t r e i n t a y c u a t r o

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Emilio sostenía fuertemente la mano de su esposo, rogando porque lo mirara, ya había pasado un tempo desde que le inyectaron un medicamento que supuestamente lo estabilizaría, logrando que despertará y nada más no pasaba nada.

— Anda pequeño, mírame con esos ojos preciosos, que me cautivaron desde el primer día… Aun recuerdo cuando te vi en la universidad, muy sonriente y feliz, aunque claro me rechazaste de inmediato —susurró el alfa con lágrimas en los ojos.

Al escuchar pequeña risita subio la mirada encontrándose con un Joaquín mirándolo con una sonrisa, de inmediato se lanzó a abrazarlo volviendo a llorar, pero está vez de felicidad.

— ¿Cómo te sientes? —preguntó rápidamente.

— Siento cómo si todo me diera vueltas y también me siento cansado —susurró el castaño— ¡Mis bebes! ¿Están bien? Alfa, dime que están bien —suplicó comenzando a llorar, a penas había reaccionado sobre lo que había pasado.

— Shhh, si pequeño aún están dentro de ti, la doctora dice que están muy bien para las semanas que tienen y que intentan mantenerlos ahí el mayor tiempo posible —murmuró Emilio dejando un beso en la frente de su pareja sentándose de nuevo para hablar de un tema serio, mientras acaricia el vientre abultado— No quiero asustarte, pero la situación se está complicando… Prométeme que vas a luchar con todas tus fuerzas, debemos cuidar a nuestros cachorros juntos —pidió con los ojos cristalizados, no quería perderlo.

— Te lo prometo si tú me prometes otra cosa —susurró temeroso el omega, continuando cuando vio asentir a su pareja— Los elegirás a ellos sobre todas las cosas, incluso que a mí.

— No, no me puedes pedir eso —dijo rápidamente el rizado, comenzando a llorar de nuevo.

— Por favor, ya tengo todo listo, hay una memoria en la maleta del hospital, ahí les dejé muchos videos para que sientan que estoy con ellos en cualquier momento —murmuró Joaquín sintiéndose cada vez más débil— Prometémelo —suplicó.

El alfa negó, no iba a prometer eso, simplemente no podía, estaba a punto de decir algo cuando las máquinas comenzaron a hacer un ruido raro, casi de inmediato llegó la doctora.

— La presión se disparó, el latido de los bebés se debilitó, debemos llevarlo a cesárea de emergencia —ordenó la doctora a las enfermeras.

Emilio se acercó a la camilla donde estaba su esposo muy débil, le dio un beso en la frente intentando decirle que todo estaría bien, cuando estaba a punto de alejarse para que se lo llevarán al quirófano, lo tomo de la mano.

— Promételo, tú podrás —susurró el castaño con mucho esfuerzo.

— Te lo prometo —dijo el alfa antes de que se llevarán a su esposo directo al quirófano, notando como este sonrió un poco cuando se lo prometió.

— Debo preguntarle, si debo elegir ¿a quién quiere que le dé prioridad? —intrigó la doctora.

— A los bebés —musitó Emilio con mucha dificultad tanto por el llanto, como porque la decisión era muy difícil, sin embargo no tiene elección porque se lo prometió —Salve a los tres —suplicó.

— Eso intentaré, vaya a la sala de espera yo iré a darle la noticias en cuanto termine la cirugía —dijo antes de irse directo a la zona de quirófanos.

El rizado camino hasta donde le indicaron completamente hundido en sus pensamientos, mientras continuaba llorando, hace tan solo un rato estaban los dos bañándose, besándose y diciendo cuanto se aman, ahora solo debe esperar para saber si podrá volver a hacer todo eso o fue la última vez.

Dispuesto - OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora