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Habían cortados sus rocas correspondientes. En una semana su viaje al monte Fujikasane daría inicio.

Inevitablemente, Giyuu era constantemente atacado por sus negativos pensamientos y pesadillas, haciendo cada vez más difícil mantener la sonrisa y el sueño.

Ahora mismo era una de esas crueles noches. Su cuerpo comenzaba a humedecerse del sudor frío, por más que lo intentaba no lograba despertarse. La viva imagen del demonio destrozando la cabeza de su mejor amigo se repetía constantemente, en ese momento una parte de él fue destrozada también, quizás debió quedarse con Murata como se le indico, y no escapar como hizo.

Sabito fue despertado por los quejidos que perturbaban el nocturno silencio, enderezo la espalda y espero a que sus ojos de adaptaran a la oscuridad.

- ¿Giyuu? – se giro a él – Giyuu... Giyuu, despierta.

El contrario se removió inquieto. Sabito se puso de rodillas y llevo ambas manos a sus hombros.

- ¡Giyuu! ¡Levántate! – dijo sacudiéndolo.

Abrió los ojos asustado, se levanto acompañado de un grito que no pudo controlar, el menor de cabello color durazno se alejo por reflejo y dio leves caricias en su espalda.

- Ya... Ya paso – susurro tratando de tranquilizarlo.

Giyuu se volteo a verlo con la respiración agitada. Era él, Sabito seguía ahí, estaba bien. Lo abrazo aferrándose a su cuerpo. Su mejor amigo espero con paciencia a que dejara de sollozar.

- ¿Te sientes mejor? – Tomioka asintió levemente con la cabeza - ¿Ahora que fue?

- No es importante...

- A mi me importa – recalco irritado, se volvía molesto su distante comportamiento.

- No quiero hablar de ello... - abrazo sus piernas.

- ¿Te lastimaron?

- No...

Solo le rompieron el corazón, igual a como ocurrió con su hermana.

- ¿Es ella de nuevo?

- No.

- ¿Estaba oscuro?

- Y lluvioso – oculto el rostro – Era un bosque, tú estabas ahí.

- ¿Contigo? – Giyuu negó.

- Nos separamos...me alejaste.

- ¿Por qué?

- No querías que te siguiera, pero aun así lo hice.

-... ¿Fue doloroso?

- Mucho – los sollozos se intensificaron.

Sabito se levanto tanteando sus pasos entre la oscuridad, extendió los brazos para sentir la puerta y salió del cuarto, pasados unos minutos volvió y se hinco frente el pelinegro.

- Ten – le dio los pañuelos – Dime cuando te sientas mejor.

Corrió a cerrar la puerta y se acerco a la ventana a quitar la delgada tela que la cubría y la abrió, dejando que la fresca brisa entre a la habitación, fue por la cobija favorita de Giyuu y la extendió sobre su cabeza, al final se sentó a su lado. Para mantenerse despierto tarareaba la canción que su familia le enseño.

El pesado y tembloroso suspiro del ojiazul lo alerto, se inclino hacia delante mirando su rostro.

- ¿Te sientes mejor? – pregunto. Su compañero asintió con la cabeza – Bien.

- Sabito... ¿Recuerdas que prometiste no alejarte de mí en la selección final?

- Sí.

- ¿Lo vas a cumplir?

Recuerdos de un Nuevo FuturoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora