Ig: @vero.nez.x
Siempre tuve el deseo de infligir dolor a otros y hacer que otros me causaran dolor. Siempre parecí disfrutar de todo lo que dolía.
-Albert Fish.
Me encontraba desayunando con la chica de servicio de la casa. Agradecía que no estuviera nadie más acá. Hasta donde tenía entendido, Geremah estaba en su trabajo, las esposas estaban de compras para nosequé de esta noche y los chicos, pues...
No tenía ni idea pero no estaban aquí y con eso me conformaba.
-¿Desea algo más, señorita?- Habló la chica en un tono que ocultaba sarcasmo y su odio hacia mi.
-Si, que vayas al último piso, subas al tejado y camines y camines- Me fui acercando a ella y notaba el arrepentimiento en sus ojos-, hasta que ya no haya tejado. Ni vida dentro de ti.
Nos quedamos unos minutos observándonos. Ella con miedo y yo de forma neutral.
-Anelís, no asustes a nuestro personal de servicio- Vi sobre mi hombro encontrándome con los chicos.
-¿Por qué no?- Ese era Gael, acercándose a nosotras con Gadiel.
-Sería divertido.
-No lo hagan un juego para ustedes porque yo juego sola- Giré a encararlos.
Gael colocó su mano en mi barbilla haciéndome subir el rostro, mientras Gadiel la colocaba en mi nuca, tirando de mi cabello.
-Creí que las mujeres amanecían de buen humor después de un orgasmo- Sonreí hacia un lado ante las palabras de Gaius.
-No nos conoces mucho aún teniendo a cuatro madres. Primeramente porque, lo creas o no, no somos esclavas de quien nos regala orgasmos. Podemos complacernos perfectamente nosotras solas.
Me solté del agarre de los gemelos, le eché una mirada de advertencia a la chica y salí de allí.
Caminé directo al patio trasero de esa gran mansión y rodeé la piscina. Este calor me abrumaba. Cada día el clima estaba más bipolar.
-¿Vas a entrar?- Me giré rápidamente al escuchar esa voz.
-Gareth- Estaba tumbado sin camisa frente a la piscina, solo con un bañador, gafas de sol y un libro en sus manos. Diablos.
-Así me nombraron mis madres- Se levantó y caminó hacia mi-. Es odioso tenerte caminando de aquí para allá mientras intento leer, ¿entrarás a la piscina o solo modelarás a su alrededor?
Sin esperar respuesta de mi parte, se giró y volvió a tumbarse con su libro. Quité mi pijama a sabiendas que debajo solo tenía una braga y, después de ver que tenía su atención, me lancé a la piscina con perfecta elegancia.
Salí a la superficie sintiendo el maravilloso contraste del calor del sol y el frío del agua en mi piel. Giré en dirección a la casa y ahí estaban todos los chicos, frente a ellos se encontraba Gareth con una toalla. Salí de allí lentamente frotando mis pechos para que el agua corriera por ellos.
Fui hacia Gareth y tomé la toalla que me tendía. Me sequé el pelo, las piernas y los pechos viéndolos a cada uno, dejé caer la toalla al suelo y caminé por el medio de todos hasta la casa.
Ya los tenía.
-Esta noche vendrán socios de su padre, así que quiero elegancia, responsabilidad, nada de peleas, nada de estar follando en algún sitio en el que puedas ser encontrados de nuevo- Mencionó Ítala dándole una mirada de reproche a los gemelos, quienes chocaban sus puños.
Ya me daba cuenta de todo. Ítala era la madre elegante, que amaba a sus hijos pero vivía de la palabra de la sociedad. Hera, la madre amable y bondadosa que parecía sacada de Disney. Olexa, la madre a la que debías temer si o si porque era lo que ella inspiraba; debías hacer de todo por no decepcionarla. Y a la cuarta esposa aún no la conocía. Tal parece que siempre salía de viajes.
-Anelís, trajimos también tu vestido para esta noche. Irás escoltada por mis seis tesoros y serán tu compañía para el baile.
-Hera, por favor, no la presiones.
-Olexa, déjame emocionarme por todos. Sabes lo mucho que amo este baile. Anelís, cariño, ¿cuál es tu color favorito?
El de la sangre que saldría de ti si te rajara la garganta por no callarte.
-El rojo- Respondí con mi mejor sonrisa. Hera dio tres palmadas de emoción.
-Perfecto, ya está hecho. Ahora a cambiarse todos, nos vemos aquí abajo en cuatro horas.
Sin dejarla decir más, todos salimos de ese sitio para no seguir escuchándola. Gad se acercó a ella y besó su mejilla antes de irse. Se notaba que, aunque su alegría fuera insoportable, la amaban.
En mi habitación se encontraba un sacó negro que debía tener mi vestido dentro de sí. No me molesté en abrirlo y fui directo a ducharme. Arreglé mi cabello en una cascada de rizos rubios y me maquillé de forma natural. Quería que toda la atención la robara mis labios.
-No puedo elegir el pintalabios sin ver el color del vestido- Hablé sola, como de costumbre. Mi ánimo subió enteramente al verlo.
Rojo será.
Tocaron a mi puerta cuando ya me encontraba lista, murmuré un 'pase' y por ella entró Gavin.
-Mi mujer- Sonreí.
-Ya quisieras que fuera tuya- Terminé de retocar mis labios y caminé hacia él, metí el labial entre mis senos bajo su atenta mirada y tomé su brazo para que me escoltara.
Me tomó de la cintura pegándome de espaldas a su pecho, pasó su lengua por mi cuello haciéndome estremecer. Puso su mano en el pomo de la puerta.
-Desde ayer no eres mía- Abrió la puerta y en ella estaban los demás hijos Genovese-. Eres nuestra.
***
Aclaro que no tengo días específicos para actualizar. Depende de mi inspiración y, si hay algo que no entiendan o crean que no tiene sentido, pueden decirme. Acepto críticas constructivas.
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Los secretos de Anelís. +18✔️ || Bilogía Secretos I [TERMINADA]
Misterio / SuspensoCONTENIDO SENSIBLE. Una chica. Seis chicos. Mamá siempre dijo que los monstruos existían, que a lo largo de mi vida encontraría a varios. Eso fue antes. Antes de matarla. Su último aliento fue soltado junto con las palabras: "Cada día, tarde...