s i e t e

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Los siguientes tres días, pasaron más rápido de lo que hubiera querido Emilio. Se sentía cada vez más ansioso por la reacción que podría tener el castaño con su pasado, antes pedía por tener una oportunidad de contar su historia, pero ahora no estaba seguro.

Su nerviosismo era tanto que la noche anterior ni siquiera puedo conciliar el sueño, al menos no como normalmente, pues solo pudo dormir unas tres horas. Por lo que se levantó a la seis de la mañana dándose por vencido.

Mientras hacía ejercicio para despejar su mente, se dio cuenta después de días de preocupación que no servía de nada el ponerse así; de todas maneras lo que pasara después sería cuestión de Joaquín.

Además que su pasado no era tan malo en realidad, no es como si hubiera sido un traficante o un delincuente; simplemente tenía una historia difícil. Pero aun así había personas que no lo tomaban bien y se alejaban. Solo esperaba que el omega no fuera de esas personas y si lo llegara a ser no quedaría otra más que aceptarlo.

Una vez que terminó de hacer ejercicio se fue a dar una ducha, sin presionarse, ya que faltaban más de dos horas para la hora acordada. Lo extraño fue cuando escucho el timbre sonar repetidamente, salió del baño solo con una toalla enredada en su cintura.

Sintió sus mejillas ponerse rojas por completo al ver al castaño mirándolo en cuanto abrió la puerta.

Joaquín abrió los ojos sorprendido, sin poder evitarlo llevo su mirada al torso desnudo de Emilio, notando lo marcado que estaba, en cuanto se dio cuenta de lo que hacía se sonrojó mucho más, pero aun así no quito la mirada.

— ¿Qué haces aquí tan temprano? —intrigó el rizado, sonrojándose.

— Vine para ayudarte para hacer el desayuno, pero creo que fue una mala idea —dijo el castaño comenzando a caminar de regreso.

En un movimiento rápido Emilio tomó del brazo al omega para evitar que se fuera, pero cuando lo jalo, no midió la fuerza haciendo que chocará con su torso desnudo, haciendo que se sonrojen más de lo que ya estaban.

— Lo lamento, pero no quería que te fueras —musitó muy apenado el alfa.

— Está bien, si quieres cambiarte y te espero —comentó el omega haciendo todo para no tartamudear o reírse por los comentarios indecentes de su lobo.

Se separaron con una sonrisa tímida, el rizado camino rápidamente a su habitación soltando un suspiro cuando estuvo dentro; mientras que Joaquín se quedó en la sala sentado esperando.

En tan solo unos minutos después Emilio salió ya vestido, aún con sus mejillas en un tono rosado ligero.

— Había pensado en hacer wafles con café para desayunar, pero si quieres otra cosa dime —mencionó el rizado.

— Por mí está bien —murmuró levantándose del sofá, para caminar a la cocina.

Los jóvenes rápidamente comenzaron a preparar el desayuno, dedicándose algunas sonrisas, mientras platicaban un poco.

En tan solo una media hora la comida ya estaba perfectamente preparada, cada uno se sentó en un lugar frente a la mesa, mientras comenzaban a disfrutar de lo que prepararon.

El desayuno pasó bastante rápido, quizá por qué no hablaron mucho como en otras ocasiones, cuando terminaron Joaquín se ofreció a lavar los trastes, pero por supuesto el alfa se negó, luego de una pequeña pelea de quien los lavaba, uno terminó secando y el otro lavando.

Caminaron a la sala de estar, donde se entraron en el mismo sillón solo que giraron sus cuerpos un poco para quedar frente a frente.

— Bueno creo que entre antes comience, antes terminaré —musitó Emilio soltando un pequeño suspiro.

Dispuesto - OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora