•Capítulo 44•

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Pov Omnisciente

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Pov Omnisciente.

El último día laboral había empezado. Este era diferente a los demás.
La mayoría de empleados se encontraban guardando sus pertenencias en cajas, otros hablaban sobre lo que harían después de esto; Mientras tanto Martina y Dennis se encontraban en el suelo de la ex oficina de la rubia con los ojos cristalizados.

–No puedo creer que esto haya pasado...Pensé que todo iba a volver a la normalidad.

–Yo también– la castaña sorbe la naríz –Esa maldita se salió con la suya ¡Yo pensaba que se había rendido porque hacía mucho no aparecía!

–Terminó siendo lo contrario. En el tiempo que descansabamos de su presencia ella estaba regalando contratos y acciones a todos los proveedores y socios. Ni siquiera nos dejó algunos clientes para salir adelante un tiempo...¡Quedamos en completa banca rota!

Ambas se abrazan.

–Pobre Úrsula. Se veía tan decepcionada cuando Robert decidió vender.

–Él no lo demostró pero estoy segura que está peor que todos nosotros– dice Martina.

Y así lo era. Tanto esfuerzo, tanto sacrificio, tanta soledad que estuvieron por años habían terminado sin que nadie lo viera venir. El balde de agua fría había venido hacía un mes en aquella llamada del banco. Pensaron que otra vez podían salir del aprieto. Ya era tarde. Nadie quería ayudarlos. Todos habían empezado a mirar a los Pattinson como los ladrones de Salma, la cual fue víctima hace años aunque ahora cumplía el papel de victimaria.

–Te dije que lo lograría Robert. Esta compañía debió ser mía hace mucho, cuando tu papá me dejó lado y en la calle– habla Salma.

El heredero se limita a firmar los últimos documentos. Úrsula traga grueso para evitar decir algún comentario que demuestre su debilidad. También debía firmar como segunda al mando.
Daniel Tremblay los había acompañado, ya no como un enemigo sino como el apoyo emoción de Úrsula en este difícil momento.

–Daniel déjame decirte que aunque el edificio de Quality Pattinson vaya a ser demolido, la nueva sucursal de mi negocio estará disponible en el mismo lugar por si quieres asociarte también– sonríe complacida.

–No gracias. No hago negocios con personas embusteras– responde con desprecio.
El joven jamás había estado de acuerdo con las trampas y fraudes para llegar al poder. Él había obtenido todo lo que tenía gracias a un esfuerzo honesto y jamás se habría atrevido a quitarles el trabajo de toda una vida a un par de buenos hermanos que estaban pagando por los errores de su padre.

–Como sea, igualmente ya tengo muchos socios.

–Es todo. Adiós Salma– se despide Robert, abrocha el saco
de su esmoquin y mira a su hermana.
Ella asiente y toma de la mano a Daniel. Los tres salen con la frente en alto de la ex oficina de Robert.

Los empleados los miran, se acercan junto con Martina y su amiga.
Úrsula es la que empieza con la despedida oficial.

–Chicos ustedes saben tanto como nosotros lo que hicimos por este lugar. Estoy muy agradecida por sus años de trabajo. Ha sido un verdadero gusto.

Varias personas se acercan para estrechar sus manos. Pensaban que ya era hora de irse, pero Robert tenía un dolor en el pecho que sabía que solo se aliviaría si hablaba también.

–Esperen– todos se giran con sus pertenencias en mano –También quiero agradecerles...– aclara su garganta –Les hablo como amigo, no como jefe. Se que a lo largo de estos años no he demostrado mi agradecimiento. Al contrario, les sobre exigí trabajo y fui bastante...intolerante.

El uso de la palabra los hace reír bajito. Muchos pensaron que esq era una palabra suave para expresar lo cruel que a veces llegó a ser.

–Sin embargo, cada vez que les dije de mala gana "buen trabajo" por dentro estaba orgulloso, cada vez que los miré mal era solo por el hecho de sentirme solo y no saber cómo relacionarme de manera correcta con los demás. Me disculpo y a la vez les agradezco.

El silencio se cierne en el ambiente por un momento, hasta que Jorge—el ahora Novio y representante de Annabeth— extiende su mano y dice:

–Hizo de nosotros exelentes profesionales señor. Un placer.

Los demás uno a uno lo imitan, claramente conmovidos por sus palabras. También se acercan a Tini y la abrazan. Ellos saben que el cambio de Robert de actitud es gracias a ella.

Horas después la pareja llega al cementerio. Esta vez Martina no había sido la de la idea, sino el propio Robert.

–Hola padre– el hombre se inca frente a la tumba –Esta posiblemente sea la última vez que venga a verte ¿Sabes? Hoy Úrsula y yo vendimos la empresa. No tuvimos opción– explica. En su mente imagina las frases que diría su padre si estuviera vivo –Al principio me sentí mal, decepcionado...Pero ahora veo que me estaba convirtiendo en una viva copia de tí. Casi pierdo al amor de mi vida por la ambición.

Martina se inclina hacia él al oírlo, acaricia su hombro en señal de apoyo.

–Quiero informarte que con mi parte del dinero de la venta Martina y yo hemos decidido ir a vivir a Inglaterra. Es lo mejor. Ahí comenzaremos de cero. Antes necesitaba despedirme de ti. Necesito que dejes de atormentarme, por lo que también quiero informarte que ya no te guardo rencor por todos los traumas que me causaste. Los superé a cada uno de ellos.

Se levanta y toma la mano de su novia.

–Adiós Padre. Hasta nunca.

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En el avión Tini sonríe mirando la ventanilla.

–¿Tienes miedo?– pregunta con gracia el ojiverde.

–Ya no. Imagino que es un castillo inflable.

Ambos ríen al recordar el consejo que le dio el hombre a su ex secretaria cuando volaron juntos por primera vez.

–Te amo tanto– susurra ella.

–Yo a ti.

Se besan dulcemente. Aprovechando que sería la última vez que estarían en primera clase y solos, Martina se quita el cinturón para librarse de si asiento. Robert mira con deseo cómo la joven se levanta y se sienta sobre sus piernas.

–¿Quieres imaginar conmigo que salto sobre un castillo inflable?

Señorita StoesselDonde viven las historias. Descúbrelo ahora