Ig: @vero.nez.x
Algunos días es más fuego que mujer y todavía está aprendiendo a cómo dejar de arder ante tanta gente fría.
-David Sant.
Gavin.
Tres días.
Tres asquerosos días en los que Anelís no había querido mediar palabra.
Tres días en los que solo Gad y yo hemos entrado a su habitación en compañía de Hera a cuidar de ella y curar su espalda.
Tres días desde que mis hermanos y yo no le dirigimos la palabra a Rexan.
Tres días... Y un aborto.
Ella era fuerte, sin embargo, sabíamos que le había afectado un poco. Yo seguía sin entender como un simple coágulo de sangre podía afectarla aunque fuera mínimamente, aún así no preguntaba. Ella no hablaba de ello, lo evadía. Tenía una forma peculiar de hacerlo.
Caminaba por la casa a altas horas de la madrugada, descalza y con una diminuta bata de seda blanca. Salía hacia el patio, se recostaba en el pasto boca arriba y dejaba su cabello flotar en el agua. Luego se levantaba y entraba a la casa sin secarse, dejando que su pelo mojara su bata y la dejara transparente. Llevándome así a fantasear con sus rosados pezones estas últimas noches.
Parecía una jodida diosa pero cada vez era más perra con todos nosotros.
-¿Duele?- Pregunto ante la mueca que hace al pasar mi mano con ungüento por su espalda. Ella niega- ¿Volverás a hablar?
-No porque no me apetezca hablar contigo significa que haya dejado de hacerlo- Ella se gira a verme. Se encuentra acostada boca abajo en su cama, sin camisa y con los brazos flexionados sobre su cabeza, veía como sobresalía parte de sus pechos por los lados.
Mi polla comenzó a despertarse al observarla de esa forma, no era la primera vez en estos días que la veía así, pero si era la primera vez que ella me veía como lo estaba haciendo ahora.
-¿Y por qué no te apetece hablar conmigo?- Terminé con su espalda y ella se apoyó en sus brazos dejándome ver sus senos por una fracción de segundo. Su vista estaba en el suelo.
-Porque a veces no me apetece hablar- Dirigió su profunda mirada a la mía-, no solo hablar.
-¿Y qué quieres hacer hoy?
-Lo que tú quieras hacer hoy conmigo- Se levantó un poco dejándome apreciar sus perfectos pechos, hipnotizándome. Sin embargo, salgo de aquel trance al sentir su mano en mi dura entrepierna. Abro mi boca para decirle que la aparte pero de ella solo sale un gemido al sentir que la aprieta un poco.
Me armo de fuerza y, odiándome como nunca, apartó su mano con delicadeza ganándome una mirada de confusión de su parte-. No pienso tener sexo contigo, no aún. Viviste algo que te afectó hace pocos días, porque lo notamos aunque quieras hacerte la dura.
-Yo no...
-Y por mucho que quiero follarte- la interrumpí-, soy un caballero que esperará a que vengas a mi cuando te recuperes y no por querer probarte un punto a ti misma.
Me levanté de la cama mientras ella observaba el suelo. Creí que diría algo pero simplemente cubrió su pecho con la sábana, acostándose de espaldas a mi. Largué un suspiro de resignación y salí de allí.
Acomodé mi polla entre mis pantalones mientras andaba por el pasillo hasta mi habitación. Seguía duro por ella y tenía que descargar esto.
Abrí la puerta del armario que había dentro de mi cuarto. Un armario nada común. Caminé hasta la silla ubicada en el medio de este en donde estaba aquella persona atada y amordazada.
-¿Con qué te torturaré hoy?- Caminé entre mis juguetes mientras oía sus sollozos- Lo sé, sé que estás ansiosa como siempre.
Me coloqué un par de guantes de látex, tomé mi navaja y un vibrador y me acerqué a ella-. Te haces la dura y siempre terminas tan mojada conmigo...
Comencé dejando el vibrador apagado en su cuello, hice un primer corte en su brazo y al oír su quejido, encendí el vibrador. Bajé poco a poco por sus pechos, no pensaba tocarla con algo más que no fuera la navaja y el juguete. Estos deberían ser los pechos de Anelís.
Llegué a su entrepierna y comencé a masajear su clítoris con aquellas vibraciones a la vez que ella soltaba un gemido. Sonreí por su falta de coherencia. Estos deberían ser los gemidos de Anelís.
Veía como empapaba el juguete e hice un corte más profundo en su otro brazo haciendo correr la sangre, lágrimas salían de sus ojos pero no paraba de jadear. Esta debería ser la sangre de Anelís.
-¿Qué? ¿Vas a acabar?- Podía observar cómo se balanceaba en la silla buscando más fricción y como comenzaba a contraerse su abdomen- Eres una perra sucia.
Apagué el vibrador y soltó un gemido en forma de protesta-. No te detengas... Por favor.
-No pides a tu secuestrador por tu libertad- Volví a encenderlo, presionándolo más y con más potencia-, pero si le pides por tu liberación.
-Tal vez... Ya esté tan enferma como tú- Habló con dificultad y eso me hizo sonreír cínicamente. Subí más la velocidad del juguete y observé sus piernas temblar para luego soltar un grito y mojar con sus fluidos el juguete. Este debería ser el orgasmo de Anelís.
Quité la venda de su rostro.
Sin pensarlo más, tomé la navaja y la pasé por su cuello abriéndolo de extremo a extremo, observando la vida irse de sus ojos.
Nadie está tan enfermo cómo yo.
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Los secretos de Anelís. +18✔️ || Bilogía Secretos I [TERMINADA]
Mystery / ThrillerCONTENIDO SENSIBLE. Una chica. Seis chicos. Mamá siempre dijo que los monstruos existían, que a lo largo de mi vida encontraría a varios. Eso fue antes. Antes de matarla. Su último aliento fue soltado junto con las palabras: "Cada día, tarde...