|𝗨𝗡 𝗕𝗘𝗦𝗢| 🦋

7.8K 700 620
                                    

|Nea|

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

|Nea|

Bajé mis manos para que dejase de besarlas, él dejó de posar sus labios sobre mi piel, pero no dejó de acariciarlas con cuidado, como si mis manos fuesen un pedazo de seda al que tratar de manera delicada.

—Jake... yo siento interrumpirte con esa chica —aclaré mi garganta—, estabas ocupado y yo he venido tan descaradamente a irrumpir en tu casa como si tuviera derecho a hacerlo. Y por si fuera poco aparezco para darte problemas y para amargarte con los míos.

—Para, Nea. No molestas, puedes venir siempre que quieras sin tener que avisar, para bien o para mal. Ahora somos amigos, y eso hacen los amigos, buscar el apoyo del otro cuando lo necesitas. Tú lo has hecho y me alegra que confíes en mí.

Amigos. Hacía mucho que no tenía de esos.

—Gracias, por todo —musité, agachando mi mirada para clavarla en el mojado suelo.

—No me des las gracias, dame las manos, ¿por qué me sueltas?

Arrugué mis cejas, no recordaba haberlas soltado. ¿Por qué había apartado mis manos? Lo hice al hablar de esa chica.

—Nea... —insistió, bajándome de la nube a la que me había subido unos segundos.

—¿Es tu novia? —solté.

Me arrepentí al segundo de ello, era estúpida, eran sus cosas y a mí no me incumbían en absoluto.

Arrugó su frente, relajó su expresión y volvió a arrugarla, todo con rapidez.

—¿Quién? —sus verdosos ojos me miraban con fijación.

—La chica con la que estabas... ya sabes... —lo dejé en el aire.

Estaban muy acaramelados y se les veía cómodo uno con el otro, pero yo no era quién para definir lo que eran. Tampoco lo era para preguntarle eso mismo.

—¿Bajando las escaleras de mi casa? —sonrió.

—Sí, esa chica —tuve que apartar el agua de mi cara y mis ojos, estaba lloviendo mucho y apenas le veía.

—Ah, no es mi novia, es Irene —se encogió de hombros, indiferente.

Caminó hasta la barandilla y le seguí como un pingüino porque la sudadera me impedía hacerlo como una persona normal.

—¿Irene? ¿Tu amiga? —recalqué la última palabra.

—Sí, Irene, mi amiga —suspiró con diversión—. Nos liamos de vez en cuando, creo que te lo mencioné.

—No, no me lo mencionaste —respondí más rápido de lo que pretendía. Mi tono fue borde y con un ápice de cabreo en él.

¿Qué me estaba pasando? Relax, Nea.

—Bueno, bueno, no te cabrees —levantó sus manos en el aire—, ¿por qué te pones así?

—Por nada —mordí mi moflete, internamente.

𝐌𝐀𝐑𝐈𝐏𝐎𝐒𝐀 ✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora