|¡𝗩𝗜𝗩𝗔 𝗘𝗟 𝗔𝗠𝗢𝗥!| 🦋

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|Nea|

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|Nea|

"No tuvieron un final feliz, pero sonrieron todas las horas que pasaron juntos. Y solo por eso, valió la pena".

Con esa frase de Mario Benedetti finalizó nuestra clase de literatura. Nos pasamos la hora entera analizando poemas, escritos y algún que otro fragmento de novelas antiguas. La literatura me gustaba, tampoco es que me apasionara, pero no estaba mal. Sin embargo, a Margi, no le podía aburrir más. Veía absurdo leer palabras escritas de personas que ya no estaban. ¿El por qué? Ni idea. Ni ella misma sabía desarrollar por qué le hastiaba tanto, algo que era apasionante y romántico a su modo.

—¡Menudo coñazo! —manifestó la pelirroja.

Rafael, nuestro profesor, le dedicó una mirada poco agradable a Margi. La suerte acompañó a mi amiga por el sonido de la campana que dio por acabada la clase. Se notaba a leguas que no tenía ganas de discutir con la pelirroja, que prefería irse a tomar un descanso, como el resto del profesorado y alumnado.

—Ya te vale —reprendí.

—¿¡Qué!? —creó aspavientos con sus brazos—. ¡Es la pura realidad!

—Al menos podrías esperar a que se marche.

Sacó su lengua con desinterés. A Margi todo le daba igual, pocas cosas le importaban, y eso era lo que más marcaba su especial personalidad. Como sus libros de texto. Comenzó a meterlos en su mochila a presión, asfixiándolos unos con otros para después rematarlos al cerrar la cremallera de esta. A continuación, se la colgó en el hombro derecho y tiró de mi brazo para sacarme de la clase, sin importarle lo más mínimo que otros compañeros también usaban la puerta del aula para huir de ella.

—Tengo que contarte mil cosas —hizo saber con entusiasmo—. ¿Y tú a mí?

—Algunas —manifesté.

—Espero que sean de mucho salseo. Mi vida sin chisme ya no es la misma, ¿sabías? —me miró esperando un asentimiento que le di—. Yo antes no era chismosa, la vida de la gente me daba igual. A ver, me sigue dando igual la del resto, pero la tuya no.

—Entonces no eres chismosa —corregí—. Simplemente, te interesas por mi vida.

—Supongo —se encogió de hombros—. Aunque admito que si llega un buen chisme no cierro los oídos.

Suspiré con una risa como acompañante.

—¿Qué has traído hoy de desayuno? —se interesó—. ¿Compartimos? Yo he traído brownie y fresas.

—Si te gusta el sándwich de queso, claro, compartimos.

—¡Que soy vegana! —expresó.

—¿Desde cuándo? —fruncí el ceño con extrañeza. Esa noticia era nueva.

—Desde el viernes. Estaba tan tranquila, tirada en el sofá como un viernes cualquiera —me puso en situación—, comía palomitas, de colores, ya sabes que las normales no me gustan.

𝐌𝐀𝐑𝐈𝐏𝐎𝐒𝐀 ✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora