El tan esperado día del partido de quidditch llegó. El tiempo se hacía cada vez más frío, porque ya era mediados de diciembre y una leve llovizna caía del cielo gris. En el gran comedor ya se sentía la tensión entre las casas de los dos equipos que se enfrentarían en el campo. Los jugadores se lanzaban miradas desafiantes mientras los demás hacían conjeturas sobre los resultados del partido.
Cuando iba saliendo del gran comedor junto a Eric, Tom se acercó a mí con una sonrisa de suficiencia.
—¡Suerte! —me dijo— no olvides la apuesta.
Le sonreí también, tratando de ocultar lo nerviosa que me ponía la idea de perder y tener que ir al bosque prohibido.
—No la olvidaré, no te preocupes. Que gane el mejor —le dije.
Se apartó un mechón de su cabello oscuro que le caía sobre la frente y se alejó con uno de sus compañeros de Slytherin. Eric me miró como si no entendiera nada de lo que acabábamos de decir.
—Hicimos una apuesta —le conté mientras caminábamos hacia el campo entre la marea de estudiantes, que en su mayoría, apoyaban a Ravenclaw.
—¿Con los resultados del partido de hoy? —preguntó él, abriendo mucho sus ojos verdes.
—Sí.
Pasamos junto a un grupo de alumnos de Gryffindor que abucheaban a otros alumnos de Slytherin. Buscamos un buen lugar para observar el partido y esperamos a que se diera comienzo al encuentro. La emoción era palpable en el aire y se intensificó cuando los jugadores salieron al campo. Los capitanes se estrecharon la mano y el partido comenzó.
—Y la quaffle está en posesión del equipo de Ravenclaw —decía el comentarista— los cazadores se pasan la pelota y se acercan a los postes de gol de Slytherin. Lanzan y... fallan, el guardián detuvo la bola y la lanzó hacia el otro extremo del campo, donde la atrapa Fergus y vuela a toda velocidad hacia los postes del gol. Un momento... ¡diez puntos para Slytherin! ¿Qué demonios hacía el guardián?
Poco después, el marcador iba de mal en peor para mi casa. Slytherin tenía ya cuarenta puntos y Ravenclaw solo diez. Nunca me había visto tan competitiva, tenía que ganar esa apuesta y mi única esperanza era que el buscador de Ravenclaw atrapara la snitch. Cuando Slytherin iba ya por los ochenta puntos y Ravenclaw llevaba solo treinta, los dos buscadores que habían estado dando vueltas por el campo muy por encima del resto de los jugadores, se lanzaron a la persecución de la escurridiza snitch.
—Todo indica que la snitch apareció —vociferó el comentarista— los dos buscadores se lanzan por ella mientras Slytherin quiere anotar otro punto más. Aldey, de Slytherin le lanza con fuerza la quaffle a uno de los postes de gol y no... ¡no puede ser! Le rompió la nariz al guardián de Ravenclaw. ¡Cómo le lanzaste esa pelota!
No me importaba en lo más mínimo la nariz del guardián, no dejaba de seguir con la mirada a los buscadores que volaban a toda velocidad sobre el campo. De repente, uno de ellos pareció a punto de caer de la escoba, el otro aprovechó la ventaja y se lanzó violentamente hacia adelante.
—¡Atraparon la snitch! ¡Gana Slytherin!
Una horrible sensación de derrota se apoderó de mí. Había perdido la apuesta, casi me imaginaba la triunfante sonrisa en el rostro de Tom.
—¡No puede ser! —dijo Eric a mi lado mientras se levantaba del asiento y apretaba los puños— ¡Quedamos como unos perdedores!
Pero la mayor perdedora era yo. Bajé con aire resignado, por primera vez desde que lo había conocido, no quería ver a Tom, ni lo estaba buscando con la mirada. Cabizbaja, tomé a Eric del brazo y caminamos juntos de regreso al castillo.
—Hayleia — me llamó Tom.
A regañadientes levanté la cabeza y lo vi llegar a mi lado. Lucía una sonrisa de satisfacción que solo lograba que su rostro, de por sí muy bello, aumentara mucho más su atractivo.
—Hola, Tom —forcé una sonrisa lo mejor que pude. Jamás pensé que una derrota en un partido de quidditch pudiera afectarme tanto.
Rebuscó en los bolsillos de su túnica y sacó un pequeño pedazo de pergamino enrollado.
—No faltes —dijo. Sus ojos brillaron, sonrió de nuevo y se alejó a festejar con sus compañeros de Slytherin, que ya se estaban burlando de todos los de Ravenclaw que vieran cerca.
Resoplé y desdoblé el pergamino. Una caligrafía pulcra y estilizada apareció sobre él. Eric se acercócon curiosidad, alejé un poco el papel para que pudiera leer y leí yo también:
Mañana, a las 10 p.m, te espero fuera de tu sala común. Espero que no te arrepientas.
Enrollé de nuevo el pergamino y lo guardé junto a mi varita en el bolsillo interior de mi túnica. Reanudé la marcha hacia la torre de Ravenclaw.
—¿Piensas ir? —preguntó Eric, expectante.
—Por supuesto. Acepté la apuesta y perdí, no puedo arrepentirme ahora.
Me encogí de hombros. ¿Qué podía salir mal? Solo sería un corto e inofensivo paseo por el bosque prohibido, o eso esperaba que fuera.
—Es una lástima que, precisamente hoy, tuvieran que jugar tan mal —comentó Eric con pesar.
—A partir del próximo año puedo estar en el equipo, Eric, y te aseguro que no volveremos a perder contra Slytherin.
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𝑨𝒎𝒐𝒓𝒕𝒆𝒏𝒕𝒊𝒂 || 𝑻𝒐𝒎 𝑹𝒊𝒅𝒅𝒍𝒆
FanfictionDicen que quienes son concebidos bajo el efecto de la amortentia, el filtro de amor más poderoso del mundo, son incapaces de sentir amor por nada ni por nadie. ¿Solo no pueden amar o eso incluye otras emociones? ¿Pueden sentir deseo, atracción físic...