— ¡Sam! — voy corriendo a abrazarla nada más ver que entra por la puerta del bar.
—¡Eva! — me abraza fuerte — tía, estoy nerviosa
— Normal, es tu primer día aquí — suspira.
— Ya, pero ¿y si no les caigo bien a los clientes? Que ya sabes cómo soy yo... — me río.
— Tranquila, seguro que va bien — nos sonreímos.
— Hola Samantha — le saluda Flavio con una sonrisa más bien falsa, pero bueno, le agradezco que esté intentando ser amable con ella por mí.
— Hola — le saluda ella de la misma manera. También tuve una charla con Sam sobre ello, y me dijo que iba a intentar llevarse mejor con él por mí.
Justo entra Hugo en el bar y se fija en Sam.
— ¿Pero buenooo, y esta rubia tan guapa? — nos reímos y ellos dos se acercan para darse dos besos.
— Hola, soy Samantha, encantada de conocerte
— Hugo, y lo mismo digo — se sonríen.
— Samantha, ven conmigo, que te tengo que explicar cómo va todo esto — y ella resopla.
— Flavio, que ya sé cómo funciona, ¿vale? No soy tan tonta — rueda los ojos antes de cogerla del brazo y llevarla con él para explicarle las cosas.
— Qué dos, ¿no? — me pregunta Hugo sonriendo.
— Ni te lo imaginas, siempre están igual — se ríe.
Nos quedamos en silencio mientras yo voy preparando las cosas para abrir el bar.
— Eva — le miro.
— ¿Qué?
— ¿Podemos hablar sobre lo del otro día?
— ¿Lo del otro día? — le pregunto confundida.
— Sí, sobre lo que pasó en el almacén, ya sabes
— Ah...bueno, solo follamos, ¿no?
— Sí, pero...¿te gustaría que volviera a pasar?
— ¿A ti sí o qué?
— Pues sí, ¿pa' qué te voy a mentir? — y nos quedamos mirándonos por unos segundos.
— Pero te refieres solo a follar, ¿no? Sin sentimientos ni nada de por medio — asiente.
— Solo follar, sin compromisos — suspiro.
— No sé, creo que no sería una buena idea...
— ¿Por qué?
— Pues porque trabajamos juntos Hugo
— ¿Y? — me pregunta alzando una de sus cejas.
— Pues que es raro, no sé...además, ¿qué pasa si alguno de los dos empieza a salir con alguien?
— Pues lo dejamos ahí. Cuando nos cansemos, lo dejamos y punto — me muerdo el labio pensativa.
— Pff no sé, tengo que pensármelo...
— Eva, que si no quieres, no pasa nada, ¿vale? Tampoco quiero que me digas que sí cuando no estás segura de ello o lo que sea vamos...
— No es eso, la cosa es que me gusta un chico y no quiero complicar las cosas — frunce su ceño.
— ¿Quién?
— No lo conoces, va a mi clase en la uni
— Ah...bueno, no se tiene porqué enterar
— Ya, si además no hay nada entre nosotros. Ni siquiera creo que le guste, a si que...
— Pues entonces, puedes hacer lo que te dé la gana — me río.
— Tienes razón, pero ¿por qué yo?
— ¿Cómo que por qué tú?
— Quiero decir, cada tarde pasan por aquí un montón de chicas con las que te podrías liar perfectamente y decirles lo mismo, ¿no?
— Sí, podría decírselo a cualquiera. Pero sinceramente, contigo he tenido los mejores polvos de mi vida y creo que tú también conmigo. ¿O me equivoco? — me pregunta sonriendo y me río.
— No se lo tiene creído ni nada el niño oye — se ríe.
— Yo solo te lo digo por si quieres, sino pues nada morena. Compañeros de trabajo y punto — me río.
— Ya te diré — asiente.
— ¡Ayuda! — grita Sam mientras intenta escapar de Flavio que la persigue por todo el bar y nos reímos.
— ¿Qué hacéis?
— ¡Me ha robado el móvil! — se queja Flavio.
— Sam, dale su móvil
— ¡No! — y sigue escapándose de él.
Al final, termina pillándola y le hace cosquillas.
— ¡Flavio! ¡Para! — dice entre risas.
— No hasta que me des mi móvil
— Vale vale, te lo doy, pero no me hagas más cosquillas porfa — se lo da y la suelta.
— Muy bien, así me gusta — Sam le saca la lengua cómo si fuera una niña pequeña y él se ríe.
Noto la mirada de Hugo posada sobre mí.
— ¿Qué?
— Esos dos acaban juntos fijo — me río.
— Pues ojalá... — me sonríe y yo a él.