|𝗧𝗨 𝗥𝗘𝗙𝗨𝗚𝗜𝗢| 🦋

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|Nea|

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|Nea|

Mi paso por la casa de Jake había llegado a su fin, eso era bueno para mi corazón, para no confundirle más de lo que ya estaba, pero también era malo porque no quería separarme de él. Los días a su lado eran muy intensos tanto para bien como para mal, y pasar por situaciones duras y complicadas como las que habíamos pasado en esos días, creaban una unión más fuerte entre nosotros. Una unión que al menos yo sentía, no sabía si le sucedía lo mismo a él. Como con todo. Yo estaba segura de lo que sentía, no de lo que él sentía. Si es que sentía algo...

Separarme de él no era lo peor, lo peor era tener que volver a casa. Tenía que enfrentar a mis padres y eso me asustaba. Yo misma arruiné mi refugio, mi lugar seguro, en el que podía llorar, gritar y patalear sin que nadie se diese cuenta. Yo misma lo estropeé al gritar a los cuatro vientos los problemas por los que pasaba. Por eso y por más me asustaba la vuelta a casa. Me asustaba mucho.

Pero no había vuelta atrás, ya estaba bajando del coche de Reginna, acompañada de Jake, el cual ya estaba más animado, ni rastro quedaba de esa crisis que tuvo en mitad de la madrugada.

—Adiós, chicos —se despidió ella.

—Adiós —respondí por ambos—, y gracias.

Me dedicó una larga sonrisa por el espejo retrovisor, una que le devolví por muy pocas ganas que tuviese de sonreír. Ella aguardó a que entrásemos a mi casa, no se fue hasta que no se cercioró de que abrimos la verja del exterior y demás. Ahí nos quedamos, junto a la verja.

—Quiero que estés tranquila —Jake adivinó la preocupación instalada en mi estómago—. Va a ser difícil enfrentarte a ellos, pero te sentirás liberada de cierta manera por haber dado este paso. La pelota está en su tejado y tú ya has hecho lo que tenías que hacer. Ahora les toca a ellos actuar.

—No sé si quiero que actúen, Jake. Me arrepiento de haberlo confesado. Yo misma me he cargado mi propio refugio por aquel arrebato.

—Lo sé —chasqueó su lengua—. De todas formas intenta sacar el provecho de esto, busca ayuda, ¿sí? Acéptala si te la brindan.

Guardé silencio porque como hablase se me escaparían un par de lágrimas que no quería derramar. No quería llorar, aunque lo más probable es que terminase haciéndolo. Siempre terminaba llorando.

—Tranquila —apretó mis manos bajo las suyas—, todo irá bien.

—¿Y si no? ¿Y si esto no me ha servido de nada más que para que piensen que soy una loca?

—No digas eso, tú no estás loca. El loco soy yo —bromeó.

Sonreí con debilidad. No tenía ganas de hacerlo.

—Ya me han demostrado durante estos años que no les importo —confesé—. Uno se pasa la vida dándose escapadas con la amante y la otra trabajando y curando las mentes ajenas. Ninguno saca tiempo para mí, dudo que lo hagan ahora. Tal vez hasta les siente mal que con mis problemas les haya robado ese tiempo tan valioso que emplean en todo menos en mí.

𝐌𝐀𝐑𝐈𝐏𝐎𝐒𝐀 ✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora