabas de esto — y me da una bolita de papel arrugado.
— ¿Qué es esto? — le pregunto confundida.
— Mi número, por si quieres volver a repetir lo de anoche — dice guiñándome y niego con la cabeza.
— No vamos a volver a vernos Hugo
— Bueno, eso nunca se sabe, la vida está llena de casualidades — me dice sonriendo y ruedo los ojos.
— Adiós — y salgo rápido de su casa para dirigirme a la mía donde me espera un Flavio muy enfadado.