-Oye Giyuu – llamo sentándose frente el chico que almorzaba calmadamente – Estaba yo paseando por ahí cuando de pronto me tope con algo muy interesante, mis ojos recorrieron ese laberinto que con cada paso te lleva al siguiente camino y mientras avanzas sentimientos crecen dentro de ti, algunos que incluso te confunden, o no esperas sentir al mirar esas sorpresas.
-¿De qué hablas?
-Bueno, veras – saco el papel y lo extendió en el centro de la mesa – Tu carta para Urokodaki-san tiene un error, casi insignificante.
-¿Leíste mi carta?
-Sí, la leí, pero no es tan malo, si no lo hubiera hecho no podría darme cuenta de tu error.
-¿Cuál error?
-Aquí, párrafo dos, renglón siete – señalo – Mencionaste que yo estaba de acuerdo con tu experimento.
-No es un experimento. ¿Y cuál es el error?
-Precisamente eso. Yo no estoy de acurdo con lo que hiciste.
-Dijiste que no estabas en contra.
-Pero tampoco a favor, solo soy un joven espectador de tú conspiración contra la organización.
-... Tienes mucha imaginación. Pero la carta se queda así, ahora dásela al cuervo y deja que la entregue – reanudo su labor. El cuervo de Giyuu se acerco al pilar de clara melena, esperando a que le de la carta.
-Me gustaría aclarar que no te apoyo en esto, solo quizás te defienda si las cosas se salen de control, pero no estoy a favor, tampoco en contra, mi postura es neutral, y quiero que lo dejes claro.
-Sí, quizás luego – miro al cuervo – Llévatela por favor.
-Abusas de mi buen humor – se quejo enredando el papel en la pata del emplumado – Buen viaje amigo.
El ave grazno y se fue, iniciando su viaje por los cielos.
-Y, ¿Qué es lo que te trae tan feliz?
-Anoche soñé con un recuerdo, uno que había olvidado.
-¿Cuál? ¿La vez que Urokodaki-san nos aventó al río? – lo apunto con los palillos – Te veías muy feliz... ¡Hey! – reprocho cuando su amigo se comió el camarón entre los palillos.
-No, otro más lejano – termino de masticar y trago – Recordé a mi familia, soñé con ese momento donde nos encontramos con un oso pequeño y lo alimentamos, jugamos un rato con él y nos fuimos – sonrió – Fue agradable, me pregunto cómo pude olvidarlo.
-A veces ocurre, a mi me pasa muy seguido – comento, recordando todas las veces que se pregunto lo mismo ante la repetición de un suceso.
-... ¡S-Sabito-san! – grito, luego de dudar por tantos minutos.
Casi enseguida el mencionado salió de la finca, seguido por su inseparable compañero y amigo.
-Kanao, hola – saludo - ¿Qué ocurre?
-Ya despertó – murmuro tímida – Acaba de despertar.
-¡Sabito, espera! – grito tratando de detenerlo sin éxito.
La habitación estaba llena, todos rodeaban la cama llorando de alivio y alegría al volver a ver las iris luminosas de la pilar de la flor, excepto por Sabito y Kanao, quienes mantenían una firme imagen. Giyuu salió de la habitación colmada de gente, demasiada humanidad para su gusto.
-Tomioka-san, ¿Qué ocurre? – pregunto con una suave sonrisa.
La miro atentamente, parece que ese disfraz era inevitable. Shinobu había regresado de una misión, se hizo pilar hace unos meses, mientras su hermana seguía inconsciente. Nunca lo dijo, pero para él Shinobu era una destrozada persona que trataba de inmortalizar a su hermana usándose a sí misma, sabiendo que no lograría ser más que una imitación, una mentira.
-Kanae despertó – respondió.
-¿Qué? – su cuerpo se inmovilizo -... ¿D-de verdad?
Giyuu asintió con la cabeza, notando el delirio mental por el que la menor estaba pasando en ese momento.
-... Permíteme – saco su espada - ¿Tienes una de esas cosas humeantes que usas?
-Ah, sí, tengo una – saco un pequeño costal de tela delgada y se la entrego.
-Dices que no es venenosa, ¿vedad?
-No, esa no... Solo es para distraer e inmovilizar a los demonios, ¿Por qué?
Giyuu creó un improvisado plan que sorpresivamente funciono. Las personas que llenaban la habitación de la pilar salieron corriendo llenos de pánico. Cuando todo se calmo, la miro con su neutra expresión de siempre.
-Ya puedes entrar.
-No entiendo que fue lo que hiciste, pero gracias – entro seguida del mayor.
Kanae tenía una confusa sonrisa, Aoi, Kanao y Sabito seguían acompañándola, este último esforzándose por no tirarse al suelo riendo a carcajadas.
-Kanae... - dijo incrédula.
-Shinobu, mi pequeña – saludo la mayor sonriente – Que alivio que estás bien.
-¡Nee-san! – corrió a abrazarla, dejando salir el llanto de sus ojos.
Giyuu saco el arma clavada en la pared y la guardo en su funda, ignorando la mirada de la chica con coletas.
-Nosotros debemos irnos – susurro en el oído de su amigo.
-Claro – se levanto – Me alegra saber que estás bien Kanae, nosotros nos vamos ya, hasta luego – se despidió.
-Adiós chicos, gracias por su visita – dijo acariciando la espalda de su hermanita, quien lloraba en su regazo.
Las risas del ojos lavanda se desataron en cuento salieron de la vivienda. Realmente se volvía incomodo para el pelinegro con un leve sonrojo.
-¿Qué rayos fue eso? – interrogo entre risas – No sé cómo se te ocurrió, pero es una de las mejores ideas que has tenido hasta ahora.
-Improvise, Shinobu quería estar a solas con Kanae, eso creí.
-Eres bueno leyendo los sentimientos de los demás, me das algo de miedo.
-No es para tanto – desvió la mirada – Tener esa habilidad se vuelve un desperdicio si no sé usarla.
-No creo que la estés desperdiciando Giyuu – se detuvo tomándole ambas manos – Has ayudado a muchas personas, incluso si eres un chico de pocas palabras, gracias a ti muchos siguen adelante. Yo lo he visto.
-Haces que suene de lo más grandioso.
-Quizás no lo sea, pero ten por seguro que tú lo eres – susurro juntando sus frentes. Esas eran las pequeñas cosas que sacudían por completo su mundo interno, o Giyuuniverso como lo llamaba Sabito -... Una carrera a la finca – propuso conectando sus miradas.
-De acuerdo.
Se alejaron y corrieron a la finca del agua, dejando a quienes los veían boquiabiertos por la velocidad y habilidades de ambos. Sin duda merecían ser llamados pilares.
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Recuerdos de un Nuevo Futuro
FanficMurió en batalla y despertó en un día normal de entrenamiento, poco más de ocho años atrás. Al principio no lo entendía, pero al mirarlo de nuevo dejo de importar lo que había sucedido. Sus ojos volvían a encontrarse con los suyos, y no quería perde...