v e i n t i u n o

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Joaquín sentía un nudo en su estómago, mientras estaba sentado en esa maldita sala de espera, lo único que podía pensar era si no se iba a arrepentir de hacer esto.

— Intenta relajarte, la habitación está llena de nerviosismo —susurró el alfa, entrelazando sus manos.

— ¿Por qué no esperamos después de nuestro celo? Quizá ahí podamos quedar embarazados —susurró el castaño, abultado un poco sus labios.

— Ya estamos aquí, tenemos nuestra cita, no podemos irnos así nada más , solo hay que hacer esto y saber si algo anda mal o solo no hemos tenido suerte. Todo estara bien te lo prometo pequeño —musitó Emilio dejando corto beso en los labios de su esposo.

El omega asintió, concentrándose en el aroma que está soltando el rizado para tranquilizarlo, intentando olvidar todo lo que pasa por su mente incluyendo las voces, una que le reprocha y la otra que lo atormenta de nuevo desde hace algunos meses, después de años de no escucharla.

— El doctor espera a Emilio y Joa... —se detuvo al ver cómo la pareja se levantaba y entraba al consultorio.

Joaquín se sentó lo más cerca del alfa, aún con sus manos entrelazadas, mientras miraban los dos al doctor frente a ellos.

— Joaquín ya tuve la oportunidad de platicar un poco con tu alfa, me comentó la situación, así que lo que haremos será hacer los estudios correspondientes y de ahí veremos, como proseguir. En tú caso Joaquín serán un análisis hormonal uno de sangre, ecografía, cariotipo y para ti Emilio será un seminograma, análisis de sangre, uno hormonal —dijo el doctor mirando el expediente entre sus manos.

— ¿Usted cree que algo esté mal? —preguntó temeroso el rizado.

— No te puedo dar un resultado hasta no tener los estudios, pero te diré que es más común que sea por la presión de tener el hijo, aunque como todo hay sus excepciones — comentó el doctor.

— Está bien gracias, ¿cuándo nos haríamos los estudios? Y ¿cuándo tendrás los resultados? —intrigó Emilio.

— Los estudios se los haremos ahora mismo, si no hay ningún problema y los resultados dependen del trabajo que tengan los del laboratorio, pero varía entre cinco días a semana y media —murmuró el doctor.

— Está bien —susurró el rizado, viendo como el omega asentía.

Salieron del consultorio subiendo al segundo piso de la clínica donde cada uno fue mandado a una habitación, donde le harían los estudios correspondientes.

[...]

Un poco más de una hora después, Joaquín salía del consultorio con sus manos ligeramente temblando, jamás le habías gustado las agujas y el que le sacaran tres muestras de sangre no ayudo. Sin embargo sintió algo de alivio cuando el rizado lo abrazo.

— Perdón mi amor, no pude estar ahí cuando te sacaron la sangre, lamento hacerte pasar por esto —susurró el alfa, tomando de las mejillas a su esposo.

— Está bien —musitó el castaño, recargando su cabeza en el pecho de su pareja, inundando sé con el aroma de esté.

— ¿Quieres ir a algún lado? —preguntó Emilio, al verlo negar continuó— ¿Quieres que pasemos a comprar algo? ¿Helado? ¿Pastel? ¿Algo, pequeño?

— Vamos al supermercado, hacen falta unas cosas y ahí compro algunos dulces —pidió el omega al considerar mejor la propuesta de su esposo.

— Lo que dese mi pequeño —comentó el rizado, tomando en brazos a su pareja, escuchando la risita de esté, por su acción.

Dispuesto - OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora