Los secretos de Anelís. +18✔️ || Bilogía Secretos I [TERMINADA]

12.

Ig: @vero.nez.x

Tarde o temprano la voluntad de Dios se impondrá sobre todos vosotros, y a mí me condenasteis por ser la voluntad de Dios.

-Charles Manson.

Desconocido.

-¡¿Dónde diablos estoy?! ¡Quítenme esta jodida venda de los ojos, maldita sea!- No sabía donde estaba, solo sabía que el lugar estaba impregnado en legía y esta hacía arder mi nariz y aguar mis ojos. Tenía un calor de los mil demonios y lo único que escuchaba era el eco de mis propios gritos- ¡¿Qué se supone que hice para estar aquí?!

-Joder, cállala de una vez antes de que le corte la lengua- Esa voz, la había escuchado antes. Masculina y gruesa.

-¿Quién eres?- Pregunté con un nudo en mi garganta.

-Soy quien tu quieras que sea- Escuché sus pasos a mi alrededor y luego su risa agria-. Puedo ser tu dios y tu diablo. Puedo traerte el cielo o puedo bajarte al infierno.

-¿Por qué no me sueltas mejor?- Murmuré armándome de valentía- ¿Por qué estoy aquí?

Silencio.

Creí que se había marchado pero no fue así. Sentí unos dedos frío en mi cara y luego otro objeto, frío también. Intentaba abrir mi boca.

-Sé que sonará muy cliché pero si colaboras con nosotros, no te haremos daño- Habló otra voz. A este punto ya estaba llorando.

-Por favor... por favor. Suéltenme, déjenme ir- Supliqué sintiendo lo salado de mis lágrimas en mis labios. Sin embargo, ellos se aprovecharon de ello para introducir el objeto en mi boca. No sé que diablos era pero dolía, rasgaba mis mejillas. Lloré aún más fuerte.

-No sabes cuan duro me pone que supliquen. Más aún cuando son pecadoras. ¿Así le suplicas a tu Dios que te perdone los pecados? Aquellos por los que nunca pagas...

-¡Yo no...

-Mierda, haz que se calle ya. Mi cabeza va a estallar- Dicho eso, sentí como tomaban mi lengua, aprisionándola con algo metálico. Me desesperé y empecé a negar intentando gritar.

Cuando lees sobre secuestros o asesinatos, siempre te hacen creer que puedes salvarte razonando con tu secuestrador. Yo creía eso. También creí que nunca necesitaría razonar con alguien así. Sin embargo, nunca puedes saberlo hasta que estás en este puesto, en esta piel que quema y escuece.

Solo podía llorar e intentar moverme pero no era de mucha ayuda. No me rendí aún cuando lo sentí. Cuando sentí aquel filo que comenzaba a desgarrar mi lengua. Intenté desatarme, grité y mis lágrimas salían como río buscando su cauce. Sentía la sangre llenar mi boca y ahogarme; comencé a toser y a tragarla sin quererlo.

Me sentía en el infierno mismo, el dolor era insoportable y yo solo podía llorar. Me sacaron finalmente el asqueroso aparato de la boca. Mis mejillas estaban desagarradas, mi mandíbula dolía, mi lengua...

De mi lengua quedaba poco menos de la mitad.

¡Maldita sea!

Intentaba hablar pero solo balbuceaba, no se entendía nada de lo que decía y mi dolor solo incrementaba.

-Ups, tal vez si quería hacerte daño.

Las gotas de sudor seguían resbalando por todo mi cuerpo y yo estaba agotada. Me decepcionaba de sobremanera porque ni siquiera había podido luchar.

-¿Por qué siempre cortan sus lenguas antes de que podamos usarlas?- Otra voz. No podía verlos pero estaba segura de que eran ellos.

Creí que ese era mi fin pero no fue así, ocurrió algo extraño. La venda fue removida de mis ojos y pude verlos, a todos y cada uno de ellos.

-¡¿Eres imbécil?!- Gritó el rubio- ¡¿Por qué mierda le quitaste la venda?!

-No puede hablar, no dirá nada. Cálmate un poco.

-Aún puede escribir- Murmuró de forma irónica el pelinegro, recostado en una esquina con un cigarro en la boca. Todos giraron a verme y sonrieron maliciosos. Lloré aún más y comencé a negar frenéticamente, sabía lo que vendría.

-Lo lamento preciosa pero entenderás que no podemos arriesgarnos- Dos de ellos se acercaron a mi y se colocaron uno a cada lado con un cuchillo grande y filoso- Empezaremos por el dedo acusón...

Y sin más levantó la mano con el cuchillo y lo dejó caer en mi dedo índice, arrancándome un alarido parecido al de un animal.

-¿Cuál seguirá?

Y allí, mientras los maldecía a todos, entendí que mi estadía en el infierno apenas había comenzado.