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- Giyuu, ¿no vas entrar? – pregunto desde la puerta. El mencionado nego ligeramente con la cabeza – Te avisare cuando este listo el desayuno – notifico antes de entrar.

Giyuu estaba todo el día en frente de la cabaña, moviendose solamente en busca de una sombra mejor. Urokodaki-san le llevaba la comida y con algo de insistencia lograba que la consumiera, recolectaba madera y agua vigilando de lejos a su alumno, quien siempre miraba el mismo lugar hasta pasada la media noche.

A esas horas regresaba a su habitación para descansar un poco, a la mañana siguiente tomaba la corona y si no encontraba a la pelinegra adentro, salia a repetir lo mismo del día anterior. Esa era su nueva rutina.

>>>

Esa mañana observo la corona de flores y se preocupo, rápidamente salio afuera se sentó donde siempre a esperar. Está vez su rostro estaba angustiado y Urokodaki sintió su preocupado olor.

- ¿Qué pasa Giyu? – se agacho a su altura.

El menor le mostro la corona casi marchita. Sakonji lo miro sin entender muy bien.

- Se marchito, es normal, las coronas de flor no son para siempre.

Giyuu nego con la cabeza y lo miro a los ojos de la mascara.

- Ayer, antes de dormirme, no estaba así – hablo por primera vez.

- Estaba oscuro, tal vez no te diste cuenta.

El pelinegro volvio a negar.

- Algo paso... - murmuro mirando al horizonte por donde Makomo se había ido.

>>>

Giyuu siguió esperando. Cargaba con cuidado la corona marchitada, a excepcion de las blancas flores.

Era de tarde, y un cuervo kasugoi aparecio rondando la cabaña. Algo raro de ver, pero Giyuu supuso que era alguna carta de un viejo alumno de Urokodaki-san, o el suyo, pero de ser así lo ignoraría.

- ¡Sakonji Urokodaki! – hablo el cuervo.

El llamado salió y alzo el antebrazo para que el ave aterrizara. Este lo hizo y Giyuu los miro por el rabillo de sus ojos.

-¡Tengo un mensaje que entregarle! – comenzo – Makomo, su alumna, ha muerto en la selección final.

El cuerpo del menor se congelo, apretando la corona entres sus manos. Sin querer creer lo que acaba de escuchar, no podía ser cierto, se suponía que Makomo volvería para contarle como fue la selección.

¿Por qué viene un cuervo en su lugar? ¿Por qué alguien tan dulce como Makomo murio? ¿Por qué no él?

Todo era su culpa, pudo haber tenido mejores momentos con ella si no se hubiera hundido en su absurda depresión, si tan solo hubiera aceptado las propuestas de Makomo en su momento, si hubiera pensado más en lo que ella intentaba hacer por él, si no fuera tan absurdo, tal vez ella hubiera regresado.

Si no se hubiera encerrado tanto en su mundo, quizas hubiera logrado que Makomo no fuera a ese lugar, pero no hizo nada para salvar la vida de su amiga.

Las gruesas lágrimas decendieron por sus ojos. Torpemente se levanto corriendo de regreso a su cuarto, está vez abrazando las frescas flores color blanco de su corona.

Giyuu es un idiota, y nadie le haría pensar lo contrario.

>>>

Sakonji tomo la espada nichirinto que había guardado y se la entrego al joven sentado frente él. Este tenía un haori con la mitad color vino y la otra mitad con un patron de cuadros y colores, su mirada estaba perdida en aquella espada a unos centimetros de distancia.

Recuerdos de un Nuevo FuturoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora