|𝗧𝗘 𝗤𝗨𝗜𝗘𝗥𝗢| 🦋

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|Nea|

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|Nea|

Me resultó complicado haber dado ese paso de besarle con esa confianza. Pero se me pasó enseguida todo lo relacionado con malos pensamientos y nerviosismo relacionados con mi atrevimiento. En realidad, al sentir sus labios sobre los míos y su mano en mi espalda baja, todas mis malas emociones se esfumaron. Como por arte de magia.

—Bonita bienvenida —halagó—. Así harás que venga todos los días para obtener mi saludo personalizado.

—Hago muchos de este estilo —bromeé.

—¿Ah sí? ¡Y yo que me creía exclusivo!

—Eres uno más de la lista.

—O sea que tengo competencia.

—Ujum —ahogué una risa.

—Bueno, me parece bien. El que algo quiere algo le cuesta.

Fruncí el ceño, dispuesta a darle más que una vueltecita a su frase. No me dio tiempo, se unió su segunda mano a mi espalda baja para tirar de ella y pegarme a su cuerpo. Marqué mi mandíbula y apreté mis piernas.

—Somos tan desastres que solo a mí se me ocurre traer una bici el día que te pones vestido y a ti ponerte un vestido el día que planeo enseñarte a montar en bici —dedujo.

Sonreí, calmando mis nervios por estar pegada a él. Pegada a más no poder. Mi pecho estaba amoldado a su vientre y su entrepierna rozaba el mío.

—Gracias —me abracé a él por dos simples razones. Una; iba a enseñarme a montar en bici y eso era lo más bonito que habían hecho por mí hasta el momento. Y dos; necesitaba abrazarle desde que Andrés me empujó y me insultó. Lo tenía como pendiente en mi lista.

—A ti.

Cerré mis ojos para disfrutar de ese agradable y renovable abrazo que me brindaba. Me sentía segura y recompuesta a su lado. Él pegaba los trocitos que todos rompían, los trocitos que Andrés rompió y machacó al tratarme mal.

—¿Está todo bien? —sin separarme levanté mi cabeza para mirarle.

—¿En qué sentido?

—Creía que me estabas evitando —confesé con dolor—. Llevas dos días distante y esquivo. Y te escucho decaído en las terapias.

—¿Qué te tengo dicho de escuchar mis terapias? —acarició mi mejilla con su pulgar.

—Solo oigo tu voz unos segundos.

—¿Y por oír mi voz unos segundos ya sabes si estoy decaído?

—Obvio —arrugué mis cejas—, por eso te pregunto. ¿Va todo bien?

—Sí, contigo sí. No te evito, simplemente a veces necesito mi espacio. Me alejo de todos, no solo de ti.

—Vale —asentí con comprensión. Eso lo sabía, me lo había comentado más de una vez y lo entendía y respetaba totalmente—. ¿Y contigo va todo bien?

𝐌𝐀𝐑𝐈𝐏𝐎𝐒𝐀 ✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora