Fin

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Despertó, pero no se movió, quería seguir disfrutando de esas caricias que recibía en la cabeza, aunque después de un rato sonrió y aun con los ojos cerrados y la voz perezosa, saludo.

- Buenos días, Kanzaburo.

- Buenos días, Giyuu.

El mencionado abrió los ojos de golpe, ese no era el habitual saludo de su amado, ni siquiera era su voz, en un segundo giro el cuerpo y se sentó alejándose de la persona.

-... Tsutako – suspiro con una mano en el pecho – Casi haces que se me salga el corazón.

- Lo siento – se disculpo con una tierna risa – Kanzaburo sigue dormido – apunto el bulto al lado del menor. Giyuu alzo la sabana y miro al hurón plenamente dormido, sonrió enternecido y se acomodo para acariciarlo.

Lo había encontrado hace algunos años, vagando en las nocturnas calles de la ciudad, estaba débil, sucio y enlodado, lo llevo a casa pensando que era alguna cría de perro salchicha, pero cuando él y su hermana lo bañaron y revisaron notaron que en realidad era un hurón, cuando se recupero lo liberaron en el bosque, pero el animal no se quiso separar de Giyuu y acabaron adoptándolo. Lo llamo Kanzaburo, ya que ese nombre no salía de su cabeza y miraba al cielo esperando a que algo pasara, o alguien.

- Baja a desayunar – susurro antes de irse.

Giyuu acomodo la cobija alrededor del animal y se levantó para cambiarse y bajar, se sentó y con el plato ya servido simplemente encajo el tenedor en la comida y se lo llevo a la boca. Fue un desayuno tranquilo como siempre, cuando acabaron Kanzaburo llego y Giyuu lo alimento, mientras acomodaban todo de regreso a su lugar sonó el teléfono de la casa, el menor respondió y se lo paso a Tsutako.

- Es para ti.

- ¿Para mí? – lo tomo curiosa.

- Mi futuro hermano mayor.

Tsutako rápidamente lo tomo y saludo a su novio al otro lado del teléfono, por su parte Giyuu termino lo que faltaba y fue a tomar algo de aire fresco en el balcón, mirando el cielo. A veces sentía que el cielo lo llamaba, como si le pidiera buscar algo, aunque era feliz con sus padres que ahora estaban en un viaje de negocios, su hermana, su hurón cariñoso y sus amigos, cada que miraba el cielo tenía la sensación de salir corriendo y buscar. Pensó que al llamar a su mascota Kanzaburo sería suficiente, pero la calma solo duro unos pocos días.

El cielo lo llamaba, debía darse prisa.

- ¡Tsutako, voy a salir! – tomo algunas cosas.

- ¿De repente? ¿A dónde?

- ¡Cuida de Kanzaburo! – y salió como conejo perseguido por perros. Tsutako suspiro y continuo hablando con su pareja mientras acostaba al animal en su regazo.

Unas cuadras adelante se adentro a un callejón y salto de pared en pared hasta llegar al techo de una casa, no sabía a dónde iba con tanta prisa, pero era como si las nubes le indicaran el camino.

- ¿Dónde se metió esa gata? – se pregunto irritado, aunque el animal fuera de su hermana siempre estaba con él, y siempre era él quien salía a buscarla en sus fugaz.

- Meooooww.

- ¡Ahí! – dio media vuelta y miro un gato de pelaje brilloso en la cima de una barda – Bájate ahora mismo – exigió, la gata meneo la cola y se sentó dándole la espalda – Ya me cansaste, haz lo que quieras – se dio la vuelta también – De cualquier forma siempre preferí los gatos machos.

Sabito camino indignado hasta sentir las uñas de la gata encajarse en su espalda, se removió adolorida y agarro al animal del cuello, este salto a su hombro y se colgó de ahí.

- Eres tan difícil – la acaricio antes de bajarla – Volvamos a casa.

Emprendieron el camino de regreso, una sombra se hacía más grande sobre Sabito, quien alzo la mirada y vio una silueta aproximarse a él, pero antes de poder reaccionar le cayó encima. Abrió los ojos mirando el cielo lleno de nubes y la cabeza de su gata asomándose desde el rabillo de sus ojos, se sentó, verifico no tener nada roto y se levanto para ver al chico que le cayó del cielo.

- ¿Estás bien? – extendió la mano. Giyuu se acaricio la cabeza y la agarro sin mirarlo.

- Sí, no medí bien la distancia – parpadeo algunas veces para poder enfocar la mirada – Gracias, y perdón – hizo una pequeña reverencia y dio media vuelta para irse, pero el contrario no lo había soltado aun.

Sabito no podía dejar de mirarlo, sentía que era lo que todo este tiempo le hizo falta, quería lanzarse a abrazarlo y no soltarlo nunca. Giyuu trato de zafarse un par de veces, pero cada que lo intentaba el agarre se hacía más fuerte, miro la mano sosteniendo la suya y elevo los ojos al rostro ajeno, el contrario parpadeo varias veces y bajo la mirada con pena.

Pero siguió sin soltarlo.

- Lo siento... ¿No nos habíamos visto antes?

- Me temo que no, y si es así no lo recuerdo – respondió incomodo.

- Debí confundirme, disculpa – rió nervioso y lo soltó muy a fuerzas – Con permiso – dio media vuelta y nuevamente comenzó a caminar, pero el jaloneo de su chaqueta lo detuvo.

- Yo...no lo recuerdo... - sus mejillas se coloraron – P-pero... siento que sí.

- Soy Sabito – dio media vuelta y estiro el brazo.

- Y yo Giyuu – estrecho su mano con la contraria.

Se miraron a los ojos y sonrieron. "Te encontré".

No todas las historias tienen un final feliz...

... Algunos, son el comienzo de una nueva historia.



-Palabras de Autor-

Solo me queda una cosa por decir: Gracias a todos.

Se despide con cariño, Anonisama.

Recuerdos de un Nuevo FuturoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora