v e i n t i d ó s

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Joaquín había tenido un día difícil, tuvo demasiado trabajo que hacer y además su estúpido lobo no dejaba de llorar y pedirle que fueran a casa con su alfa. Al principio le pareció extraño la actitud, pero al recordar que estaba a unos días de su celo, le pereció algo normal por lo que decidió callarlo antes de que le dijera cualquier cosa. Sin embargo comenzó a sentir una picazón en su marca, que también ignoro para continuar trabajando.

Al final de cuentas termino todos sus pendientes pasando las siete de la noche, cuando subió a su auto recordó que había olvidado mandarle mensaje a Emilio, aunque lo más raro era que esté no le preguntara porque no había llegado a casa. Ignorando todo eso paso a un restaurante por la cena, solo quería comer algo e irse a dormir con su esposo.

Cuando llegó a casa, sintió una punzada en su corazón, como si algo estuviera mal, algo temeroso entró, visualizando la silueta de su esposo sentando en al sofá, dándole la espalda.

— Debiste reírte de lo estúpido que fui, ¿verdad? —habló con tono frio Emilio, soltando una risa amarga.

El omega se sintió confundido, por lo que se acercó, sorprendiendo se al ver al rizado con las mejillas llenas de lágrimas y la mirada totalmente apagada.

— ¿Qué paso? —preguntó Joaquín, intento tocar a su pareja pero este se alejo de inmediato.

— No me toques —exigió el alfa alejándose aún más, sacó un sobre mirándolo un momento— Fui un idiota, pensé cualquier cosa, menos que tú tomaras anticonceptivos, a escondidas.

Joaquín palidecio por completo, sin saber que decir, se supone que no debía salir en los estudios que se hizo.

— ¿C-cómo lo... —intentó preguntar, pero lo interrumpieron.

— Al menos no tuviste del descaro de negarlo. El doctor me llamó y me dijo que tenías niveles hormonales muy extraños, entonces con la sangre que tenían hicieron otro estudio donde salió —dijo Emilio, sintiendo las lágrimas caer de nuevo por sus mejillas— ¿Por qué? ¿Por qué me hiciste creer que si querías tener un hijo? Yo jamás te hubiera obligado.

Entonces el omega recordó que el rizado le había dicho que los resultados, se habían atrasado, ahora  sabía que no era así, entendía todo.

— Perdoname, perdoname, por favor, no se por que lo hice pero lo solucionaremos —suplicó el castaño hincandose frente a su esposo.

— Es demasiado tarde, simplemente te espere para que supieras por mí que me voy —murmuró el alfa, señalando la maleta que estaba cerca de la puerta.

— ¿Qué? No me puedes abandonar, gritarme, molestate conmigo, pero no me dejes —pidió Joaquín.

— No puedo, mas que molesto, estoy decepcionado y harto. Harto de que no me tengas confianza, de que te guardes las cosas, que sigas pensando que seré como los demás alfas; entiende Joaquín no soy así, jamas te trataría mal, por que te amo —dijo el rizado levantándose del sofá, se sentía degadtastadi emocionalmente.

— Si me amas entonces quedate —pidió el omega.

— No, necesito mi tiempo, para decidir qué pasará con nuestro matrimonio. Dudo el tener la fuerza para seguir pasando por esto —habló tranquilamente Emilio.

— Es que todo estaba bien, hasta que decidiste  tener hijos —dijo el castaño, sin darse cuenta de lo que dijo hasta que vio la expresión de su esposo.

— No, te equivoques, no teníamos tantos problemas, pero tú desconfianza estuvo ahí —susurró el alfa— No me busques, lo digo enserio, necesito asimilar que fuiste tan egoísta como para hacerme pensar que algo estaba mal y que no podrías quedar embarazado.

Dispuesto - OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora