14.

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Ig: @vero.nez.x

Nosotros los asesinos seriales somos sus hijos, somos sus esposos, estamos en todas partes.

-Ted Bundy.

-¿Aún no hay rastros de quien pudo haber sido?- Escuchaba esa voz tan lejana.

-No, querida. Al parecer nadie vio nada, solo oyeron el disparo y salieron a ver que pasaba- Ese era Geremah.

Me removí un poco sintiendo una leve molestia en mi costado izquierdo. Joder, ahora lo recordaba.

-Cariño, mira, ya despierta- Abrí mis ojos lentamente acostumbrándome a la fuerte luz de la habitación. Parece ser que estaba en un hospital. Observé a la persona frente a mi que sostenía mi mano-. ¿Cómo te sientes, preciosa?

Veía en los ojos de Hera la preocupación de madre, me ablandó un poco el hecho de que esta estuviera dirigida hacia mi. Frotaba mi mano como queriendo calentarla.

-¿Qué me pasó?- Ella y Geremah cruzaron miradas con el ceño fruncido.

-¿No recuerdas nada?- Preguntó él de forma sombría.

-Recuerdo al hombre que me disparó, recuerdo como me enfrenté a él y recuerdo su voz pero eso no quiere decir que sepa qué fue lo que me pasó. No entiendo nada, ni qué hago aquí.

-Como bien dices, cariño, alguien te disparó, así que tuvimos que traerte aquí para que te salvaran. Por suerte la bala había salido pero tu perdiste mucha sangre, sin embargo, fue solo eso. Parece que el disparo fue hecho con el propósito de herirte y dejarte débil, pero no perforó ningún órgano- Observé a Hera y entendí lo que quería decirme. Eso solo confirmaba mis sospechas.

El hombre supo donde y cuando encontrarme, hizo su aparición estando a solas conmigo, sabía mi nombre y tal parece que también sabía donde dispararme.

-¿Cuánto tiempo llevo aquí?

-Tres días- ¡¿Tres días?! Hera continúa-. Como te dije perdiste mucha sangre, pero no estabas en coma o algo así, simplemente estuviste muy sedada. Ayer te levantaron para darte de comer pero, repito, estabas muy sedada incluso para recordarlo. Lo bueno es que te estás recuperando muy rápido y mañana podrás volver a casa. Incluso me atrevo a decir que no sientes dolor en la herida sino solo una leve molestia, ¿no es así?

Asentí, dándole la razón. Sonrió satisfecha y se levantó del asiento que había junto a mi camilla, tomando su bolso y colocándose bien su abrigo se acercó a mi.

-Nosotros debemos irnos porque hace unos minutos acabó la hora de visitas, sin embargo, afuera de tu puerta hay un guardia personal llamado Clarke. Si necesitas algo solo debes gritarle y él nos llamará a nosotros- Me sonrió de forma maternal. Se acercó a mi, pasó su mano por mi cabello a modo de caricia y dejó un beso en mi frente descolocándome-. Intenta descansar y no hacer movimientos bruscos, preciosa. Nos veremos mañana.

No respondí; no pude. Estaba pasmada. Hera salió de la habitación y detrás de ella iba Geremah quien se despidió de mi con un asentimiento de cabeza, el cual devolví. Me dispuse a ver las estrellas a través de la ventana de la habitación mientras poco a poco caía en un profundo sueño.



Me despertó el sonido de un cristal rompiéndose. Mi habitación estaba a oscuras, solo era iluminada por la luz que entraba por la ventana, justo donde divisé una silueta sentada con los pies hacia afuera. Me senté bruscamente en la camilla obligándome a soltar un quejido. La silueta giró su rostro hacia mi, era una chica rubia con una bata de hospital como la mía. Su cara, llena de cicatrices, reflejaba el terror puro.

-¿Qué mierda crees que vas a hacer?- Siempre tan delicada, Anelís. Sollozó y lágrimas cayeron de sus ojos.

-Viene por ti. Tienes su marca- Y sin más, se lanzó. Me levanté como pude y caminé deprisa hacia la ventana pero antes de llegar un estruendo a mis espaldas me detuvo. Giré para encontrarme con la puerta totalmente abierta.

-¿Clarke, eres tú?- Llamé esperando una respuesta, sin embargo, me llevé un mal trago de boca. Nadie respondió y una mancha color carmín se extendía lentamente por el suelo- Clarke, responde si estás allí, ¡maldita sea!

Una figura se atravesó en la puerta. El hombre. Supe perfectamente que era el mismo que me había disparado en los pasillos del instituto y otra vez estaba armado, ahora con un filoso cuchillo.

-¿Qué tal te recuperas, Anelís?- Entró un poco más a la habitación, por un momento olvidé a la chica que hace segundos había saltado de mi ventana- ¿Te llegó mi regalo a tiempo?

-¿Por qué yo?- Pregunté al borde del desespero.

-¿Con cuántos Genovese te has acostado?- Su pregunta me tomó por sorpresa- Dime, pequeña Anelís. ¿Tu madre se estará revolcando en su tumba?

-No metas a mi maldita madre en esto- Murmuré entre dientes-. ¿Todo este teatro para saber a quienes me he follado? ¿Te crees mi padre o qué mierda? Si es así, te juro que me acosté con todos los jodidos Genovese de esa casa.

-No con todos.

Se acercaba a mi de forma lenta mientras yo retrocedía. Corrió hacia mi tomándome del cuello y tirándome a la camilla, intenté patearlo pero solo logré rasgar mi bata despejando el camino hacia mi muslo, camino que el aprovechó para clavar su cuchillo, arrancando de mi un grito.

Levanté mi pierna buena pateándolo en la cara, tirándolo al suelo y corrí. Corrí lo más rápido que podía teniendo en cuenta que cojeaba y resbalaba con mi sangre.

-¡Ayuda!- Grité con todo el aire que tenía en mis pulmones- ¡¿Hay alguna persona que pueda ayudarme?!

Pero nadie aparecía y todas las luces se hallaban apagadas, era como si estuviese abandonado. Observé el cartel sobre la encimera de información y noté que me encontraba en el sexto piso. Escuché pasos detrás de mi y me alteré, a mi derecha visualicé una salida de emergencia y entré en ella rápidamente.

Ya estaba en el cuarto piso cuando escuché la puerta de las escaleras abrirse, me detuve un poco para no hacer ruido.

-Ave Madre, tú que todo lo ves- Comenzó como un rezo pero parecía un canto-. Tú, pecadora, castiga a todos los que el bien hacen. Incítalos y báñalos en tu oscura miel de tentaciones.

Continué bajando al darme cuenta de que solo perdía tiempo. Me encontraría de una u otra forma por el rastro de sangre que dejaba a cada paso. Pero resbalé y caí justamente sobre mi pierna herida.

-¡Maldición!

-¡Ajá, ahí están los pecados y pecadores! ¡Nuestra Madre nos conduce a ellos!- Me levanté maldiciendo y continué bajando. Logro llegar a la salida y pero solo veo la ausencia de personas en todo el hospital. Y de nuevo el ruido de la puerta se oye. Giro lentamente mientras me maldigo por idiota.

-¡¿Quién diablos eres?!- Su sonrisa cínica se mostraba en el agujero de su máscara. Detrás de mi oí un auto estacionarse y el chirriar de las llantas.

-Tu misma has adivinado ya.

-¿Qué?

-¿Te crees mi padre o qué mierda?- Imitó mi voz en burla y luego se carcajeó.

No.

Maldita sea que no.

-¡Anelís!- Giré mi rostro hacia aquel grito y allí estaban Gareth y Gad, dirigí mi vista de nuevo al hombre pero ya no se encontraba allí. Gareth vino a mi encuentro y me levantó en brazos llevándome al auto. Su mano cubría mi pierna intentando detener la hemorragia y oía sus voces pero muy a lo lejos. Solo podía pensar en la posible veracidad de las palabras de ese hombre.

¿Mi padre?

Maldita seas, madre. ¿Qué mierda hiciste?

Los secretos de Anelís. +18✔️ || Bilogía Secretos I [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora