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Esta era otra de las tantas cosas que Giyuu olvido, pero estaba por volver a vivirlo. La mañana en la que conoció a la dulce Makomo.

Y no es que no lo recuerde porque Makomo no fue importante para él, la quiso casi tanto como a su hermana, pero recordarla era lago con lo que no podía vivir, por lo que se obligo a olvídarla.

Sabito lo despertó agitando su cuerpo con brusquedad.

-Levántate ¡Urokodaki-san ya llego! – dijo colocando ambas manos en su brazo para sacudirlo con más fuerza.

-¿Cómo lo sabes? – trato de enfocar la mirada en él.

-Porque yo recuerdo estábamos en la sala, y ahora estamos en tu cuarto.

-¿Quién te asegura que lo hizo Urokodaki-san? – levanto la parte superior del cuerpo.

-Es obvio, un demonio no sería tan amable como para traernos y cobijarnos – dijo sarcástico.

-No seas tonto – inflo las mejillas.

-Vamos a saludarlo – pico sus cachetes divertido.

Salieron corriendo a donde Sabito lo encontraba casi diario, pero su silueta los detuvo en la sala.

-¡Urokodaki-san! – llamo Sabito.

El nombrado se giro a verlos, dejando ver a la pequeña niña que lo acompañaba. Los menores la miraron.

-Despertaron.

-Buenos días Urokodaki-san – saludo Giyuu, aunque miraba a la nueva tratando de recordarla.

El energético chico se acerco rápidamente.

-¿Quién es ella? – ladeo la cabeza mirándola.

-Su nombre es Makomo, se integrara a los entrenamientos con ustedes.

¡Makomo! Ese era su nombre. Sonrió recordando los momentos junto a ella.

-Pero Urokodaki-san – lo miro – Es mujer.

-¿Qué hay con eso?

Sabito frunció los labios y la analizo con la vista, finalmente regreso la mirada a su maestro.

-No sea tan duro con ella – pidió – Usted no respeta ni edad ni genero cuando se trata de entrenar.

-Cállate Sabito – susurro nervioso dándole un leve golpe en la cabeza.

La pelinegra cubrió sus labios reprimiendo una risa, mientras él le reclamaba a su amigo por el golpe. Sakonji suspiro y se levanto.

-Preparare algo para el desayuno, ustedes preséntense.

-Sí – respondieron al mismo tiempo.

Sabito volvió a mirarla y le sonrió.

-Hola, mi nombre es Sabito y él es Giyuu – lo señalo - ¿De dónde vienes?

-Eso es personal – recalco el pelinegro.

-Se vale preguntar.

-Mejor pregunta otras cosas.

-¿Puedes hablar?

Makomo volvió a cubrir su boca con más fuerza, eran divertidos.

-Sí...

-¡Genial! ¿Entonces quieres explorar la montaña con nosotros?

-Hay un pequeño campo de flores que podría gustarte.

Si su memoria no fallaba, a ella le encantaba pasar el rato en ese campo luego de los entrenamientos.

-... Está bien – respondió con timidez.

Recuerdos de un Nuevo FuturoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora