Las notas misteriosas

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Los días pasaron rápidamente, entre el quidditch y estar al día con los trabajos, me quedaba poco tiempo libre. Cada vez que veía a Tom, estaba junto a esa chica de cabello negro. Seguía preguntándome si había algo entre ellos y con solo pensarlo, me dolía. Me hacía cada vez más cercana a Crescence, que no dejaba de darme dulces cada vez que me veía. Para el día del primer partido de quidditch, contra Hufflepuff, estaba tan nerviosa como de costumbre, me sentí incapaz de desayunar, por mucho que mis amigos insistieron.

Mientras me vestía, me di cuenta de que había un pedazo de pergamino en el bolsillo de mi túnica. Aparentemente estaba en blanco, pero saqué mi varita y le apunté con ella.

Revelio —murmuré.

El mensaje estaba escrito con tinta invisible.

Para jugadora de quidditch favorita:

Suerte hoy, aunque no la necesitas, ya eres tan talentosa como hermosa y sé que ganaremos el partido y la copa de quidditch. Todavía no vas a saber quién soy, pero te he estado observando durante todos estos años, desde que llegamos a Hogwarts. Siento gran admiración hacia ti, pero es posible que no tenga oportunidad contigo. Algún día te revelaré mi identidad. Mientras tanto, seguiré admirándote en silencio.

Leí varias veces la nota sin saber qué pensar. Esa letra se me hacía completamente desconocida. Por un momento pensé en que era Crescence, pero ¿por qué mantendría en secreto su nombre? Pensaba en preguntarle de todas formas, pero eso se me hacía más que extraño.

Salí y me encontré con el resto de mi equipo. Arcturus se dedicó a recordarnos una vez más la estrategia que había preparado para asegurarnos la victoria, aunque yo siempre sentía que la responsabilidad de ganar pensaba más sobre mis hombros que sobre los de mis compañeros.

Aún faltaba tiempo, por lo que me senté a esperar, pensando en esa extraña nota. Poco después apareció Tom. Me levanté para ir a hablar con él, tratando de disimular lo mucho que me alegraba verlo y que no estuviera con esa chica.

—Hola —me saludó.

—Hola —le respondí.

—Quería desearte suerte.

—Muchas gracias, me va a hacer falta.

Sus ojos cafés se encontraron con los míos y sentí como si pudiera leer mi mente.

—¿Estás nerviosa por el partido? —preguntó.

—Sí, bastante... aunque me pasó algo un poco raro.

Saqué la nota de mi bolsillo y se la di. Él la leyó rápidamente. Luego me miró con el ceño fruncido.

—Parece que tienes un admirador secreto —dijo, por su expresión, se veía que le parecía algo más que ridículo— ¿en serio no sabes quién puede ser?

—Imagino que alguien de mi casa, porque dice que ganaremos el partido, pero no tengo idea de quién.

—El que haya sido es un cobarde. ¿No sería mejor decirte las cosas en la cara?

—Es verdad. Yo no me pondría a enviar notas anónimas, buscaría hablar con esa persona que me interesa.

—Pregúntale a tus compañeros, ellos pueden reconocer la letra.

—Lo haré, pero después del partido.

—Suerte en eso.

Me regaló una breve sonrisa y se fue.

𝑨𝒎𝒐𝒓𝒕𝒆𝒏𝒕𝒊𝒂 || 𝑻𝒐𝒎 𝑹𝒊𝒅𝒅𝒍𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora