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Joaquín había estado tan deprimido por la muerte de su padre y también las últimas situaciones con el alfa que ni siquiera recordó que su celo estaba cerca. Al día siguiente de destrozarle el corazón al rizado, iba en camino a la universidad, había decidido ir a disculparse después de la escuela; pero sus planes no pudieron ser cumplidos, pues entró en celo.

Afortunadamente para el castaño, aún seguía en su auto, por lo que pudo llegar a su casa sano y salvo. Su lobo seguía odiándolo, por todo lo que le hizo a Emilio. Pero aún así tuvo un celo fuerte, pues a pesar de que duró los cuatro días, le dejo estragos por unos días más.

Hoy sábado Joaquín se sintió lo suficiente bien para salir, se subió a su auto, comenzando el trayecto al departamento del rizado. Unos veinte minutos después ya se encontraba frente a la puerta, estuvo tocando durante varios minutos, pero la puerta jamás fue abierta; justo cuando se estaba dando por vencido recibió una llamada de su amiga.

— Hola, ¿que pasa Adri? —dijo el castaño al contestar el teléfono.

— ¿Dónde estás? —intrigó la joven.

— En el departamento de Emilio, quiero disculparme, pero llevo tocando varios minutos y nadie me abre —contestó el omega escuchando el suspiro que dio su amiga, confundiéndolo un poco.

— Llegaste tarde Joaquín, justo por eso quiero verte. —susurró Adriana.

— ¿Cómo que llegué tarde? —preguntó Joaquín, al no recibir respuesta continuó— ¿Adriana? ¿De qué hablas? —intrigó desesperándose un poco.

— Debo decírtelo en persona, también debo darte algo, voy en camino a la cafetería, te veo ahí —dijo la alfa, dejando sin tiempo al castaño de decir algo, pues ya había terminado la llamada.

Joaquín suspiro frustrado mientras maldecir un poco, tan rápido como pudo regreso a su auto, empezando a conducir a la cafetería. A pesar de que no le dijo el nombre, sabía a cuál se refería a la perfección, en ese lugar pasaron tantos momentos juntos desde pequeños la alfa y él.

El castaño entró al local, con la respiración agitada, tuvo que estacionar el vehículo a unas calles, debido a que no había lugares disponibles más cerca; por lo que corrió para llegar más pronto, le urgía saber lo que le iba a decir y entregar. Logró ver a Adriana sentada en una de las mesas del rincón, de inmediato se acercó, sentándose enfrente de ella.

— Déjate de rodeos y dime ¿por qué me dijiste que llegue tarde? ¿Y qué debes darme? —dijo Joaquín, dándole una mirada profunda a su amiga.

— Primero saluda o agradece que te pedí tus favoritos —murmuró la joven, extendiendo el plato con el postre y la bebida.

— Hola y gracias, ahora dime —exigió el omega

— Emilio dejó esto —susurró Adriana, extendiéndole un sobre con el nombre del castaño escrito— No se que fue lo que pasó, pero estaba muy mal, tampoco me dio explicación de nada, pero se fue hoy en la mañana y no se si vaya a regresar.

— ¡¿Qué?! —gritó el omega, exaltándose un poco— ¿A dónde se fue? —preguntó ya un poco más calmado.

— No lo sé, no quiso decirme nada, pero es obvio que volvió a pasar algo contigo, ¿qué le hiciste? —intrigó la joven.

— Yo no puedo ser el causante de cada una de las decisiones o desgracias de Emilio. Parece que te enfocas en solo culparme, se supone que eres mi amiga no la de él —dijo Joaquín algo molesto.

— Quizá no siempre sea así, pero en las últimas ocasiones ha sido así. Deja de hacerte la víctima Joaquín, puede que fui tu amiga primero, pero eso no implica que te daré la razón; estas cometiendo un grave error y yo debo ayudarte a verlo —exclamó Adriana.

Dispuesto - OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora