|𝗢𝗖𝗛𝗢 𝗠𝗜𝗡𝗨𝗧𝗢𝗦| 🦋

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|Nea|

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|Nea|

La gente suele vivir con la idea de que todas las personas necesitamos a otra, o incluso a otras, para vivir. Desde pequeños nos inculcan esa idea de crecer y conocer a alguien con quien formar tu vida para más tarde llevarlo a cabo y construir una familia o forjar un futuro. Supongo que ese era el ciclo natural de la vida, el ciclo que todo el mundo, o la mayoría, estaba habituado a vivir y a ver a su alrededor. ¿Pero y si no? ¿Y si la gente lograba ser feliz sola?

Yo, personalmente, lo encontraba muy difícil. Tan difícil como que no sabía ni pasar cinco minutos sin tener a nadie alrededor. Lo pasaba mal. Odiaba la soledad. Me hacía daño estar bajo ella. Con tanto tiempo para pensar, para encontrarse a uno mismo... No. Aborrecía el aislamiento por encima de todas las cosas. Me hacía sentir abandonada, retirada del mundo. Sabía que era importante aprender a estar en paz con ella, saber estar sola, sin miedos, sin temores. Pero no. Para mí, la idea de vivir toda una vida sin nadie al lado, era imposible.

Tal vez era tan débil como el resto de personas que cumplían con las indicaciones que recibimos de pequeños. O quizá es que eso era lo normal, lo que teníamos que seguir para vivir bien, para ser felices. Incluso Jake, la persona más solitaria e independiente de la faz de la tierra, me dejó claro que se había pasado a ese bando. Al bando donde se creía que la vida era mucho mejor con alguien al lado. Conmigo.

¿Sería así? ¿O se podría vivir solo hasta la muerte? ¿Habría gente que lo había logrado? No tenía ni la menor idea, lo único que sabía y reconocía, es que yo no pensaba ser de esas personas que vivían solas, que se apartaban del mundo y decidían ser independientes. No. No me veía capaz y tampoco me visionaba siendo feliz en una vida como esa.

Exhalé. Dejé que el aire escapara de mi boca con tranquilidad.

Me encontraba en mi cuarto, sobre la cama, luchando conmigo misma. Intentaba mantener la calma y evitar pensar más sobre esa horrible palabra de siete letras: Soledad. ¿Por qué? Porque me encontraba sola. Porque mi cabeza no dejaba de darle vueltas a todo ese rollo desde que mi padre salió de casa.

Solo iban a ser un par de minutos, según él. Me prometió que cruzaría la calle para llegar hasta la casa de la vecina, la cual se había enterado de nuestra situación y se ofreció a comprarnos el pan cada día, así yo no tendría que quedarme sola o desplazarme hasta allí con alguno de mis padres. Solo era intercambiar un par de palabras y algunas monedas, en eso no se tardaba tanto. La cosa se estaba alargando y yo comenzaba a agobiarme y a malpensar.

Mi cabeza estaba empezando a maquinar y a reflexionar en otras cosas;

Infidelidad.

Aventura.

Apresurada y como una bala, corrí hasta la puerta principal. Salí disparada, casi literalmente, me resbalé con un charco que inundaba el asfalto de la verja del jardín. ¿Cómo se había hecho un boquete ahí? Ni idea, pero me faltó poco para caer hacia atrás, abrirme la cabeza y morirme ahí desangrada, ya que mi infiel padre nunca llegaría a tiempo. Eso habría ocurrido, de verdad, solo que mis reflejos estuvieron despiertos y alcancé a sujetarme al hierro de la verja.

𝐌𝐀𝐑𝐈𝐏𝐎𝐒𝐀 ✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora