La confesión de Crescence

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Como había quedado de ir a hablar con Crescence, salí de clases y regresé a mi sala común. Todavía sentía que me dolía el alma y por más que intenté concentrarme, mis pensamientos siempre llegaban al mismo lugar: Tom. Mis amigos estaban preocupados por mí, intentaban animarme y eso lo valoraba mucho, aunque no lo lograran realmente. Intenté poner mi mejor cara, pues no quería que nadie se diera cuenta de que me sentía terrible. Me dediqué a leer, mientras mis amigos hacían algunos trabajos, hasta que Reginald se me acercó.

—Oye, Hayleia —dijo— te están esperando afuera.

—Gracias por avisarme, Reg —le dije.

Mis amigos dejaron sus actividades y me miraron.

—Suerte —dijo Eric.

—Gracias, en un rato nos vemos... creo.

Salí y me encontré con Crescence, su sonrisa era tan brillante, que contagiaba. Traté de sonreír también. Él parecía algo nervioso.

—Hola —dijo con voz vacilante.

—Hola —lo saludé.

Caminamos en silencio hasta la torre de astronomía, comenzaba a ponerme nerviosa también. Cuando llegamos, esperé a que dijera algo, porque yo no tenía idea de qué decir.

—Yo... tengo algo muy importante que decirte —comenzó, luego sacó su varita del bolsillo—. ¡Orchideous! —en seguida apareció un bonito ramo de flores, sonrió y me las entregó.

—Gracias —le dije.

Me miró fijamente, estábamos bastante cerca, por lo que pude ver que sus ojos eran muy bonitos. Sentí cómo entrelazó sus dedos con los míos suavemente, pero no rompí el contacto visual.

—Me gustas, Hayleia y desde que te vi en ese partido de quidditch, no he podido dejar de pensar en ti —su voz era casi un susurro, como si estuviera revelándome un secreto—. Yo sé que no nos conocemos muy bien, pero... si quisieras podríamos pasar más tiempo juntos... tratar de tener una relación... no lo sé. Será como tú quieras. Déjame hacerte tan feliz como te mereces. Yo te daré todo de mí, me entregaré por completo. Si me aceptas, no te arrepentirás.

Yo me sentía tan extraña, era la primera vez que alguien me decía algo como eso. No sabía qué decirle, por lo que preferí centrarme en observar su atractivo rostro con atención. ¿Y si lo intentaba? Él me agradaba, era guapo y le gustaba el quidditch como a mí, podríamos llevarnos bien. Solo había un problema... no era Tom. Tal vez todo lo que necesitaba era fijarme en alguien más, ya sabía de sobra que no tenía oportunidad con él. Con un poco de suerte, mis sentimientos desaparecerían.

La idea de intentar algo con Crescence, alivió en parte el dolor que estaba sintiendo desde la noche anterior. Sonreí y me di cuenta de que estábamos realmente cerca. Cerré mis ojos y segundos después, sus labios estaban sobre los míos. Fue un beso corto y muy tierno, que me hizo sentirme especial. Cuando nos separamos, Crescence me sonrió y supe que estaba esperando a que le dijera algo.

—Creo que podríamos intentarlo... pero me temo que nunca he tenido una relación, puede que no sepa muy bien cómo hacer las cosas —dije.

Él me envolvió en un fuerte abrazo.

—Vamos a hacer que funcione... juntos, por eso no te preocupes —dijo.

No sabía si las cosas saldrían bien o no, pero quería intentarlo. Era necesario sacar a Tom de mi corazón e iba a hacer lo posible por lograrlo. Me acerqué de nuevo a Crescence y le di un beso mucho más largo, sus labios eran suaves y cálidos. Cuando nos separamos, buscó en sus bolsillos y sacó un collar con un pequeño colgante en forma de snitch.

—Hace unos días te compré esto, pensé que te gustaría —dijo.

—Me encanta.

Sonreí, me di la vuelta y me recogí el cabello con una mano. Él me puso el collar con cuidado.

—Te queda perfecto.

Levanté mi mano y le acaricié la mejilla con el dorso. Sus ojos azules brillaban y su cabello rubio estaba un poco despeinado por la brisa que corría en lo alto de la torre. Me tomó de la mano y observamos el cielo, que poco a poco se oscurecía, por un largo rato.

Me acompañó de regreso a la torre de Ravenclaw, una vez estuvimos frente a la puerta, me tomó de la cintura con delicadeza y me dio otro largo beso.

—Hasta luego, Hayle —se despidió.

—Adiós, Cres —dije.

Le sonreí y aproveché que dos chicos habían resuelto el acertijo para entrar en la sala común y entré tras ellos. Al verme entrar, Eric, Maia y Clitemnestra se levantaron de donde estaban sentados y me miraron, ansiosos.

—¿Y bien? —preguntó Eric.

—¿Qué pasó? —preguntó Clitemnestra con una sonrisa enorme.

—¿Qué te dijo? —preguntó Maia.

Los tres parecían más que emocionados. Me senté con ellos y les conté lo sucedido. Cuando terminé, sonreían e intercambiaban miradas.

—Lo sabía —dijo Clitemnestra, dándole un leve golpe a la mesa con la palma de la mano, una brillante sonrisa le iluminaba el rostro, parecía estar mucho más feliz que yo.

—¿Crees que funcionará? —preguntó Eric, todavía sonriente.

Me encogí de hombros.

—No lo sé, pero lo intentaré —dije. Cada vez estaba más convencida de que las cosas podían salir muy bien.

Más tarde, cuando bajamos al gran comedor y nos sentamos a comer, vi a Tom con esa chica de nuevo, pero intenté no prestarles atención. Participé activamente en las conversaciones que se desarrollaban en la mesa, estaba decidida a olvidarme de lo que había llegado a sentir por Tom. Cuando algunos de mis compañeros de casa terminaron de cenar y comenzaron a levantarse, Crescence se me acercó con una enorme sonrisa y se sentó en el espacio vacío que había junto a mí.

—Quería darte las buenas noches —dijo.

—Buenas noches, Cres —me despedí.

Se acercó y me dio un beso en la mejilla, luego se fue con sus amigos. Se me ocurrió la mala idea de mirar hacia la mesa de Slytherin, pero no tardé en arrepentirme de hacerlo. Tom estaba muy cerca de esa chica, y no dudó en romper la distancia que lo separaba de ella. La besó, no fue un beso muy largo, pero yo sentí como que me ardía el pecho y me faltaba el aire. Era mucho más apremiante la necesidad de olvidarme de él, no se atrevería a besarse con una chica con la que no tiene nada en medio del gran comedor, al parecer, ella era su novia, lo que yo nunca podría ser. Traté de hacer caso omiso del dolor que se apoderaba de mí. No iba a sufrir por él, que evidentemente no sentía nada por mí, no cuando había alguien a quien sí le interesaba. Aunque sabía que me costaría en esfuerzo enorme, sacaría a Tom Riddle del lugar que había tomado en mi corazón.

𝑨𝒎𝒐𝒓𝒕𝒆𝒏𝒕𝒊𝒂 || 𝑻𝒐𝒎 𝑹𝒊𝒅𝒅𝒍𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora