Prefectos

2.7K 287 81
                                    

El verano llegaba ya a su fin, pronto llegaría el momento de regresar a Hogwarts e iniciar quinto año. Una tarde, Tom y yo nos disponíamos a salir de la casa para recoger algunos vegetales del huerto para la cena. Abrí la puerta y en seguida aparecieron dos búhos. Recibí mi carta y la abrí. Tan pronto vi la insignia, no lo podía creer, incluso había olvidado que en quinto año nombraban a los prefectos. Me volví para decirle a Tom, que estaba a unos pasos de mí, estaba observando con detenimiento una insignia similar. Me sentía tan feliz, que corrí hacia él y lo envolví en un fuerte abrazo. Al principio se sorprendió notablemente, pero después de unos instantes, me devolvió el abrazo, levantándome un poco del suelo. Cuando me aparté de él, mi abuela estaba mirándonos desde la puerta de la cocina, con expresión divertida.

—Somos prefectos —le expliqué.

Ella parecía muy feliz por nosotros, se acercó y nos dio un abrazo a cada uno.

—Felicidades, queridos —dijo— voy a preparar una cena especial, olvídense de las verduras, esto es todo un acontecimiento.

Regresó a la cocina, visiblemente emocionada. Yo miré a Tom, que ya estaba mirándome. Se apartó el cabello de la frente y sonrió.

—Había olvidado eso —dijo.

—También yo —confesé—, aunque no pensaba que me eligieran a mí.

—¿Por qué no?

Me encogí de hombros. A veces me faltaba confianza en mí misma.

Mis padres llegaron juntos, con unos cuantos paquetes en las manos.

—¿Dónde están los prefectos? —preguntó mi padre.

Tom y yo estábamos en la mesa de la cocina, jugando una partida de naipes explosivos. Mis padres entraron en el lugar y nos abrazaron.

—No saben lo felices que estamos por ustedes —dijo mi madre, sonriente.

Nos entregaron los paquetes que traían. Eran los libros y materiales para el colegio, además de un regalo, un anillo para mí y otro para Tom.

—Estaban en nuestra cámara de Gringotts —explicó mi padre—. Ambos han estado en la familia por algún tiempo.

Tom contemplaba el anillo con expresión distraída antes de ponérselo en el dedo. Miré a mis padres, que parecían más que felices y les pregunté:

—¿Ustedes fueron prefectos?

Ellos intercambiaron una mirada.

—Yo sí —dijo mi padre.

—Yo no, no le caía muy bien al jefe de mi casa —dijo mi madre—. A mí tampoco me caía bien él, la verdad. Sabía que no iba a escogerme.

—Eso es una gran responsabilidad, luego lo verán.

—De igual manera, estamos muy orgullosos de ustedes.

Mis padres sonrieron y Tom levantó la vista del anillo, una gran sonrisa apareció en sus labios. Entonces pensé en que seguramente nadie nunca le había dicho que se sentía orgulloso de él, puse mi mano sobre la suya y sonreí también. Después de una animada cena  entre conversaciones y risas, fuimos a organizar el equipaje.

A la mañana siguiente, después de despedirme de mis padres, subí al tren y me encontré con Eric y Maia. Me saludaron con un fuerte abrazo.

—Sabíamos que te iban a nombrar prefecta a ti —dijo Eric.

—Yo en cambio creía que serían ustedes dos —dije.

Ellos me sonrieron, emocionados. David Jones apareció junto a nosotros, luciendo una insignia igual a la mía.

𝑨𝒎𝒐𝒓𝒕𝒆𝒏𝒕𝒊𝒂 || 𝑻𝒐𝒎 𝑹𝒊𝒅𝒅𝒍𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora