— Hola — me dice sonriendo al abrirme la puerta.
— Hola... — le digo algo nerviosa y nos quedamos mirándonos por unos segundos — ¿puedo pasar?
— Ah sí sí claro — dice riendo dejándome pasar — ¡Sulli! ¡Mira quién ha venido! — y aparece el gatito.
Me agacho para acariciarle y no puedo evitar reírme cuando intenta subirse en mi regazo.
— Aw es súper cuquii — le digo a su dueño que nos está mirando a los dos con una gran sonrisa.
— Lo es — le sonrío también y nos volvemos a quedar mirándonos, hasta que siento un arañazo.
— ¡Au! Pero bueno pequeñín, eso no se hace eh — le regaño de bromas al gatito con una sonrisa.
— Sulli, no arañes a la Eva hombre — dice Hugo agachándose a mi lado para cogerlo entre sus brazos — ¿no ves que si haces eso luego no va a querer volver a venir a vernos? — me río.
— ¿Tan seguro estás de que voy a volver a tu casa?
— No, pero espero que sí lo hagas — me dice sonriendo antes de llevarse al gatito para otro lado.
Mientras tanto, observo un poco su salón. La otra vez que estuve aquí no pude fijarme mucho con las prisas y tal. Me acerco hasta una foto en la que aparece un niño pequeño, que se parece mucho a Hugo, de la mano de un hombre y una mujer.
— ¿Qué haces? — dice detrás de mí y le doy un golpe en el brazo por asustarme de esa manera.
— ¡Joder Hugo! — se ríe.
— Eres muy asustadiza eh — ruedo los ojos.
— ¿Este eras tú? — le pregunto señalando la foto.
— Sí, tendría cómo unos 6 años o así ahí — sonrío.
— Qué mono — se ríe poniéndose rojo — ¿y estos de aquí son tus padres? — asiente con una sonrisa nostálgica — pues eres igualito a tu madre — se ríe.
— Lo sé, me lo suelen decir mucho — me río.
— ¿Tus padres siguen viviendo en Córdoba?
— Sí, bueno, solo mi madre. Mi padre falleció hace unos diez años... — dice con la mirada triste y me llevo las manos a la boca por haberla cagado así.
— Lo siento muchísimo enserio, yo, soy tonta, no debería haberte preguntado sobre eso y — pone una mano sobre mi brazo para llamar mi atención.
— Eva, tranquila, no pasa nada — me sonríe para asegurármelo — ¿ahora podemos dejar ya de hablar sobre esa foto por favor? — asiento.
— Sí, mejor — nos reímos.
— Vamos a sentarnos al sofá — nos sentamos con una distancia prudente entre nosotros y nos miramos — ¿de qué querías hablar conmigo?
— Eee...bueno, a ver, ¿te acuerdas de la conversación que tuvimos el otro día? — le pregunta nerviosa. ¿Por qué coño me estoy poniendo tan nerviosa para decirle esto?
— ¿De cuál exactamente? Lo siento, pero soy muy despistado — me dice sonriendo y ruedo los ojos.
— Hugo, sabes perfectamente de lo que te estoy hablando, no te hagas el loco — se ríe.
— Vale, sí. ¿Qué pasa con eso?
— Pues que me parece bien la idea de follar sin ningún compromiso, si tú sigues queriendo claro
— Por mi parte sí, pero ¿estás segura? — asiento.
— Mientras no nos afecte en el trabajo... — se ríe.
— Vale, pues...¿cómo quieres empezar con lo que quiera que sea esto? — me río poniéndome roja.
— No sé, cómo quieras... — se ríe.
— Es incómodo, ¿no? — asiento — mira, pues nos dejamos llevar y ya está, sin pensarlo demasiado
— Sí, además no es cómo si nunca lo hubiéramos hecho, que ya tenemos experiencia — nos reímos.
Nos seguimos mirando, hasta que al fin él se atreve a dar el primer paso acercándose a mí y me besa.