El día que llegaron los resultados de las TIMOS, estaba jugando una partida de ajedrez mágico con Tom, sentados sobre la alfombra de la sala. Los dos búhos entraron por la ventana abierta que había junto a la puerta y mis manos comenzaron a temblar tanto, que me fue casi imposible abrir el sobre. Saqué extraordinarios en defensa contra las artes oscuras, pociones, encantamientos, transformaciones y herbología. En cuidado de criaturas mágicas, aritmancia y runas antiguas, tuve supera las expectativas. Estaba feliz porque me había ido muy bien, mis notas eran las que pedían para ser auror, me sentía un poco más cerca de ese sueño. Pensaba en contarle a mis padres, pero ellos estaban en una misión desde el día anterior y no regresarían hasta el día siguiente. Miré a Tom, que parecía más que satisfecho consigo mismo y sin pensarlo dos veces, le di un abrazo fuerte. Sus notas eran realmente muy buenas, aunque no esperaba menos de él, era muy inteligente, además de un mago poderoso.
—Parece que nos fue muy bien —dijo.
—Más que bien —le dije, y le di un beso en la mejilla.
Mi abuela apareció en la puerta, pues estaba afuera en el jardín.
—¿Ya llegaron los resultados de las TIMOS? —preguntó.
—Sí, señora —le respondió Tom—. Tendría que felicitarnos, tuvimos muy buenas notas.
Ella sonrió y fueron mucho más notorias las arrugas alrededor de su boca. Caminó despacio hacia nosotros, y de repente, en la chimenea comenzaron a arder unas llamas verde esmeralda. El rostro de mi madre apareció, se veía angustiada, como nunca la había visto.
—Qué alivio que están ahí —dijo.
—¿Sucedió algo, mamá? —pregunté, levantándome despacio del suelo.
—Estoy en San Mungo, con tu padre.
—¡Por las barbas de Merlín! —exclamó mi abuela— ¿cómo está él?
—Debatiéndose entre la vida y la muerte —respondió mi madre entre sollozos—. Era mejor avisarles, porque no sabemos qué suceda, no sabemos si logren salvarlo.
Sentí como si la angustia se apoderara de mí, estuve a punto de caerme, pero Tom me sostuvo del brazo. Mis ojos se llenaron de lágrimas, no podía perder a mi padre, él se merecía una vida larga y feliz.
—Ya vamos para allá, Alys —dijo mi abuela, secándose las lágrimas que rodaban por sus mejillas.
Mi madre desapareció de la chimenea. Mi abuela corrió a buscar su bolso, mientras yo trataba de calmarme. Sentía un miedo terrible, me dolía el pecho y tenía unos enormes deseos de llorar. Pero no podía hacerlo, no podía derrumbarme, tenía que permanecer fuerte, e ir a darle ánimos a mi madre y a mi abuela.
Poco después, llegamos a San Mungo. Nunca había estado ahí, y era un lugar muy curioso. La sala de espera estaba casi vacía, a excepción de un par de magos que presentaban un extraño sarpullido en la cara. Tom seguía sujetándome del brazo, ese pequeño contacto me reconfortaba de una manera indescriptible. Mi madre apareció por una puerta doble que había junto al mostrador.
—¡Qué bueno que llegaron! —dijo, y se acercó para abrazar a mi abuela.
Nunca había visto a ninguna de las dos tan afectadas, mi madre tenía los ojos enrojecidos, como si hubiera llorado sin parar durante horas. Estaba despeinada y pálida como la cera.
—¿Se sabe algo, Alys? —preguntó mi abuela.
—No —respondió mi madre entre sollozos—. Me dijeron que tenía que esperar, pero ya ha pasado una eternidad y no me dicen nada. Si no logran salvarlo yo...
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𝑨𝒎𝒐𝒓𝒕𝒆𝒏𝒕𝒊𝒂 || 𝑻𝒐𝒎 𝑹𝒊𝒅𝒅𝒍𝒆
FanfictionDicen que quienes son concebidos bajo el efecto de la amortentia, el filtro de amor más poderoso del mundo, son incapaces de sentir amor por nada ni por nadie. ¿Solo no pueden amar o eso incluye otras emociones? ¿Pueden sentir deseo, atracción físic...