−Mi nombre es Martina Stoessel, pero me puede decir Tini, señor− sonrío tendiéndole la mano.
−Señorita Stoessel, bienvenida− dice con desgana sin apartar su mirada de la computadora.
Confundida bajo mi mano.
−Espero que no vuelva a venir con esa rid...
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Pov Tini 🌷
La reunión terminó y cada uno de los empresarios se fueron retirando uno a uno, incluso el jefe de la corporación que tenía otros "asuntos" que terminar. Solo quedamos el señor Pattinson, Daniel y yo.
–Martina Stoessel– me nombra con una perfecta sonrisa.
–Dani Tremblay– guardo mis cosas –El mundo es un pañuelo.
–El tiempo solo ha hecho que te veas más hermosa– halaga acercándose a nosotros.
Niego sin mirarlo, su actitud de casanova al parecer no ha cambiado en lo absoluto.
–Disculpen ¿Se conocen?– pregunta mi jefe con impaciencia.
–Sí, fuimos juntos a la universidad– comenta él sentándose en la esquina de la mesa, justo enfrente de nosotros –Hace mucho no nos veíamos...
Desde que terminamos el penúltimo año de facultad para ser exactos, se había ido al exterior a terminar los estudios pero me sorprende saber que justamente escogió Inglaterra.
–Oh...
–Me impresiona verte de asistente. Tienes el potencial para estar al frente de hasta dos empresas si te diera la gana– comenta él, haciendo que me sienta entre halagada y ofendida.
Estaba a punto de agradecerle por cortesía, cuando fui interrumpida.
–Mientras que otros, no merecen el puesto que tienen.
Daniel comenzó a reír por lo bajo, mientras negaba.
–Robb, deberías concentrarte en tu éxito, no en el de los demás– le guiña un ojo y vuelve su atención a mí –Seguramente nos volveremos a ver, así que hasta pronto Tini.
–Adiós...– comienzo a decir, él toma mi mano y se inclina dejando un beso en ella.
En silencio se va, a lo que nosotros lo seguimos unos segundos después. Al salir del edificio no lo volvemos a ver, por lo que pedimos un taxi para volver al hotel.
–El señor Wembley dijo que mañana nos enviaría por correo el acuerdo ya redactado, por lo que de a partir de entonces deberemos pensar la estrategia que usaremos y, desde luego llamaré a la señorita Úrsula para informarle.
Miro al señor Pattinson, que ignorante a mis palabras solo se había limitado a decirle nuestro destino al chofer, para después mirar con atención la ventanilla. Ya parece una costumbre de él perderse en sus pensamientos.
–Señor– toco su hombro –Si lo que le preocupa es la competencia, seguramente tendrán en cuenta su experiencia y dedicación que ha tenido todos estos años que se asociaron con usted. Estese tranquilo.
–No es preocupación o desconfianza lo que tengo– niega y me mira –Es estupefacción.
