t r e i n t a

1.3K 150 99
                                    

Joaquín se despertó de repente con su respiración completamente agitada, de nuevo se despertó en la madrugada. Tras soñar de nuevo con aquella última golpista que le dio Ernesto que prácticamente lo llevó al hospital, lo curioso es que ahora sabe la razón principal por la que lo golpeó.

Al principio pensó que era un mal juego de su mente cuando recordó todo, sin embargo tras soñar lo mismo en las casi dos últimas semanas y pensarlo mejor se dio cuenta de que en verdad había pasado.

Una vez que reaccionó un poco del shock que le provoca después de ese sueño, noto la sensación cálida en su vientre, bajo la mirada sorprendiéndose al ver a Emilio con sus manos y su rostro en esa zona desnudo pues su suéter estaba subido, descubriendo toda su pancita de embarazado.

— ¿Qué haces? —intrigó el castaño, ni siquiera sabia que estaba ahí cuando despertó.

— ¿Por qué no me dijiste que tienes pesadillas? —preguntó el alfa, evadiendo lo que dijo el menor.

— ¿Estabas hablando con los bebés mientras dormía? —musitó Joaquín, a pesar de que al ver la situación era obvia la respuesta.

— No —se atrevió a negar el rizado, sin embargo al ver la expresión del castaño se resignó— No puedo evitarlo, discúlpame si te molesto.

— Solo me sorprendí, puedes hablar con nuestros hijos cuando quieras incluso si estoy dormido —comentó el omega sonriendo ampliamente, imaginándose las cosas que les dice el alfa a los cachorros.

— ¿Estás preocupado? —intrigó Emilio, acariciando el vientre abultado del contrario.

— Sí —respondió rápidamente el castaño, ya que sus cachorros seguían sin moverse— Solo espero que mañana la doctora nos diga que todo está bien.

— Será así —musitó el alfa— Son unos lindos cachorros, pero lo serían más si se mueven para nosotros, nos tienen en ansias —se inclinó para dejar dos besos sobre el vientre del contrario— Un beso mío y otro de su papi.

Joaquín sonrió ampliamente, al recordar como era que su padre siempre le daba dos besos, recalcándole siempre que uno era de su otro padre. Aunque debió dejar de recordar, en el momento que sintió como los cachorros se movían haciendo que se note en su vientre.

El rizado se sorprendió demasiado y al mismo tiempo se emocionó, por lo que al ver al omega con lágrimas en los ojos le fue imposible no ponerse igual.

— ¿Los sientes? —preguntó el omega, llorando de la emoción, por fin después de veinte semanas, se han movido por primera vez.

— Sí —susurró Emilio.

Aunque aquel momento no duró demasiado porque los movimientos se detuvieron de repente, haciendo que ambos jóvenes se miraran aún sonriendo ampliamente. El rizado tapó el vientre de Joaquín con el suéter acostándose enfrente de esté abrazándolo.

— ¿Me contarás de las pesadillas? —intrigó el alfa.

— Te oculté algo... —admitió Joaquín tras pensarlo unos momentos— La vez que me golpeó y me mandó al hospital, no fue solo porque si... —hizo una pausa para tomar valor para decirlo, enterrando su rostro en el cuello del rizado— Él quería que me acostara con él porque me dijo que para eso son los omegas, claramente me negué y por eso pasó eso.

Emilio no dijo nada simplemente se concentró en consolar al castaño que lloraba entre sus brazos.

— ¿Estás molesto? —preguntó el castaño, una vez que pudo controlar un poco el llanto.

— Jamás me molestaría por algo de lo cual no tuviste la culpa, me hubiera gustado que me lo dijeras antes, sin embargo entiendo tus razones —musitó Emilio— Quiero disculparme contigo, sé que te dije que cuando me dijeras de quien es esa voz, habría un nosotros, pero me es imposible solo regresar así... No quiero que pienses que no quiero regresar contigo, porque no es así solo quiero ir poco a poco si tú quieres.

Dispuesto - OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora