Los días pasaron y yo cada vez me convencía más de que el beso que me había dado Tom, no era más que un impulso suyo o una equivocación. Incluso no descartaba que me lo hubiera imaginado. Prácticamente habían llegado las vacaciones de navidad y estaba casi segura de que él se quedaría en la escuela. Muy pocas veces me había saludado, pero por lo general, prefería imaginar que yo no existía y eso me causaba un profundo dolor. Estaba con mis amigos, desayunando en el gran comedor, cuando Clitemnestra llegó y se sentó a mi lado. Yo miraba distraídamente a la mesa de Slytherin, y contemplaba en silencio a Tom, que hablaba con uno de sus compañeros.
—¿Otra vez lo mismo? —preguntó Clitemnestra, mientras se servía dos huevos fritos.
—Sí —le respondió Eric.
—Estoy tratando de averiguar qué le pasa —dije.
Maia me dio una palmada en el hombro.
—Te dije que era más fácil atrapar la snitch con los ojos cerrados que entender a los chicos —dijo Clitemnestra—. Pero yo sigo pensando en que es mejor que hables con él.
—No —dije—, no quiero hacerlo, voy a quedar como una estúpida.
Mis tres amigos me miraron con impaciencia, para ellos la mejor solución era que hablara con él, pero yo no lo veía así. No pensaba decirle nada de lo que sentía, a él evidentemente no le importaba, tal vez esa era la razón por la que me ignoraba todo el tiempo. Me terminé las hojuelas de avena, mientras me preguntaba por qué todo tenía que ser tan complicado.
Mucho más tarde, iba saliendo con mis amigos de clase de defensa contra las artes oscuras. De repente, supe que Tom estaba cerca, aunque no sabía por qué podía presentir eso, siempre había algo que me lo decía, desde antes de que mis ojos lo hubieran visto.
—Espérenme aquí un momento —dijo Eric, y caminó hacia la puerta del baño.
Iba a abrir, pero se detuvo. Maia y yo estábamos a un par de metros de distancia, él nos hizo una seña para que nos acercáramos. Intercambiamos una mirada y caminamos hasta que pudimos pegar la oreja a la madera de la puerta.
—La tomé de la oficina de Slughorn —decía Tom.
—¿Estás seguro de hacer algo como eso? —preguntó su interlocutor, su voz se me hacía conocida, pero no sabía su nombre.
—Claro que sí —hizo una pausa—. Ya sé que lo que causa es una obsesión y no amor, pero es la forma de lograr lo que quiero. El fin justifica los medios.
—Hay otras maneras.
—Lo sé, pero no quiero que sea por la fuerza, ¿entiendes? Quiero que Hayleia venga voluntariamente a mí, porque me desea, así será mucho mejor.
—No sé, Tom. Es que no entiendo por qué ella, mírala, antes que nada, es una Ravenclaw, son tan presumidos, y además no tiene nada fuera de lo común.
—Sí tiene algo fuera de lo común, lo que me causa. La manera como mi mente y mi cuerpo reaccionan cuando la tengo cerca.
—Bien, ya que insistes en eso, te deseo suerte. Nos vemos.
Sus pasos comenzaron a acercarse y yo miré a Eric, que parecía no poder creer lo que acababa de escuchar, igual que Maia yo. Los tomé del brazo y corrí lo más lejos que pude, luego me detuve y fingí naturalidad hasta que el amigo de Tom se perdió de vista. Tenía que hablar con él, me iba a escuchar, pero no lo veía salir del baño.
—Espérenme aquí —les dije—, es posible que me demore.
—¿Qué vas a hacer? —preguntó Eric, alarmado.
—Decirle un par de cosas a Tom.
Respiré profundo y caminé hacia el baño con paso decidido, tratando de pensar en qué decirle. Abrí la puerta, di un paso dentro y...
—¡Desmaius! —gritó Tom. Me agaché y el hechizo pasó sobre mi cabeza— Lo siento, no sabía que eras tú. Qué suerte que no te dio.
—El quidditch me ha dado buenos reflejos —dije mientras cerraba la puerta tras de mí.
Me acerqué despacio y lo vi tensarse poco a poco, como si ya supiera a qué había ido. Se recostó contra el lavabo, ocultó su mano detrás de la espalda y me miró.
—Sé lo que pensabas hacer —dije de repente.
—No tengo idea de a qué te refieres —dijo él de modo poco convincente.
—Pensabas darme amortentia, ¿verdad? —pregunté calmadamente.
—¿Qué?
—¡Respóndeme! ¿Sí o no?
Él se quedó callado, escrutándome con sus oscuros ojos, que cada vez me parecían más hermosos, pero no respondió. La idea de que no me dijera en la cara lo que pensaba hacerme, me enfureció, aunque lo que había escuchado era más que suficiente, yo quería que lo confirmara o lo desmintiera.
—Eres un imbécil, Tom Riddle, te lo informo. Era mucho más fácil que me dijeras lo que sea que quieres de mí —dije, intentando en vano contener mi ira—. Como si necesitaras de esas cosas.
Él frunció el ceño, desconcertado, iba a replicar, pero levanté una mano para indicarle que se quedara callado. En ese momento, dejó de importarme ocultar mis sentimientos hacia él, dejó de importarme todo, estaba decidida a gritar a voz en cuello que lo amaba.
—Tú no necesitas un maldito filtro de amor, estúpido idiota —le grité— ¿y sabes por qué? Porque yo ya me enamoré de ti, sin necesidad de que me dieras nada de eso. Ni siquiera te has dado cuenta, pero me gustas hace años. No puedo asegurarlo, pero creo que fue desde que te golpeé con esa puerta y tú me gritaste en el callejón Diagon. Ni siquiera puedes imaginar la magnitud de lo que siento, a pesar de que todo el mundo puede darse cuenta. Guarda esa amortentia para alguien más, porque yo ya estoy bajo los efectos, sin haberla bebido. Sé que conoces tus encantos, ya deberías saber que sucumbí.
Parecía completamente impresionado por lo que le confesé, como si no pudiera creerse eso, como si le hubiera revelado la existencia de alguna cosa imposible de creer. Airada, salí precipitadamente del baño, no había más que hablar. Afuera, mis amigos esperaban con expresiones de desconcierto, sin duda alguna, habían escuchado todo. En silencio, regresamos a nuestra sala común. Me dejé caer en uno de los sillones, sintiendo como si me hubiera quitado un enorme peso de encima. Tom ya lo sabía todo, no pensé que decirlo me hiciera sentirme tan tranquila. No sabía qué sucedería después, o qué pensaría él, pero yo ya estaba preparada para cualquier cosa que sucediera de ahí en adelante.
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𝑨𝒎𝒐𝒓𝒕𝒆𝒏𝒕𝒊𝒂 || 𝑻𝒐𝒎 𝑹𝒊𝒅𝒅𝒍𝒆
FanficDicen que quienes son concebidos bajo el efecto de la amortentia, el filtro de amor más poderoso del mundo, son incapaces de sentir amor por nada ni por nadie. ¿Solo no pueden amar o eso incluye otras emociones? ¿Pueden sentir deseo, atracción físic...