Las semanas pasaron rápido y muy llenas de trabajo hasta que llegó el inicio de las vacaciones de navidad. Afuera, nevaba copiosamente mientras empacaba algunas cosas para cuando regresara a casa al día siguiente. Me hacía mucha ilusión volver a ver a mis padres, aunque ya estaba tan acostumbrada a estar en Hogwarts que sabía que me sentiría un poco extraña estando fuera. Cerré la maleta y me dispuse a ir un rato a la sala común.
Sentado en la alfombra color azul, con un libro sobre el regazo estaba Eric. Me acerqué y me senté junto a él.
—¿Irás a tu casa para navidad? —pregunté.
—Sí, ¿tú también? —respondió levantando la vista del libro y cerrándolo.
—Sí.
Vi que muchos de los que estaban en la sala común se disponían a salir, ya era hora de la cena. Intercambié una mirada con Eric y nos levantamos para bajar a cenar. En todo el castillo reinaba un ambiente festivo, los pasillos estaban decorados con guirnaldas de muérdago y las armaduras cantaban villancicos, no pude evitar sonreír al ver todo eso.
Cenamos en medio de una conversación animada con mis compañeros de curso, que hablaban de regresar a sus hogares, pues casi todos se irían a pasar vacaciones con sus familias. Cuando íbamos a salir del comedor, busqué en la mesa de Slytherin y vi a Tom, que ya se levantaba de donde estaba sentado. Al salir, lo encontré junto a la enorme puerta. Me detuve para saludarlo y le hice una seña a Eric para que siguiera sin mí.
—Hola, Tom —dije.
—Hola, Hayleia —me saludó— ¿Vas a ir a tu casa por las vacaciones?
—Así es, ¿Y tú?
Algo en su semblante se oscureció, pero se recompuso al instante.
—No, yo me quedaré aquí —me respondió.
—Entonces espero que la pases bien —le sonreí.
—Pásala bien tú también.
De repente sentí un incontrolable impulso, me acerqué y le di un beso en la mejilla. Él se tensó al instante, sorprendido y me miró con sus bellos ojos muy abiertos.
—Adiós, Tom.
—Adiós, Hayleia.
Me fui caminando con una sensación de alegría y regocijo y regresé a la torre de Ravenclaw.
A la mañana siguiente desperté temprano, demasiado emocionada como para seguir durmiendo, sentía que el tiempo pasaba demasiado lento, el viaje en tren pareció tardar una eternidad y cuando llegué a King's Cross y vi a mis padres, corrí a abrazarlos.
Cuando entré en la casa de campo en la que habíamos vivido siempre, me sentí un poco fuera de lugar al principio, pero después me sentí cómoda. Observé los cómodos sillones que rodeaban la chimenea, las fotos que colgaban de la pared y se movían en sus marcos, el árbol de navidad y el arco de ladrillo que era la puerta de la cocina. Mi abuela estaba preparando algo allí, al ver que habíamos llegado, se acercó caminando lo más rápido que podía. Tenía los ojos del mismo tono de azul que los de mi padre y los míos, me sonrió bondadosamente y luego me abrazó.
—Mi niña —dijo.
—Abuela —saludé.
La noche de navidad, estaba en la mesa, sentada junto a mis padres y mi abuela, mientras me contaban que ella estaba viviendo con ellos desde después de que me fui a estudiar.
—¿Cómo ha estado Hogwarts? —preguntó Alyssena, mi madre, mientras cortaba un trozo de pavo asado. Era una mujer todavía joven, su cabello era castaño, como el mío y no muy largo. Sus ojos cafés me miraban con interés.
—¿Tienes muchos amigos? —preguntó Cresfedel, mi padre, haciéndome recordar a Tom, a Eric y a las tres chicas con las que compartía mi habitación en la torre de Ravenclaw.
—Todo va muy bien —respondí mirando a mi padre: un hombre muy alto, con ojos azules y cabello negro. Luego miré a mi madre— en realidad no tengo muchos amigos, pero mis compañeros me agradan bastante.
Mis padres intercambiaron una mirada y se tomaron de la mano sobre la mesa. Para ellos, Hogwarts era un lugar muy especial, donde había empezado su historia en común. Me pregunté si algún día podría encontrar a alguien con quién vivir algo así, ellos llevaban muchos años juntos y el amor que se tenían saltaba a la vista. Me centré en terminar mi cena mientras los miraba. Más tarde, mi abuela apareció con una bufanda tejida, de esas que ella sabía hacer y un gorro a juego.
—Lo hice para ti —me dijo— con los colores de tu casa.
Fruncí el ceño, pues eran verde oscuro con algunas franjas plateadas.
—Mamá —dijo mi padre, conteniendo la risa— Hayle quedó en Ravenclaw, no en Slytherin.
Ella le dedicó una mirada severa y luego me miró a mí.
—Lo siento, querida, estaba segura de que eras Slytherin —me dio unas palmaditas en el hombro—. Te tejeré uno igual, pero con los colores de tu casa.
Entonces, me acordé de alguien que sí estaba en Slytherin.
—Gracias, abuela, pero conservaré también estos.
Tomé la bufanda y el gorro y subí apresuradamente a mi habitación, los empaqué e hice una pequeña tarjeta que decía:
Feliz navidad, Tom.
Hayleia.Luego fui a buscar a nuestro búho, le até el paquete y le dije que fuera a Hogwarts, con suerte, Tom recibiría mi regalo cuando estuviera desayunando en el gran comedor. Bajé de regreso junto a mí familia y pasamos el resto de la velada charlando sobre Hogwarts y algunos asuntos de los que ellos se ocupaban trabajando para el ministerio. En una silla, dos agujas suspendidas en el aire tejían una bufanda azul bajo la mirada atenta de mi abuela que le daba órdenes con su varita.
A la mañana siguiente, bajé todavía en pijama a abrir mis regalos, uno de ellos era un extraño paquete alargado, lo destapé ansiosa y descubrí una escoba nueva y reluciente.
—Creímos que sería un buen regalo —dijo mi madre con una sonrisa.
Me lancé a abrazarlos, emocionada.
—Es el mejor regalo —dije. Cuando iniciara el próximo curso, podría presentarme para hacer parte del equipo de quidditch de mi casa.
Mi abuela me había tejido un suéter, lo que me dio otra idea. Recordé que el cumpleaños de Tom era en unos días.
—Abuela —le dije, ella alzó sus ojos hacia mí— ¿crees que podrías tejer un suéter para un amigo mío que está de cumpleaños el treinta y uno?
—Creo que sí podría —dijo ella— ¿de qué color te gustaría?
Me quedé pensando, no tenía idea de cuál sería el color favorito de Tom.
—Negro —dije después de un rato. Ese era un color que le gustaba casi a todos los chicos, o eso creía.
Ella asintió y se fue a buscar sus agujas. Pensé en que esperaba que le gustaran mis regalos y me pregunté cómo la estaría pasando él en Hogwarts.
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𝑨𝒎𝒐𝒓𝒕𝒆𝒏𝒕𝒊𝒂 || 𝑻𝒐𝒎 𝑹𝒊𝒅𝒅𝒍𝒆
FanfictionDicen que quienes son concebidos bajo el efecto de la amortentia, el filtro de amor más poderoso del mundo, son incapaces de sentir amor por nada ni por nadie. ¿Solo no pueden amar o eso incluye otras emociones? ¿Pueden sentir deseo, atracción físic...