•Capítulo 42•

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–Martina ¿Puedes inclinarte un poco a la derecha? Y quiero que mires a la cámara como si se tratara del ser más sexy que hayas visto e intentes comertelo con la mirada ¿Está bien?

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–Martina ¿Puedes inclinarte un poco a la derecha? Y quiero que mires a la cámara como si se tratara del ser más sexy que hayas visto e intentes comertelo con la mirada ¿Está bien?

–Si si. Son muchas cosas pero lo intento– exhalo algo de aire e imagino que estoy frente a nada más y nada menos que mi novio y jefe.

Es tan extraño pensar cómo llegamos a necesitar tanto uno del otro.
Una sonrisa se me escapa al pensar en la noche anterior.

–¡Exacto! ¡Quedate justo con esa expresión!

–Se tomó enserio tu consejo. Hasta ojos post-sexo te puso– ríe Anny desconcentrandome.

Mi día libre se estaba convirtiendo en un suplicio laboral al lado de mi mejor amiga. Debería dejar de complacer tanto a Anny.

[Unas horas antes...]

Me encontraba durmiendo plácidamente cuando un cosquilleo en mi cintura me hace sonreir y abrir los ojos.

–Buenos días.

–¿Cómo haces para verte hermosa incluso cuando duermes?

Su sensual voz raspada de madrugador hace que me tape el rostro y niegue.

"Si vuelven a tener sexo una vez más no podrás levantarte a trabajar Martina"

–Hay que tomarnos el día libre– dice de repente. Asombrada lo miro.

–¿Me leíste la mente?

Su risa es música para mis oidos y una peligrosa invitación para el resto de mi cuerpo.

–Le avisaré a Úrsula que no iremos. Hoy estoy de muy buen humor como para lidiar con Salma y sus juegos.

–¿Que juegos?

–Moví algunos de mis contactos y descubrí que fue ella la que robó nuestro ensayo de la app que haríamos para vencer a Tremblay.

–¡Que perra!– me acomodo en la cama enojada, haciendo que las sábanas se deslicen hacia abajo, dejando expuestos mis senos.

Él inclina la cabeza hacia un lado, como un cachorro que intenta ver algo desde otro ángulo.

–Mi enojo se esfuma a tu lado.

Es mi turno de reír, volviendo a cubrirme. Estiro el brazo hacia la mesita de noche al oir mi celular sonar.
"La modelo que iba a ser fotos conmigo renunció a último momento y mis jefes vieron tus fotos. Te quieren. Te quiero. Te queremos" esas fueron las palabras de mi amiga para convencerme.

[Presente]

A Robert no le agradó en lo absoluto que repentinamente huyera de sus brazos. Sin embargo, hice de las mías para que al final no se enojara.

–No se cómo haces para tener una mirada tan inocente pero a la vez tan perversa, pero la amo.

Mariano, el fotógrafo, se la pasaba diciéndome halagos desde hacía rato, tirando además algunas indirectas de que debería renunciar a la publicidad para caminar en pasarelas como mejor opción. Intentos fallidos, por supuesto.

Señorita StoesselDonde viven las historias. Descúbrelo ahora