|𝗛𝗘𝗡𝗥𝗬| 🦋

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|Nea|

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|Nea|

Tras una ducha caliente y un cambio de ropa para entrar en calor tras la tormenta que nos calló encima, decidimos bajar al salón. Seguíamos solos, sus padres aún no habían llegado del trabajo y cuando nos dimos cuenta de ello noté cierto alivio en su persona. Realmente le incomodaba compartir estancia con sus padres como me decía, realmente prefería pasar de ellos como demostraba.

—¿Tienes hambre? —se preocupó—, pueden hacerte algo o pedimos lo que sea. ¿Quieres?

—Estoy bien, gracias.

Me hice un hueco a su lado en el amplio sofá. Alcanzó el mando del televisor y me lo entregó para que lo manejara a mi antojo.

—Pon lo que quieras, enseguida vuelvo —me dejó sola con su marcha. Desapareció tan rápido del salón que no me dio tiempo a preguntarle a dónde se dirigía. Quizás fue al baño o a descansar un ratito de mí.

En mi cabeza la idea de poner Anatomía de Grey era la mejor. Aprovecharía para enseñarle lo buena que era la serie, se la explicaría más de lo que ya lo hice en el camino de vuelta a su casa. Y así de paso yo volvía a disfrutar de verla. ¿Y qué mejor que acompañada de él?

Así que me puse manos a la obra. Investigué los raros botones que encontré en su mando. Había muchos, demasiados. Y dado que yo ni veía la televisión, me pareció un laberinto de números y teclas. Localicé el botón de Netflix en la esquina superior derecha, bien notable. Fui a presionarlo y olvidé que la plataforma no contaba con la serie. Antes de liarla y meterme en un sitio desconocido, frené. Dejé el mando sobre mi regazo y aguardé a que Jake volviese.

—¿Qué quieres ver? —su voz a mi espalda me sobresaltó.

—Oh... He pensado que podíamos ver Anatomía de Grey —confesé—, para que la juzgues después de verla y no antes. O si lo prefieres podemos ver otra cosa... O no sé. ¿Qué te apetece hacer a ti? Dime y...

—Y relájate, Nea —sonrío. Rodeó el sofá para reunirse de vuelta conmigo. Traía con él una bandeja con algo que todavía no lograba ver—. Pon Anatomía de Grey, estaré encantado de verla para criticarla y molestarte un rato, que hace bastante que no te molesto.

Le miré con un falso cabreo y una diminuta sonrisa que me devolvió.

—¿Fingir tu muerte no te parece suficiente por hoy?

—Bah —sacó su lengua con desgana—, eso ha sido una bobería. Aún te quedan muchas molestias por recibir de mi parte.

—Qué afortunada que soy —ironicé.

—No sabes cuanto —me guiñó un ojo.

Dejó la bandeja en la pequeña y cuadrada mesa que se encontraba frente a nosotros. Retiró un centro de mesa repleto de flores frescas y coloridas para que cupiese todo a la perfección. La bandeja cargaba con dos platos llenos de albóndigas con patatas, dos vasos con refrescos y un bol lleno de chucherías. Supuse que las gominolas eran para después de comer.

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