v e i n t i c i n c o

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Habían pasado casi dos semanas, el contacto entre Joaquín y el rizado seguía siendo constante, diario hablaban por teléfono y mensajes, aún no se habían visto para nada. Siempre el omega contaba un poco de su día y de las terapias que seguía tomando, aún le faltaba demasiado, sin embargo iba progresando en verdad quería salvar su matrimonio, de hecho ahora iba a una de sus sesiones.

El castaño no podía decir que se sentía bien, ya que la marca continuaba molestándole, el comer le era bastante difícil, aunque aún así comía un poco para cumplir lo que le prometió a Emilio, en verdad anhelaba el que regresará con él.

Lo dejaron entrar al consultorio de la psicóloga de inmediato, sin embargo ella no se encontraba por lo que espero unos momentos hasta que entrará.

— Buenas tardes, Joaquín —saludo cordialmente la doctora— Espero te encuentres bien, si deseas quitarte la chaqueta la puedes colgar ahí —señaló el perchero, sin embargo se arrepintió al ver como se aferraba a la prenda — Está bien si no te la quieres quitar solo dije por si sentías calor, recuerda que este es lugar seguro ¿si?

El omega asintió relajando sé un poco, no se la quitaría así estuviera muriéndose de calor, olía a su alfa y eso lo tranquilizaba. Aunque el aroma no era tan fuerte como cuando Emilio la envío, pensaba esta tarde cuando hablaran pedirle otra prenda y avisarle que dejaría una nueva con su aroma.

— Muy bien ¿Te parece si comenzamos? Si tú quieres puedes contarme como están las cosas con tu esposo —murmuró la psicóloga, intentando hacerlo sentir confianza, para lo que tenía planeado intentar.

— Están mejor, no lo he visto, pero seguimos en contacto. Aunque cada vez que hablamos debo controlarme para evitar pedirle que nos veamos, no sé cómo reaccionaria a que me dijera que no, además que aún no tengo respuestas para él —admitió Joaquín cabizbajo.

— ¿Él quiere saber todo de la voz que escuchas? ¿No? — preguntó a pesar de saber la respuesta— ¿Te gustaría intentar recordar de quien es esa voz? Por lo que veo te causó un trauma y tu mente reprimió el recuerdo, por eso piensas que no la conoces, cuando en realidad si lo haces. Sin embargo antes de hacerlo quiero que me describas esa voz, suena a un hombre, mujer o alguien más joven.

— No lo sé —susurró el castaño comenzando a ponerse nervioso tan siquiera de pensarlo.

— Tranquilo, está bien, recordemos que este es un lugar seguro y que los recuerdos no nos hacen daño —habló la psicóloga, con voz suave— Si puedes intenta recordar donde la escuchaste, solo un poco.

Joaquín asintió cerrando los ojos, comenzando a intentar recordar, mientras se aferraba a su chamarra, como si su vida dependiera de esa prenda. De repente comenzó a escuchar gritos, pidiendo que se detuviera y casi de inmediato escucho aquella voz, no distinguía nada, ya que estaba totalmente oscuro.

"Cállate basura, ningún omega puede ser feliz, tarde o temprano te maltratarán a eso vienen, no porque tu padre sea bueno todos lo serán, aprende eso estúpido" refuño.

El omega abrió los ojos rápidamente, su cuerpo temblaba ligeramente, no quería recordar eso, su respiración comenzó a acelerarse.

— ¡Papá! —lloriqueó haciéndose bolita en el sofá, comenzando a llorar fuertemente, deseaba que su papá lo abrazara — ¡Emi! ¡Alfa! —llamó, lo quería ahí con él, era quien siempre lo consolaba por la muerte de su padre.

— Joaquín, nadie te hará daño aquí, has el ejerció de respiración —pidió la psicóloga.

La respiración entre cortada del castaño comenzó a tranquilizarse, sin embargo el llanto duro aún unos minutos más.

Dispuesto - OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora