t r e i t r a y s i e t e

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Unas cuantas habían pasado desde que llegaron a casa con los cachorros, la experiencia de ser padres primerizos ha sido fascinante, por supuesto que ha habido momentos complicados, sin embargo son más los buenos. Un ejemplo es cuando los pequeños no dejaban de llorar y estar inquietos, causándoles estrés a ambos por no saber que hacer, al final de cuentas solo querían estar acostados entre sus dos padres soltando sus feromonas, dejándoles un lindo recuerdo.

Los cachorros habían crecido algo en estas semanas, sus mejillas se veían cada vez más regordetas dándoles un toque mucho más tierno, además que el color de los ojos de ambos era idénticos a los de Joaquín.

— Mis hermosos —susurró el alfa más que feliz, mirando a sus bebés acostados en la cuna, sonriendole mientras reían, cuando lo escuchaban hablar — Si ustedes son unos bebes hermosos mis pequeños —dijo tocando con su mano el estómago de sus pequeños causando que rieran más fuerte.

— Siempre se ríen mucho contigo —susurró el omega en la puerta de la habitación.

— Solo cuando están felices... Anda ven —pidió Emilio extendiendo la mano a su esposo quien la tomó dudoso, abrazándolo cuando estuvo a su lado — Ansío que sea la noche —murmuró con una sonrisa, sonrojado al contrario.

— Callate... Admito que yo también lo ansío, por fin mi cesárea sano y también paso tu período de espera de la vacecromia —dijo el castaño escondiendo su rostro en el pecho del mayor, para ocultar su sonrojo.

— Será una noche especial —comentó el alfa sonriendo ampliamente, habían estado planeado esta noche  por un tiempo, ya que desde hace unas semanas los pequeños se levantaban a las cuatro de la mañana a comer dándoles tiempo de sobra.

— Lo sé, por lo mientras vamos a la sala para jugar con los pequeños —dijo Joaquín tomando a Danna Aitana en brazos, viendo como es que el rizado hacia lo mismo con Aldo Lucas, caminando a la sala.

Acostaton a ambos bebés en un tapete especial que compraron, comenzado a pasarles pequeñas figuras para que las sintieran y demás ya que en el curso que tomaron sabían que la estimulación temprana era muy buena. Ambos bebés sonreían más que entretenidos.

— Te amo demasiado —susurró Emilio inclinándose para poder unir sus labios con los del menor, tras terminar de jugar un poco con los cachorros.

— También te amo alfa —dijo el omega sonriendo ampliamente.

El rizado tomó a su pequen a en brazos sentándose en el piso, doblando sus piernas para que Danna quedara recargada en estas, tomándola de sus bracitos sonriendole, mientras miraba de reojo como es que su esposo hacía lo mismo con Aldo Lucas.

— A veces no puedo creer que pueda amar tanto a dos personas tan pequeñas —susurró Emilio con una sonrisa, mirando a sus dos hijos.

— Ya lo sé —murmuró el omega más que feliz, ahora entendía porque su padre le decía que a pesar de lo mucho que amaba a Lucas, lo amaba más a él. No lo mal entiendan claro que ama al rizado, pero nada se comprara con sus dos pequeños. Clarmante el alfa pensaba igual, sin embargo ninguno lo diría en voz alta.

Pronto los bebés comenzaron a llorar desconsoladamente, de inmediato ambos padres se levantaron tomándolo en brazos para poder ir a donde estaban las dos mamilas ya listas, ya que hace unas horas a Joaquín se le comenzó a salir la leche, haciendo que tuviera que sacarsela, sabiendo que los pequeños comerian en un rato, debido a que en este tiempo ya conocían aproximadamente a que hora comían.

Los cachorros tras terminar de comer quedaron profundamente dormidos de nuevo, los fueron a llevar a la cuna, acostando los juntos tapando los con una cobijita, saliendo de la habitación para ir al sofá sentándose abrazándose mutuamente.

Dispuesto - OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora