|𝗖𝗢𝗥𝗔𝗭Ó𝗡| 🦋

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|Nea|

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|Nea|

El cabreo estaba creciendo en mí, cociéndose en el principio de mi estómago, recargando mis venas de furia, calentando la sangre que fluía por ellas. Estaba a punto de estallar y cabrearme más, a pesar de tener los labios de Jake sobre los míos.

No conseguí concentrarme en esa unión de labios, mi mente estaba enfocada en una sola cosa; Margi. La preocupación que me angustiaba, provocó lo siguiente.

—Para, por favor —balbuceé entre sus labios.

Se separó al instante, dejándome respirar, pero no pensar con claridad. Dejé mis manos en su pecho y le empujé ligeramente hacia atrás, sin ser brusca, únicamente para ganar un poco de espacio entre ambos.

—¿Qué pasa?

—Pues que te tomas todo a broma.

Los dos arrugamos nuestras cejas, yo por el disgusto que me producía todo aquello y él por asombro y desconcierto.

—Esto es grave —continué—. Te han pegado, la gente se está golpeando como animales tres calles más abajo, y Margi, Anthony y Valentina se encuentran allí, al saber en qué estado. Pero a ti parece darte todo igual.

—Claro que no me da igual.

—Lo parece —me crucé de brazos—. Estás aquí tan tranquilo, besándome, como si nada pasase, como si mi mejor amiga y el tuyo no estuviesen en peligro. En una situación de peligro que yo misma he creado y que a ti parece hacerte sentir orgulloso.

—Solo intentaba calmarte.

—Pues como comprenderás, calmada, no estoy, Jake.

Le esquivé para abandonar aquel apestoso lugar. No di más que un paso cuando ya le tenía de nuevo al lado, casi. De lo estrecho que era el callejón, no podíamos caminar a la par, así que permaneció medio paso detrás de mí.

—Volvamos a por ellos —propuso—. Mejor, espérame aquí y yo voy.

—Ya voy yo —dije con seguridad y sin temor alguno. Pensaba ir a buscar a Margi y salvarla de cualquier apuro en el que estuviese metida. Si es que así era.

Le oí suspirar a mi espalda.

—No te cabrees conmigo.

—¿Entonces con quién? —me di media vuelta al alzar mi voz, presa de los nervios—. Dime.

—Solo quería protegerte —su voz sonó notablemente baja, como si le costase hablar.

—¿Y ellos qué?

¿Por qué parecía estar tan tranquilo cuando el caos nos rodeaba? ¿Y por qué mostraba esa animadversión hacia nuestros amigos? Ellos estaban dentro de ese caos, al saber cómo, al saber si conscientes e intactos.

𝐌𝐀𝐑𝐈𝐏𝐎𝐒𝐀 ✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora