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Giyuu bostezo cansado y sin un buen humor. Hace unos días que Shinobu le dijo que ya estaba recuperado.

Sabito había salido de misión a un lugar lejano, no volvería hasta en un par de días, y sinceramente Giyuu no sabía qué hacer durante su ausencia. Para su suerte, el de ojos lavanda cambio muchos factores de su vida, uno de ellos es su relación con los pilares y ahora no está tan solo como normalmente estaría.

-¡¿Tienes sueño Tomioka?! – pregunto con energía.

Kyojuro lo invito a desayunar en su finca, no tenía nada mejor que hacer ni muchas ganas de cocinar, así que acepto. Hace unos minutos que su estomago le indico no poder más y en estos momentos esperaba en silencio a que el contrario terminara de saciar su hambre. Ambos estaban fuera de la finca, tal paree que el pilar del fuego prefiere disgustar sus alimentos en el exterior.

-Un poco... La misión de anoche me agoto.

-Ya veo – dejo los palillos en sobre el plato vacío, en señal de que había terminado. El ojiazul miraba el espacioso campo de batalla que conformaba la finca de su acompañante, sintió al contrario sentarse a su lado y de un momento a otro su cabeza estaba apoyada entre las piernas cruzadas de Rengoku – Puedes descansar un rato, es una mañana muy tranquila.

Las objeciones de Giyuu no fueron expresadas, el calor ajeno era acogedor, se acomodo mejor y hundió la cabeza rosando uno de sus muslos mientras cerraba los ojos. Así permaneció por un buen rato, hasta sentir una extraña sensación de no ser la primera vez que la escena sucede.

-Kyojuro... ¿Ya había hecho esto antes?

-¡Sí! Pero esa vez tenías fiebre.

Giyuu se levanto y lo miro con un notorio sonrojo.

– ¿Q-Qué fue lo que hice?

-¿No lo recuerdas? – soltó una estruendosa risa – ¿Sabito no te lo dijo?

-Ese chico – bajo la mirada irritado y avergonzado – Por lo que veo se saltó muchos detalles.

Rengoku rio con más fuerza, Giyuu retrocedió alejándose de él, completamente avergonzado de todos los recuerdos que lo abrumaban de golpe. Por alguna razón estaba en el suelo, convenció a Kyojuro de entrar y lo sentó sobre la cama para después usar sus piernas como almohada, lo peor es que le pregunto cómo gustarle a Sabito, se delato a sí mismo.

-Yo... ¿Yo enserio hice todo eso? – pregunto al aire, miro como el contrario afirmaba a su pregunta – Imposible.

-No es tan malo Tomioka – le resto importancia con un ademan – Digamos que ese beso fue por tu bien.

-¿Beso? – pregunto tembloroso. ¿Todavía había más?

En su mente, Sabito sostenía su barbilla y lo miraba irritado, por su lado, sentía las lágrimas recorrer sus ojos ante el sentimiento confuso, la poca distancia entre ellos se volvió nula.

Se levanto vacilante, con los ojos clavados en la mirada intrigada del rubio. El sentimiento de ese liquido adentrarse a su boca junto con la lengua del cabellos durazno se hizo presente de nuevo. Cubrió sus labios con ambas manos, todo a su alrededor le dio vueltas.

-¡Tomioka! – grito tratando de evitar que impactara con el suelo – ¿Estás bien?

-No, claramente no lo estoy – se llevo ambas manos a la cabeza.

-Te acompañare a tu finca, ahí te sentirás mejor.

-Gracias... Y te agradecería más si me dijeras todo lo que sucedió ese día.

-Claro, claro, aunque solo puedo decirte lo que yo vi – acepto ayudándolo a caminar. Giyuu quería apartarlo y decirle que pude andar por su cuenta, pero duda mucho que en verdad sea así, por lo que mejor se calló.

Recuerdos de un Nuevo FuturoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora