n u e v e

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Los siguientes días pasaron normalmente, Joaquín iba las mañanas a la oficina del rizado, para pasar aunque sea unos minutos, hablando y por supuesto besándose. A veces también se veían en las tardes para comer o cenar juntos.

Hoy viernes habían quedado de verse en la tarde en el departamento del alfa, esa reunión la tenían planeada desde hace días, por lo que esta vez en la mañana no se vieron. Además de que salió mucho antes del trabajo para arreglar los detalles de lo que comerían y demás.

El omega tocó en timbre de la puerta, poniendo sus manos detrás de su espalda rápidamente para evitar que se viera antes de tiempo.

La puerta del departamento fue abierta por un rizado muy sonriente al ver a Joaquín.

— Hola, pequeño —susurró Emilio con una gran sonrisa, sintiendo su corazón acelerarse al ver el sonrojo en las mejillas del castaño.

— Hola, Emi —contestó el omega— No quería perder lo que se está volviendo tradición, así que ten —extendió unos chocolates de coco y una azucena.

— Muchas gracias —musitó el alfa sonriendo aún más amplio mientras tomaba las cosas — Pasa, acaba de llegar la comida que pedí.

Joaquín entró al departamento, no sin antes dejar un beso en los labios del rizado, sintiéndose satisfecho, se quitó la chaqueta que tenía pues afuera se sentía demasiado frío, mostrando el suéter azul que tenía, viendo con curiosidad al contrario, ya que no dejaba de verlo.

— ¿Te pusiste mi regalo de cumpleaños del año pasado? —intrigó Emilio a pesar de que era obvia la respuesta.

— ¿Tú me lo diste? —preguntó el castaño y el alfa asintió— Pensé que solo me habías dado las sudaderas, aunque gracias, me encanta, gracias.

— De nada, iré por la comida china que pedí así que siéntate —murmuró el rizado.

Momentos después Emilio regresó, con los alimentos, comenzando a disfrutar de la comida momentos después, mientras platicaban un poco de su día.

— ¿Aún sigues trabajando con la empresa? —preguntó Joaquín, pues el alfa había tenido dos trabajos más por gusto que por nada y le comentó que pensaba en dejar la empresa.

— Sí, pensé muy bien toda la situación, decidí no dejar la empresa, así tengo un ingreso extra para ahorrar dinero para un futuro. Lo dejaré cuando deba tener más tiempo libre —comentó el alfa.

— Eso está bien —musitó el castaño.

La comida terminó en un poco más de media hora, recogieron todo el desastre que hicieron y fueron a sentarse en la sala en el mismo sofá girando se para verse frente a frente.

— Quiero preguntarte algo, pero solo si me prometes decirme la verdad —murmuró Joaquín.

— Por supuesto que si —dijo el rizado con gran seguridad.

— ¿Qué dice tu lobo cuando estás cerca de mí? —preguntó el omega, ya que aún tenía esa duda desde que vio el video de su padre.

— ¿Estás seguro de querer saber eso? —intrigó Emilio, viendo cómo el contrario asentía— Evitaré algunos detalles porque me da pena decirlo, pero en resumen quiere estar cerca de ti, cuidarte, amarte y muchas cosas más.

— Yo quiero saber todo lo que dice de mí, por favor —pidió el castaño con ojos suplicantes.

— Te lo diré, si tu primero me dices todo lo que dice tu lobo de mí —dijo el alfa, pero al ver no muy convencido al contrario continuó— Te juro que te diré todo tal como lo dice.

Dispuesto - OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora