t r e i n t a y u n o

1.3K 153 67
                                    

Joaquín acaricia su vientre intentando que los a cachorros dejen de moverse, mientras mira fijamente al rizado dormir. Desde que se despertó por los movimientos de los bebés no ha podido conciliar el sueño y pensó en ir a la habitación para poder dormir con el alfa, como siempre lo hacía cuando no podía conciliar el sueño, solo que ahora hay un problema.

— ¿Ahora me miras dormir? —intrigó Emilio, abriendo los ojos espantado un poco al castaño.

— Quiero acostarme a dormir contigo como siempre —susurró Joaquín abultado sus labios.

— Hazlo, no necesitas pedir permiso para dormir conmigo —comentó el mayor extendiendo su mano.

— Es que quiero acostarme encima de ti, pero no puedo por mi vientre —dijo el castaño abultado sus labios aún más.

— Encontraremos la manera, anda ven —pidió Emilio levantando las cobijas, haciendo que el omega se acueste mirándolo frente a frente, lo rodeo con una de sus piernas y sus brazos — ¿Están bastante inquietos? ¿Verdad?

— Si, por ellos me desperté —admitió el menor recargando su cabeza en el pecho del contrario para evitar que vieran su sonrojo.

— Está bien, ¿quieres que les hable para calmarlos? —intrigó el rizado a lo que Joaquín asintió.

Emilio se separó del abrazo para acomodarse quedando a la altura del vientre abultado, levantado el suéter para poder tocarlo mejor, notando como se movían los cachorros.

— Hola, mis cachorros, nos encanta que se muevan, pero si lo hacen ahora no dejan dormir a su papi, así que por favor déjenlo descansar —susurró el alfa con voz suave.

Casi de inmediato los movimientos se detuvieron, Emilio subió la mirada confundiendo sé al ver al castaño abultado sus labios.

— ¿Qué es lo que pasa? —intrigo Emilio subiendo lo suficiente para poder besar los labios contrarios, dedicándole una sonrisa.

— Se nos antojó un pedazo de lasaña —murmuró el omega, acariciando su vientre.

— Entonces deberemos buscar un restaurante que ate abierto a esta hora, ¿Te parece? —intrigó el rizado acostándose para mirar su teléfono, abrazando a Joaquín, que se había acurrucado en él.

— Siempre me consientes mucho —susurró el castaño.

— Es lo mínimo que puedo hacer, así que no te vayas a dormir sin comerte tu lasaña que ya pedí —comentó el alfa.

Joaquín asintió sonriendo ampliamente, acomodándose de nuevo para poder relajarse en lo que llega su antojo. Aunque en unos minutos debió moverse para dejar al rizado levantarse para ir por la comida y a pagarle al repartidor, una vez que regresó le extendió la lasaña junto con un vaso de jugo, acostandose de nuevo a su lado.

— ¿No quieres? —preguntó el castaño con la boca media llena de lasaña.

— No pequeño, no tengo nada de hambre —susurró Emilio sonriendo ampliamente, empezando a acariciar el cabello de su novio.

El omega sonría disfrutando de las caricias en su cabeza y de la comida. Una vez que terminó se acostó siendo abrazo de nuevo por el rizado, dándose un beso antes de caer completamente dormidos.

Ambos están más que felices pues a pesar de aún no haber hablado sobre su situación actual, las acciones hablaban, ya que cada vez mantenían más contacto.

[...]

A la mañana siguiente Joaquín se encuentra en el sofá recostado, cuando decide ir a la cocina por algo de beber, aprovechando para también servirle un vaso con agua al alfa, caminando a la habitación donde está, tocando la puerta suavemente.

Dispuesto - OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora