|Nea|
Hablar tanto tiempo y tan seguido con mi madre se me hacía raro. Llevábamos más de media hora charlando en el salón, cada una en un extremo del mismo sofá, como una madre y una hija normales y corrientes, cuando no éramos nada de eso.
Yo simulaba normalidad y tranquilidad cuando la pura realidad era que el ansía y la curiosidad me podían. Necesitaba saber qué estaban haciendo mi padre y Jake en mi cuarto. ¿Estarían buscando mis diarios secretos para exponer mis secretos más ocultos y vergonzosos, era esa la sorpresa? ¿O tal vez estarían teniendo una charla sobre algo incómodo? No, eso no. ¿Por qué deberían de hablar? Y de ser así, ¿por qué habrían elegido mi cuarto para hacerlo? No, eso tampoco. ¿Pero entonces qué hacían? ¿¡Qué hacían!?
—... ¿Te apetece? —preguntó mi madre. ¿Acaso había estado hablando más?
—¿El qué? —retiré mis ojos de ese programa del canal tres; La ruleta de la suerte. Lo echaban cada día, pegado a la hora de la comida.
—Te decía que si te apetece pedir algo de comer —cabeceé con la cabeza para asentir—. Elige tú, cielo.
—¿China? —planteé—. Ah, no. Jake odia la comida china. Podemos pedir comida India.
Esbozó una sonrisa que me desesperó en ese mismo instante. Sabía lo que se escondía tras ella, y ese tema no me gustaba tratarlo, menos con ella, me sonrojaba y me ponía tonta.
—¿Qué tienes con Jake? —preguntó mirando su móvil con disimulo, como si no le interesara en absoluto mi respuesta cuando más bien era todo lo contrario.
—¿A qué te refieres? —me hice la lerda por un instante.
—Sabes a lo que me refiero.
Me encogí de hombros como respuesta. ¿Le servía? No.
—¿Estáis saliendo? —indagó.
—No —admití.
—¿Cómo que no? Si parecéis dos lapas, no os separáis en todo el día.
—Eso no es cierto —mis mejillas ya hirvieron en calor, rojas como la nariz de Rudolf.
Emitió una socarrona risa.
—¿Crees que no me doy cuenta de que duerme contigo? —enarcó su clara ceja.
Ahí entré en pánico. ¿Había sacado el tema para echarme una bronca? ¿Íbamos a terminar a gritos y enfadadas de nuevo? Porque de ser así, no me apetecía en absoluto.
—Yo... —las palabras no escaparon de mi garganta. Estaba tan nerviosa que por instinto acaricié las palmas de mis ya sudadas manos. Mis piernas se movían inquietas.
—Tranquila que no voy a echarte ninguna bronca —se anticipó—. Markus se dio cuenta hace días y nos llamó. Cada noche va a su cuarto por lo que ya sabes...
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𝐌𝐀𝐑𝐈𝐏𝐎𝐒𝐀 ✔
Roman pour Adolescents(BORRADOR) "-Me aterra el hecho de haberte encontrado tan pronto. -¿Por qué? -Porque la vida no es fácil ni corta por mucho que creamos que así es. Y eso significa que nuestro camino será largo e intenso... -suspiró-. Difícil. -Para mí nada es difí...